Memorias

Sara Faisal (1917-1980)

Por Ana María Zancada

Nació hace cien años, el 28 de junio de 1917 en Lincoln, provincia de Buenos Aires, pero con sus padres inmigrantes se radicó en nuestra ciudad siendo muy niña. En 1935 se recibió de maestra en el Instituto Adoratrices. Luego vino el estudio del Derecho, obteniendo su título de abogada en la Facultad. Siendo aún muy joven se dio cuenta de la necesidad de categorizar el trabajo de la mujer. Así es que poniendo como escudo una férrea voluntad creó la Asociación Femenina de Profesionales, con el objetivo solidario de dar apoyo social y cultural a la mujer en un momento en que la indiferencia fue el menor de los obstáculos que tuvo que vencer. Pero la férrea sensibilidad de esta visionaria fue el motor que dio vida a un proyecto audaz para su época. Como lo manifesté en otra oportunidad “prácticamente no había recursos económicos pero sí la convicción de estar en el camino correcto”.

Sara Faisal fue uno de esos seres humanos dotados de la fuerza suficiente como para vencer todos los obstáculos que una sociedad indiferente como la nuestra opone a los elegidos. Tuvo la capacidad necesaria para ver más allá del presente que le tocó vivir. Lamentablemente los santafesinos no terminamos de darnos cuenta de que es a través del reconocimiento y la memoria, la única forma de construir un presente que dé cabida a las generaciones que protagonizarán nuestro futuro.

Así como es valiosa nuestra historia grande -la de toda la humanidad-, también es importante conocer y enseñar nuestro pequeño y humilde terruño, sin palabras ampulosas, simplemente recordando, compartiendo lo realizado por nuestros ancestros, reconocer el legado de los que poblaron y construyeron aquí en esta bendita tierra santafesina, sembrando con amor y clarividencia para toda una sociedad que no puede darse el lujo de la indiferencia. Un pueblo no existe sin memoria. Es ella la luz que debe marcar nuestro camino. Borges, uno de nuestros grandes lo dijo: ”Nadie es la patria ... pero todos lo somos”... y Sara Faisal cumplió con el deber de ser humano y patriota en este suelo que eligieron sus ancestros para vivir. Dejó un legado maravilloso que perdura milagrosamente en el tiempo multiplicado en miles de niños que no la conocieron pero disfrutan de su increíble visión de mujer sabia, sensible y consciente de la necesidad de sembrar obras en su efímero paso a través del misterio de la vida.

La profesora Alba Yobe así la evoca: “Sara Faisal, sembradora incansable”: “Con qué palabra mágica, podría yo nombrarte/y conjugar en ella tu inmensa vocación,/la juventud que amaste, la sed de tanta ciencia,/tu amor hacia los niños ‘el deber ser‘ y Dios./Si al pronunciar tu nombre, Sara Faisal... resuenan/ en ecos mil, tus obras, magnífico crisol,/ humilde es mi palabra, porque tal vez no pueda,/ dimensionar en ella grandiosa vocación./ Fuiste el ser increíble, que casi de la nada,/ como el hornero noble, su casa construyó,/con paciencia y esmero, lograste hogar tan tibio/ que compartimos todos, como a tu corazón./ Y tuvimos entonces nuestro lugar sagrado,/ donde aprendimos pronto, lo que tu fe esparció./ Como mujeres fuimos a beber de esa fuente,/ a elevar nuestras mentes en fecunda labor./ Arrojaste a los vientos semillas bienamadas,/que al transcurrir el tiempo , y en el surco mejor,/germinó la provincia, floreció la frontera,/ al contacto tan solo, de un rayito de sol./ Sembradora incansable, Sara Faisal... Hermana,/guía de educadoras, tus hijas con amor,/también abren caminos, también siembran los surcos,/es tu vida su ejemplo, tu imagen, su blasón”.

Fue uno de esos seres humanos dotados de la fuerza suficiente como para vencer todos los obstáculos que una sociedad indiferente como la nuestra opone a los elegidos. Tuvo la capacidad necesaria para ver más allá del presente que le tocó vivir.

Dejó un legado maravilloso que perdura milagrosamente en el tiempo multiplicado en miles de niños que no la conocieron pero disfrutan de su increíble visión de mujer sabia, sensible y consciente de la necesidad de sembrar obras en su efímero paso a través del misterio de la vida.