El artista chaqueño estuvo en la ciudad

Milo Lockett pintó un mural para los niños con cáncer del Iturraspe

Aceptó la invitación de los voluntarios de la ONG Manos Abiertas Santa Fe. No quiso prensa, sólo dejar un gesto de cariño a los pequeños pacientes oncológicos. El hospital se “revolucionó” con su presencia.

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Pececitos de colores. Lockett, sentado, termina de dar los detalles a un sector de su mural. Incluyó palabras sugeridas por los propios pequeños pacientes. Dejó su huella artística en el hospital Iturraspe.

Foto: Gentileza Melania Palamedi

 

Redacción de El Litoral

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El artista plástico chaqueño Milo Lockett, reconocido a nivel nacional e internacional, estuvo ayer en Santa Fe. No para dar una conferencia sobre arte contemporáneo ni un workshop especializado para pintores: siempre con el perfil bajo y la palabra escasa que lo caracterizan, llegó sin que nadie se diera cuenta a eso de las 9.30, fue al hospital Iturraspe y se puso a pintarles un mural a los niños y niñas del área de oncología pediátrica.

Lockett pintó y pintó, ante la curiosa mirada de los pequeños pacientes. Era interrumpido una y otra vez por médicos y personal y gente del área de espera que le pedía si podían sacarse una foto con él. El hombre asentía y luego seguía pintando con la ayuda de sus ayudantes. La única condición que había puesto: poder hablar y estar con los “pacientitos”. A las 15 terminó el enorme mural.

Desde hace tiempo que el artista tomó trascendencia por su particular trazo artístico en relación con los niños y la infancia. Y se compromete con causas nobles: dona anualmente un promedio de 40 obras para subastas a beneficio del Hospital Pediátrico de Resistencia (ciudad donde nació), en un trabajo realizado con adolescentes dentro de un proyecto de prevención de VIH junto con Cruz Roja Argentina.

Un regalo increíble

A través del voluntariado Cuenta Conmigo de la ONG Manos Abiertas Santa Fe, mediante una conexión con el banco Galicia, “se consiguió que él viniera a pintar este mural. Fue en el marco de un proyecto para refaccionar el hall del sector de oncología pediátrica. El fin de semana estuvimos reparando y pintando las paredes con la idea de que el artista tuviera todo listo para que él llegara a pintar. Y eso ocurrió. Fue un regalo enorme haber disfrutado de su creatividad, de su enorme universo”, dijo a El Litoral Mónica Quiroga, coordinadora del voluntariado.

El grupo de voluntarios va de lunes a sábado y además de esta actividad, con motivo del mes del niño, está también organizando un colecta de sangre y un registro de médula ósea, conjuntamente con el Cudaio. “En el marco de estas actividades, que Milo Lockett nos haya dejado este mural es maravilloso. Él sólo pidió como ‘condición’ hablar y estar con los niños de área de oncología pediátrica”, narró.

La interacción fue muy especial. “Lockett no es de hablar mucho, pero tiene personalidad muy cálida. Nos dejaba que nos sacáramos fotos con él, los niños se sacaban fotos, hasta le dibujó en el mural la manito a una niña paciente que ingresó hace poco al área. Dejó que le colocaran la nariz de payaso y se le dejó puesta. Es una persona muy cálida, humilde, sencilla y amable”, resaltó la coordinadora.

Mural

La obra retrata un mar, y sobre él hay barco donde están un príncipe y una princesa. Hay una pequeña isla con palmeras y debajo, en el agua azul, pececitos de todos colores y formas, siempre con su estética tan particular. Hasta incluyó palabras entre el bote y la isla: “Nos pidió que le dijéramos cosas significativas para nosotros, y así escribió Esperanza, Sonrisas, Solidaridad, Humildad, Cariño y muchas más. El mural es muy precioso”, dijo Quiroga, casi agradeciendo.

Desfilaron desde el personal de limpieza, los enfermeros, los médicos y hasta la gente que estaba en el hospital a sacarse fotos con él. A ninguno le dijo que no: Lockett se comunica mejor con su arte antes que con sus palabras. “El gesto de que él haya venido a pintar y dentro de la agenda tan apretada que tiene, es algo muy loable del artista y estaremos siempre agradecidos”, resaltó Quiroga.

Milo Lockett pintó disciplinada y pacientemente el mural, les regaló un momento y una obra inolvidable a los niños pacientes, a los voluntarios y a la comunidad del hospital, siempre con su atuendo de trabajo salpicado con mil colores. Agradeció, descansó un rato y luego volvió a Buenos Aires. Gestos así se ven muy poco por estos tiempos.