¿EL FIN DEL EX PRESIDENTE?

Lula condenado se prepara para ser candidato a presidente el año próximo

Apelará la condena a 9 años y medio de prisión que le impuso el juez Sergio Moro. “No voy a flaquear” le dijo a sus amigos, según el dia “Folha de San Pablo”

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Seguidores del ex presidente Brasileño Luiz Inácio Lula da Silva protestan en Sao Paulo, contra la condena de nueve años dictaminada contra el ex mandatario por corrupción en el caso “Lava Jato”. Foto: DPA

 

Isaac Risco - DPA

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Condenado a cárcel por corrupción, pero por ahora libre y favorito en las encuestas: la sentencia judicial contra Luiz Inácio Lula da Silva, pendiente de ser confirmada, devuelve al carismático ex presidente de Brasil de lleno a la arena política y sacude más al convulso país sudamericano.

¿Podrá Lula ser candidato en las elecciones de 2018? ¿Las ganará, incluso, y escapará con eso a la persecución judicial? La condena a nueve años y medio de prisión contra el político más celebrado de Brasil en la última década, anunciada el miércoles por la operación “Lava Jato”, disparó la incertidumbre en un país que no deja de generar escándalos.

Lula tiene opciones de que el tribunal de segunda instancia no confirme (o revoque) su sentencia antes de las elecciones previstas para octubre de 2018, estimaba hoy la revista “Veja”. El proceso de revisión judicial podría tomar hasta un año, según los cálculos.

El juez de los procesos de ‘Lava Jato‘, Sérgio Moro, señaló en su sentencia que no ordenaba ahora la detención preventiva de Lula, pese a tener elementos para hacerlo, por “prudencia”. “La prisión cautelar de un ex expresidente no deja de implicar traumas”, argumentó.

La salvedad en la condena, que también inhabilita al ex presidente por 19 años para cargos políticos, dejó así la puerta abierta para la entrada en campaña del carismático ex líder obrero e ícono de la izquierda en América Latina.

A sus 71 años, Lula ya ha anunciado que quiere volver a ser por sexta vez candidato presidencial por su Partido de los Trabajadores (PT), como reacción a lo que considera una persecución política. “Nunca tuve tanta voluntad como ahora”, anunció en mayo, combativo.

“No voy a flaquear”, citó ahora una columna del diario conservador “Folha de Sao Paulo” a Lula en charlas con sus aliados después de conocer la primera sentencia contra él por “Lava Jato”. “La víbora vive”, agregó la columna, sin ocultar sus preferencias políticas.

Otros observadores, en cambio, saludaron que la sentencia no haya sacado de carrera aún al ex jefe de Estado. “Prefiero que Luiz Inácio Lula da Silva sea juzgado por los electores, en la contienda presidencial de 2018, antes que impedido de presentarse por una decisión judicial”, escribió el columnista Clóvis Rossi.

El popular ex presidente será un adversario difícil de batir. La más reciente encuesta, publicada a finales junio, lo coloca como claro favorito para ganar al menos la primera vuelta, con más del 30 por ciento de los apoyos, pese a que los cargos por corrupción son conocidos ya desde hace más de un año.

Uno de los escenarios posiblemente más dramáticos sería que la condena a Lula sea confirmada en plena campaña electoral y que el ex presidente sea apartado de la carrera o incluso enviado a prisión como uno de los favoritos a la presidencia.

Además del actual proceso, Lula debe responder aún en otros cuatro juicios de ‘Lava Jato‘ por cargos de corrupción y lavado de activos. El miércoles fue declarado culpable de aceptar que una empresa le reformase un apartamento en la costa de Sao Paulo, a cambio de favorecerla en sus negocios con la petrolera estatal Petrobras.

Los meses que vienen prometen ser convulsos, incluso más que antes. El país más grande de América Latina está empantanado desde hace más de tres años en una serie de escándalos de corrupción que salpican también al actual presidente, el conservador Michel Temer.

Temer es acusado de haberse beneficiado de sobornos durante años en relevaciones hechas en el marco de “Lava Jato”, considerada la mayor operación contra la corrupción en la historia brasileña.

En caso de que la denuncia presentada contra Temer ante el Tribunal Supremo prospere, el mandatario podría ser sometido en los próximos meses a un proceso de “impeachment”, similar al que sacó del poder el año pasado a su predecesora, Dilma Rousseff.

La condena a Lula en primera instancia da ahora un respiro al Gobierno. Pero la interminable crisis política en Brasil sigue.

Militantes salieron a las calles

Miles de personas marcharon el miércoles por la noche en la emblemática Avenida Paulista en San Pablo, tanto para repudiar como para celebrar la sentencia del juez Sérgio Moro, quien condenó a nueve años y medio de prisión al ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva por corrupción y lavado de dinero, lo que podría ser el primer paso para inhabilitarlo como candidato presidencial el año próximo.

Frente al Museo de Arte de San Pablo, movimientos de izquierda y sindicatos vinculados al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula protestaron contra lo que ellos calificaron como “un ataque a la democracia”. Alrededor de 4.000 personas se instalaron durante tres horas, según los organizadores.

Manifestaciones similares se registraron a favor del ex presidente en las ciudades de Brasilia y Porto Alegre, y en el interior del estado de San Pablo, en la localidad de San Bernardo do Campo, donde Lula vivió durante décadas.

En cambio, a pocas cuadras del Museo de Arte de San Pablo, en frente a la sede del edificio de la Federación de Industrias de ese estado, otro grupo de manifestantes vestidos de verde y amarillo, vinculados al Movimiento Brasil Libre (MBL) y otros grupos que el año pasado inundaron las calles para apoyar la destitución de la ex presidente Dilma Rousseff, celebró la decisión Moro.

Otras manifestación en favor de la condena de Lula se registró en Curitiba, la ciudad del sur del país desde donde Moro dirige la masiva investigación de corrupción conocida como Lava Jato.

En San Bernardo do Campo, estado de San Pablo, un grupo vinculado a la Central de Trabajadores (CUT) realizaron una vigilia en apoyo de Lula.