Muestra en Tecnópolis Federal Santa Fe

Un tal Da Vinci, su Mona Lisa y el legado que invita al asombro

El genial inventor y pintor renacentista está presente en la Estación Belgrano, con réplicas de La Última Cena y de la Gioconda. Pero también con reproducciones de sus inventos sobre matemática, hidrología o física. Muchas de las ideas de Da Vinci, adelantadas a su tiempo, tienen vigencia 500 años después.

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Ícono. la réplica de La Gioconda y, de fondo, de La Última Cena. La muestra llama a la curiosidad por conocer el pensamiento de un genio universal.

 

Luciano Andreychuk

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Si uno recorre la muestra de Leonardo Da Vinci en el centro del predio de la Estación Belgrano, en Tecnópolis Federal Santa Fe, puede sentir que viaja por los recovecos de una mente brillante. A casi 500 años de la muerte del genial pintor, inventor, científico, filósofo humanista, poeta y anatomista, y hasta urbanista del renacentismo italiano, su legado adquiere una singular actualidad.

“Yo no sabía que a La Gioconda la había pintado este tal Da Vinci. Pero a la Gioconda (o la Mona Lisa, ver La Explicación) sí la identifico, quién no... Ahora sé que es su obra”, admite un visitante que blandía el equipo de mate a la rastra y lo chocaba contra la maraña de gente que había. Eso ocurre con Da Vinci: no se sabe mucho de él ni de su aporte en las artes plásticas.

“La Gioconda es un ícono universal, y es la pintura más visitada y fotografiada del mundo. Sigue vigente su iconicidad de época”, cuenta uno de los guías de la muestra. “Y mucha gente viene, ve La Última Cena y nos cuenta que no sabía que la pintó Da Vinci, y se enteran acá. Es bueno que podamos explicarles”. Más de tres años le llevó a Da Vinci terminar el mural de La Última Cena, que retrata a Jesucristo con sus apóstoles.

La muestra se apuntala sobre recursos tecnológicos: un maniquí “robótico” del pintor representa un “viejito” con barbas largas y blancas, que mueve un brazo mecánico hacia el mural (simulacro de que está pintando) y que está vestido con las ropas de época de la Florentina del siglo XV.

También hay un proyector que “hace hablar” al rostro de un Da Vinci y que parece un holograma. Pero además de todo lo tecnológico la muestra es didáctico-instructiva: hay réplicas de sus inventos más increíbles con breves reseñas impresas, y guías que explican en tono coloquial cada uno de ellos.

Los grupos escolares son los más interesados en el fenómeno Da Vinci. “Realmente los chicos se interesan, preguntan por sus inventos, y muchos quedan asombrados. Porque muchos de sus inventos, cuyos diseños los llevaba anotados en un códice, hoy tienen vigencia”, dice el guía.

Ciudad Ideal

La Ciudad Ideal creada por Da Vinci está reproducida en una maqueta. No llama la atención tanto como el concepto que Da Vinci, hace 500 años, pensó una urbe donde ya contemplaba viviendas altas, en construcciones verticales (como los edificios actuales), y una zona inferior donde transitarían los carros y caballos. Allí, a su vez, habría depósitos para residuos y hasta desagües.

Esta ciudad ideal es casi una ciudad moderna. “Da Vinci estaba convencido de que toda ciudad debía estar cerca de un lago o río, por el abastecimiento de agua. En la zona baja circularían las carretas, quedarían los residuos, y habría un sistema de desagües. A la zona alta se accedería por escaleras, y se dividía el flujo de peatones con el del tránsito vehicular rudimentario de la época. Y las gentes vivirían en construcciones altas y horizontales”, explica otro de los jóvenes guías.

Estudios hidrológicos y el vuelo de las aves

Hace casi 500 años Da Vinci logró el primer diseño de un traje de buceo, de cuero hermético, conectado con una manguera a una “olla” que flotaba en el agua. Así, el buzo podía respirar debajo del agua con el equipo puesto. “Algo así como el esnórquel que se usa hoy”, compara otra guía.

Una canoa de manivelas con aspas —no con remos— y a pedal es otro de sus diseños. Es el concepto de los botes a pedal como los que hay en el Parque Garay. Hasta inventó el salvavidas y guantes para nadar: este último invento, casi 5 siglos después, es comparable con las patas de rana que se usan para nadar.

Muchas de sus ideas se anclan en la actualidad. Desde la cadena y el primer paracaídas y el planeador: ambos diseños se probaron en el año 2000 y se comprobó que funcionaban. También diseñó una máquina voladora que incluía una pieza de tela sobre una estructura de madera, que imitaba las alas de los murciélagos. Ideó un “tornillo aéreo”, con una base circular y aspas cubiertas con telas: es el concepto moderno de los helicópteros.

Conocer a Da Vinci y su mente brillante, inquieta y curiosa hasta la obsesión, adelantada al tiempo en que le tocó nacer, puede volverse un ejercicio atractivo y hasta inspirador. La muestra sigue vigente en Tecnópolis Federal en la ciudad (Estación Belgrano).

El tiempo, su obsesión

Otra de las obsesiones científicas de Da Vinci, siempre autoexigente consigo mismo, era el tiempo. Estaba decidido a mejorar el sistema de medición del tiempo egipcio. Entonces diseñó un sistema mecánico con resortes, engranajes y piñones, que podía marcar minutos y segundos. Se probó 300 años después de su muerte, y el diseño funcionó.

 
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Ciudad ideal. Hace 500 años Da Vinci ya pensaba en una ciudad con desagües y casas altas, en forma vertical. Como los edificios de la actualidad.

Mona Lisa

A La Gioconda, obra pintada al óleo entre 1503 y 1505, se la conoce también como la Mona Lisa porque el rostro representa a Lisa Gherardini, esposa de quien le pidió la obra, Francesco Giocondo. Monna en italiano “señora” o “dama” y de allí la derivación de Mona Lisa.

 
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El primer equipo de buceo, de hace casi 5 siglos, es similar al esnórquel en la actualidad. Y el concepto de una canoa con manivela y aspas hoy se aplica a los botes a pedal. Fotos: Luis Cetraro

Leonardo Básico

Leonardo da Vinci (o Leonardo di ser Piero da Vinci) vivió entre 1452 y 1519. Nació en Florencia, Italia. Fue científico, botánico, anatomista, arquitecto y urbanista, pintor, filósofo humanista y hasta poeta. Es reconocido mundialmente como un genio universal y arquetipo del concepto de hombre moderno, ligado al saber y la búsqueda permanente del conocimiento.

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Autorretrato de Leonardo Da Vinci. Foto: Archivo El Litoral