el invitado

La revancha de los agrónomos

Ezequiel Tambornini

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La introducción de la soja tolerante a glifosato en la segunda mitad de los años ‘90, junto con la licuación de los precios de ese herbicida, simplificaron a la mínima expresión los procesos agrícolas al tiempo que provocaron una reducción sustancial de costos de producción.

En 2002 la megadevaluación argentina coincidió con una explosión de los precios internacionales de commodities agrícolas. El resultado fueron diez años que, en promedio, generaron rentas extraordinarias que sirvieron para alimentar en ese orden a un régimen populista, propietarios de campos y, finalmente, con el dinero restante, a los empresarios agrícolas.

A partir de 2012 comenzaron a aparecer las primeras señales que indicaban que ese modelo estaba agotado con precios decrecientes potenciados por una sobreapreciación cambiaria, malezas resistentes a herbicidas y finalmente inundaciones provocadas por una suba generalizada de napas freáticas. La fiesta provocada por la simplificación de procesos, precios elevados y tipo de cambio competitivo degradó la importancia crucial del agrónomo en la cadena de valor agrícola. Fueron, en general, ninguneados. Sólo tenían que seguir el manual de las compañías elaboradoras de agroinsumos. Pero en los últimos años llegó el momento de la revancha para los profesionales, muchos de los cuales, con gran esfuerzo, comenzaron a buscar soluciones agronómicas para solucionar problemas productivos. En ese proceso de búsqueda se está gestando un nuevo paradigma agrícola sustentado en una visión ecosistémica integral. La introducción de los “cultivos de servicio” en las rotaciones es una muestra inconfundible. Y como lo que se debe abarcar es tan grande, no se puede hacer en soledad.Nos encontramos en una fase de transición hacia un nuevo modelo productivo. Y las empresas que quieran participar deberán tener a los mejores agrónomos contentos, bien remunerados y motivados.