Entrevista a Ricardo Tenerello...

“Veo en Spahn a un presidente personalista y poco participativo”

El ex presidente de Unión hizo un análisis de la situación actual del club, reclamó “más armonía” y dijo que “últimamente noté cierta apatía y dejadez en los socios”. Sobre lo deportivo, dijo que “ví un proyecto claro el año pasado pero se discontinuó. Es hora de retomarlo con Madelón, que le sacó agua a las piedras”.

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Ricardo Tenerello fue uno de los presidentes más jóvenes que tuvo Unión en su historia. Luego, como síndico, tuvo que asumir ante la falta de dirigentes en uno de los peores momentos institucionales.

Foto: El Litoral

 

Enrique Cruz (h)

Fue uno de los presidentes más jóvenes, quizás junto con Mario Iparraguirre. Unión estaba en Primera. Corrían los años 84-85. El año anterior, Unión había producido una de sus habituales “revoluciones” con la llegada de Miguel Brindisi y el “Chino” Benítez que le cambiaron por completo la cara a un equipo que sufría para permanecer en Primera. Y Ricardo Tenerello ya ocupaba, por ese entonces, un lugar preponderante en el club.

“Súper Corral, que era el presidente, me había convocado junto a Rodríguez Delgado para que formemos parte de la subcomisión de fútbol que comandaban Baldi y Veglia. Éramos los todo-terreno, que íbamos a las prácticas y estábamos al lado del plantel”, recuerda Tenerello, quien no oculta su emoción cuando señala que “pertenezco a una escuela de dirigentes en la que brillaban Corral, Malvicino, Baldi, Veglia, Neme y Capello, que fue el que me buscó en su momento, en el 77, cuando era muy jovencito. De ellos aprendí muchísimo, escuchándolos y viéndolos actuar”.

—¿Hoy sería imposible que se pueda planificar algo a lo grande como lo hicieron ustedes con dos jugadores como Brindisi y Benítez?

—Son distintos tiempos, la TV no le aportaba al fútbol y los valores de los jugadores no eran ni por asomo los que se manejan ahora. Había dirigentes que tenían respaldo económico, pero no se le pagaba a los futbolistas lo que ganan ahora.

—Años después a aquello te tocó lidiar con una situación muy fea, cuando debiste asumir como síndico la conducción del club en el 95...

—No era mi responsabilidad, como síndico, participar en esa comisión del 93-94 que presidió Néstor Julio Rodríguez. Pero como al final del mandato no se armó ninguna lista, tuve que agarrar el club y a los 30 días debía entregárselo a la nueva comisión. ¡No se pudo armar una lista! Fue terrible. Eso me llevó a un estado anímico muy malo. Me imaginaba lo peor, un club quebrado y que sea yo el que iba a apagar la luz me hacía sentir muy mal, la historia me iba a juzgar.

—¿Y qué pasó?

—Apareció don Ángel Malvicino a poner el pecho... Una noche llego al club y me encuentro con una asamblea de más de 1.000 personas, ¿te acordás?... Prácticamente me obligaron a quedarme seis meses, lo cuál ni siquiera estaba contemplado en los estatutos... Don Ángel generó algo que siempre busqué y asegura el éxito: armonizar las cuatro patas de la mesa, con los dirigentes, los jugadores, el cuerpo técnico y la hinchada. Nadie dejó de trabajar en ese año y ascendimos con un gran equipo que formó Trullet.

—Baldi, Capello, Malvicino, Vega, Spahn... Parece que es necesaria la chequera en Unión. ¿Por qué?

—La chequera no debería ser condicionante. Los que van al club, que no tiene fines de lucro, lo hacen ad honorem y es injusto que tengan que poner dinero. Con capacidad, eso se puede reemplazar. En mi época, recuerdo, fui a sacar un crédito al Banco de Crédito Comercial y fuimos 15 a firmar. Nos quedábamos hasta las 12 de la noche discutiendo los temas y hasta que no había consenso, la reunión no terminaba. Por eso me acompañaron 15 tipos a firmar, no era yo solo el responsable sino que todos íbamos detrás de la idea. La única vez que fui solo, fue cuando lo trajimos a Yudica en el 84, pero al año siguiente lo vendimos a Centurión y le devolví el dinero a los que habían puesto, incluido mi caso.

—¿Ves un proyecto en Unión?

—A Spahn le faltó experiencia cuando asumió porque no tuvo historia previa en el club. Saltó muy rápido a la presidencia. Para mí es un hombre inteligente y con capacidad de trabajo, pero me preocupa su personalismo. No lo conozco bien, me guío por lo que veo y me cuentan. Me parece que le cuesta el trabajo en equipo y hacer participar a la gente. Eso atenta contra cualquier proyecto. Spahn cometió errores y los asumió, eso interrumpió el proyecto.

—¿Cuándo lo viste claramente?

—El año pasado, cuando se apostó a los jugadores del club y a un técnico muy capaz como Madelón. Pero lo interrumpió hace diez meses. Madelón le estaba sacando agua a las piedras, pero pidió a gritos tres jugadores de jerarquía y no vinieron. Cuando perdió con River en Copa Argentina, se dio cuenta de que ese era el techo. Y ahora, se llega a la conclusión que cuando no se hacen bien las cosas en el momento justo, revertirlo cuesta tres veces más en esfuerzo y en dinero.

—¿Eso es lo que ves que está pasando ahora?

—En vez de traer dos o tres jugadores, van a venir ocho o nueve. Y además, hay que levantar a un equipo que se ha caido anímicamente. A todo esto, el hincha lo ve claramente. Estamos a tiempo, porque tenemos al mejor entrenador.

—¿Cómo ves a la gente?

—Con poca paciencia y viendo que el futuro es incierto. Frente a esto, lo único que puedo decir es que apoyemos y que le hagamos saber a la comisión directiva cuando las cosas no se hacen bien.

—Spahn acomodó el club en un momento difícil. ¿Crees que tiene capacidad para engrandecer deportivamente a Unión?

—No lo veo firme en el proyecto. Te reitero que lo considero inteligente, aprendió y sabe como manejarse. En mi caso, cuando yo era presidente, lo que buscaba era consensuar con una mesa chica ampliada para que me ayuden en todo. Duele mucho al dirigente cuando se entera de las decisiones por la prensa, por ejemplo. En la subcomisión de fútbol actual está Cardonnet, a quién conozco desde el 96 y es un hombre trabajador, gran organizador de las filiales. Y también está Contigiani, que fue vice de Malvicino y es una excelente persona, muy armonizador. Y no sé qué es lo que pasa con Marcelo Martín, por ejemplo, que es uno de los mejores dirigentes que he visto en Unión, conocedor absoluto de todo y a quien, me parece, no se le está dando la participación necesaria. Son personas que se tienen que aprovechar y no que todas las decisiones recaigan sobre el presidente, porque eso es muy feo.

—¿Unión ha perdido calidad dirigencial en los últimos tiempos?

—Creo que sí. Ultimamente noté cierta apatía y dejadez en los socios. Es bueno que haya oposición y es bueno que haya alternancia en la presidencia y no que se permanezca tanto tiempo al frente del club. En el 96, cuando se armó la lista, Malvicino me quería poner de vice primero o segundo y yo le dije que no. Venía de manejar el club, como síndico, pero no veía bien que siguiera allá arriba. Y así fue, acompañé a Ángel desde un puesto de abajo. Te doy otro ejemplo: Rubén Decoud. Lo conozco, tiene capacidad y sé que está volviendo a trabajar con su agrupación. Eso es bueno para el club. Y que los jóvenes vayan aprendiendo de la gente que ya estuvo.

—¿Es más fácil o más difícil ser dirigente hoy, en comparación con aquellos tiempos?

—Es más difícil. Hoy está todo muy profesionalizado, cometer un error cuesta mucho dinero al club y por eso muchos opinan que los clubes, lógicamente, deberían inclinarse hacia una sociedad anónima. Por eso me alegro que Unión haya contratado un manager, para acotar la posibilidad del error.

—¿Qué le dirías a Spahn si lo tuvieses enfrente?

—Que no afloje, que es un momento especial, que está a tiempo de retomar el proyecto que se discontinuó el año pasado y que Unión tiene gente valiosa que puede ayudar. También le diría que sea más participativo. De esa forma evitaría estos problemas que hay y que le hacen mal al club.

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Leo quedó más tranquilo. Si bien son partidos amistosos, haberle ganado a Sarmiento por una diferencia de tres goles no deja de ser un bálsamo para Madelón, mucho más después de haber perdido los dos partidos con la reserva de Central. Ahora llega el momento de la verdad.

Foto: Guillermo Di Salvatore

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Aceitando algunos movimientos. Lucas Gamba maniobra con la pelota, mientras que el uruguayo Zabala ya buscó posición adentro del área. Es una de las cuestiones tácticas que ensaya Madelón, para darle presencia al equipo en la zona de definición.

Foto: Guillermo Di Salvatore

La “conducción” de Spahn

Enrique Cruz (h)

Aquel 24 de julio de 2009, Luis Spahn iniciaba su primer mandato. Y la fecha es referencial por varios motivos, pero el primero y principal es que no caben dudas que la permanencia en el poder trae problemas, enquista y agota al que lo ejerce. El desgaste, mucho más en un club de fútbol en el que se administran pasiones, corroe cualquier tipo de estructura sólida de poder que se pretenda construir. Spahn ha tenido varios problemas políticos a través de todo este tiempo y no sorprende, como aquella “pelea” con Jorge Molina, su vicepresidente primero en los primeros años del mandato. Pero lo que ocurrió el 31 de mayo de este año, con el pedido de renuncia masiva a todas las subcomisiones, fue, posiblemente, el golpe de efecto más importante que dio el presidente desde el punto de vista institucional, dejando una rastra de “heridos políticos”.

Una subcomisión de fútbol desplazada, dos vicepresidentes (Lamas y Zin) que quedaron totalmente ajenos y al margen de cualquier decisión, una subcomisión de fútbol nueva que, de arranque, le reclama a gritos mayor atención de su parte y participación en la toma de decisiones y un funcionamiento que, por lo que se ve, lejos está de ser aceitado y aceptado.

El presidente se preocupa demasiado si la prensa se entera o no de las negociaciones y hasta lo dice. “Esperemos que podamos traer los jugadores sin que la prensa se entere”, señala. Más que por eso, o por lo que pueda trascender luego de una agitada reunión de comisión directiva como la de hace dos semanas, debería preocuparse por armonizar el funcionamiento de su grupo de trabajo, evitando malestares, disconformismos y situaciones de aislamiento que hoy sufren muchos de los miembros de su comisión directiva.

Lo mejor que hizo en este tiempo fue traer a un técnico que, evidentemente, tiene en Santa Fe (y en Unión) a su lugar en el mundo, como Leo Madelón. Buscó respaldo en un hombre que tiene espalda suficiente y goza del cariño de la gente. No está mal si se lo enmarca en una situación delicada y que requiere de decisiones que brinden algún tipo de garantías. Y Madelón las da, incluso por encima del propio Spahn. Pero la pregunta es: ¿por qué ahora sí y hace ocho meses, cuando Madelón se fue, hizo poco y nada para retenerlo y no “discontinuar” el proyecto?

Unión no se pone como objetivo el de hacer un buen torneo sino que es un deber, el de tener un año futbolístico que no lo haga sufrir. Así como Spahn llevó dos veces a Unión a Primera, también sufrió un descenso y ahora transita por una situación que requiere muchísima atención y esfuerzo. Los proyectos futbolísticos, con él, parecen caerse rápidamente porque no se construyen sobre cimientos firmes. Y ésta es una responsabilidad netamente dirigencial.

Un rival que prioriza la Libertadores

Jorge Almirón, el entrenador de Lanús, no definió con qué equipo jugará ante Unión, pero su objetivo —y lo dijo— está centrado en la Copa Libertadores, torneo en el que ya llegó a instancias de cuartos de final y deberá medirse en septiembre ante San Lorenzo en un choque apasionante.

El plantel se entrenó ayer y hoy tuvo día de descanso. Seguramente, mañana va a perfilar el equipo que jugará ante el Tate, en el que atajará Monetti (ya lo adelantó el propio Almirón) y no podrá jugar Aguirre, que se desgarró ante The Strongest. ¿Estará Maximiliano Velázquez para jugar?, es una de las dudas que hay.

Por el lado de Unión, el plantel se entrenó esta mañana y volverá a hacerlo mañana y el martes, día en el que viajará a Buenos Aires. Nereo Fernández; Martínez, Blasi, Bottinelli y Bruno Pittón; Zabala, Mauro Pittón, Acevedo y Aquino; Gamba y Soldano podría ser la formación que juegue ante el Granate, el miércoles a las 21.10.