Urgencias de gestión

Federico Aguer

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El entrerriano Luis Miguel Etchevehere tiene 54 años, y proviene de un fuerte linaje radical. Su bisabuelo fue gobernador de la provincia por la UCR, y su abuelo candidato a vicepresidente de la Nación en la fórmula en la UDELPA con Aramburu.

Su nombre cobró relevancia en 2008, cuando el conflicto por la 125 movilizó a los productores a las rutas y a la creación de la Mesa de Enlace que unificó a las cuatro entidades del campo, que hasta ese entonces transitaban caminos distanciados.

Y si bien en aquellos días la voz más escuchada en Entre Ríos fue la del “melli” Alfredo de Ángeli (surgido de la FAA y hoy senador Nacional), el entonces delegado de Sociedad Rural Argentina Etchevehere comenzó a manifestarse en duros términos en contra de la política nacional para el campo. Eso le valió que en 2010 fuera electo vicepresidente segundo y en 2012 presidente de la entidad.

Dos años después saltó a la opinión pública un conflicto denunciado por el Registro Nacional de Empleadores y Trabajadores Agrario, que realizó inspecciones en establecimientos de la familia, donde se detectaron trabajadores en condiciones irregulares de registración, y por el vaciamiento de SAER.

De aquí en adelante, le cabe una importante responsabilidad de gestión. En el marco de fuertes reformas y con un escenario de apertura al mundo que el flamante ministro ha defendido públicamente, se necesitan planes de trabajo a largo plazo que le devuelvan la competitividad a las economías regionales. En este sentido, el anunciado achicamiento del Estado y de organismos de control clave como el SENASA abren interrogantes respecto del futuro.

La cuenca lechera, más acuciada que nunca por las urgencias, está primera en el mostrador a la espera de un programa de fomento interno y hacia afuera, que el saliente Buryaile y su subsecretario Sammartino nunca terminaron de aplicar.