Argentino de Artes Escénicas
Excelente panorama del teatro argentino
Argentino de Artes Escénicas
Excelente panorama del teatro argentino
“Fugaz”. Fotos: Gentileza Prensa UNL
Roberto Schneider
Muchos y variados son los temas que confluyen sobre la corriente de opinión para encrespar las aguas de la realidad nacional. Casi todos tienen estrecha vinculación con la marcha de la economía, tal vez la gran condicionante de la paz política en el país. Pocos sectores de la comunidad escapan a los efectos desgastantes de la recesión económica. Los núcleos activos y la clase pasiva de todos los niveles soportan la tensión provocada por un estado de incertidumbre que va mucho más allá de la simple elevación del costo de vida para colocarse en la angustia de no saber qué puede ocurrir en plazos inmediatos.
Para contrarrestar este panorama doloroso, en los primeros días de noviembre y desde hace nada menos que 14 años, la Universidad Nacional del Litoral coloca indiscutiblemente a Santa Fe en el panorama de las artes escénicas del país, con la organización del Argentino de Artes Escénicas que, hay que consignarlo de entrada nomás, alcanzó este año los picos artísticos más altos en su realización. Aquí cabe recordar que nuestra ciudad se ha caracterizado, en el devenir de su historia, por una intensa actividad cultural, detenida a veces por los avatares políticos y económicos pero en estado de evolución. Siempre ha existido una especie de suelo fértil propicio a la fecundación y germinación de nuevas ideas y de nuevas manifestaciones del espíritu humano. Y el rol de la UNL a lo largo de su fecunda actividad, es una de las ramas de la cultura local que da continuamente brotes de real jerarquía, para demostrar con contundencia que en el interior del país se hace el mejor teatro.
Lo mejor de lo mejor
El Argentino de Artes Escénicas -que se realizó con el auspicio del Instituto Nacional del Teatro, el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia y la Municipalidad de Santa Fe- se inició de la mejor manera, con el estreno de “La jauría de las damas”, escrita y dirigida por Adrián Airala y correspondiente a la Convocatoria UNL Espacio de Representación (Trayectoria, 2017), excelente montaje que merecerá nuestro pormenorizado análisis en estas mismas páginas. La gran fiesta llegó desde la Docta, con el elenco de la Comedia Cordobesa que hizo bailar a los espectadores con “Eran cinco hermanos y ella no era muy santa”, del dramaturgo Miguel Iriarte, con dirección de David Picotto.
Quienes ejercen el humor y lo entregan al prójimo practican una de las formas más altas de la misericordia. El verdadero humorismo exige un espíritu poético, capaz de elevarse a la libertad y a la filosofía y dotado no de un gusto vacío, sino de una manera más alta de considerar al ser humano. Picotto ejerce desde la dirección una idea inteligentísima: rescatar el original costumbrista de Iriarte, de enorme e indiscutible valor popular, para transformarlo en una aplastante y brillante versión con música cuartetera. Atrapa desde su concepción del personaje el enorme talento de la actriz Silvia Pastorino en el personaje de la madre, muy bien acompañada por un elenco que se saca chispas sobre el escenario para hacer lo que mejor saben: actuar. Lo integran el santafesino Oscar Mercado, Cecilia Román Ros, Pablo Tolosa, Gabriela Grosso, Gabriel Coba, Patricia Rojo, Carolina Godoy y Gonzalo Tolosa.
“El arbolito rojo”22
“Transmuteiyon” fue la interesante intervención coreográfica de la Convocatoria UNL “El cuerpo todo. Cuerpo disciplinado” Trayectoria 2017, con dirección de Gastón del Porto. Son sus bailarines: Magalí Airala, Gabriela Lavagnino, Ignacio Francia, Gabriel Paredes y Rocío Solís, más los destacados músicos Mauricio Bernal, Flavio Gilli y Nahuel Ramayo. Desde Buenos Aires, llegó con todo el talento “Gurisa”, con dramaturgia y dirección de Toto Castiñeiras. El espectáculo conmovió y deslumbró a los espectadores, a partir de la plasmación contundente y sumamente expresiva de la poesía y la narrativa gauchesca sobre un escenario. En la totalidad quedó demostrado el universo de la pampa y sus gauchos; en realidad, en este caso las “chinas” de la historia. El montaje se destacó por sus altos valores estéticos, puestos de manifiesto en el precioso vestuario de Daniela Taiana, la música original de Javier Estrin y en el magnífico diseño de luces de Omar Possemato, que adquirió rol de eje estructurante. La propuesta se enriqueció por el desempeño de su elenco, integrado por Juan Azar, Francisco Bertín, Marcelo Estebecorena, el santafesino Nicolás Depetre, Pablo Palavecino y Fred Raposo, más Ignacio Torres. En el manejo y la expresividad de los cuerpos radicó el nivel de expresión mayor. Esos cuerpos son un dispositivo escénico que tiene siempre al otro como soporte. La totalidad se conjugó en una gran explosión de creatividad, transformado en un acto de profunda belleza.
Desde Tucumán llegó “Amar amando (o los ojos de la mosca)”, con dramaturgia y dirección de César Romero, una profunda metáfora política de incuestionables valores, con una propuesta estética en la que forma y fondo se dieron la mano en perfecta simbiosis creativa. Altas dosis de excelencia puesta de manifiesto en la exquisita y cuidada plasmación estética de un tiempo histórico determinado y en el estupendo comportamiento del elenco, integrado por Cristian Valdez, Lucas Gómez, Ruth Pláate, Maximiliano Sierra, Samuel Cortez, María Monteros y la estupenda e inolvidable Elba Naigeboren.
Sobresaliente
Conmovió a los espectadores que llenaron las dos funciones programadas en la Sala Marechal la conmovedora y aplastante interpretación de Luis Machín en “El mar de noche”, del dramaturgo Santiago Loza, en una cuidada y precisa dirección de Guillermo Cacace. El texto es sumamente doloroso y poético; está basado en el “De profundis” de Oscar Wilde y en “Muerte en Venecia”, de Thomas Mann. El autor clava el escalpelo para plasmar en la escena la historia de un hombre abandonado por el amor, que Cacace dirige con precisión para obtener de Machín una inolvidable clase de actuación que quedará grabada en nuestra memoria por plasmar ese universo misterioso que palpita y borbotea en torno de ese hombre atravesado por el dolor.
“El amor es un bien”, con dramaturgia y dirección de Francisco Lumerman y lejanamente basada en “Tío Vania” de Chéjov, también llenó la función programada en La Abadía, para contarnos que la retórica ya no sirve, y entonces quedan el balbuceo, la metáfora, el apunte al paso, la reflexión que llega a lo hondo y comprueba que el amor (el concepto amor, en toda su amplitud amorosa, sexual, espiritual, fisiológica, filosófica y hasta casi mística) es, como la cebolla, una serie de capas superpuestas: si se las va arrancando en pos del núcleo central, la cebolla desaparece. Y puede, por qué no, hacernos llorar. Mucho. Lumerman comprendió la esencia fragmentaria, fugitiva e inclasificable del amor.
Porque hay tantos amores como seres capaces de imaginarlo, vivirlo y sufrirlo. Lo mejor de la propuesta es la labor de un elenco magnífico, entregado con indisimulable pasión. Lo integran Julieta Timossi, Jorge Fernández Román, Candela Souto Brey, Ignacio Gracia y el talentoso José Escobar, en una actuación por muchas razones inolvidable y querible al mismo tiempo, de fuerte entrega y presencia escénica.
“Gurisa”.
Más de lo mejor
“El cruce” de Teatro del Bardo de Paraná arribó para dictar clase de actuación y entretenimiento puro, a partir del cuento homónimo de Sebastián Borkoski y relatos de Horacio Quiroga, con dramaturgia de Valeria Folini y dirección precisa y preciosa de Gabriela Trevisani. Se plasmó sobre el despojado escenario la más linda danza de cuerpos y sonidos con signos teatrales de envergadura puestos sobre la escena, para el disfrute y el entretenimiento del mejor cuño. Juan Kohner, Toño López y Andrés Main cautivaron a partir del recorrido del arte litoraleño en su mejor expresión, potenciado por el desempeño de los tres actores que entregaron todo su enorme talento. Verlos trabajar fue un placer indiscutido, porque lograron también un clima de magia y fantasmagoría que requiere la propuesta.
Desde Rosario, arribó una de las propuestas más entrañables y potentes del AAE. “Laurita tiene muchas cosas que hacer (ficción autobiográfica)”, de Ricardo Arias y Laura Copello, también protagonista de una entrañable y rigurosa historia de una mujer y su itinerario de alegría, angustia y compromiso político. Arias otorgó desde la dirección a los objetos un aura propia. Su puesta se abrió con luces y sonidos que caían sobre las cosas inertes, dotándolas de una rica vida propia. Y estaba ella sobre la escena: Laura Copello. Para encantarnos, seducirnos y hacernos sentir que la vida no pasa en vano cuando se vive con intensidad. El espectáculo, bellísimo y nos brindó la posibilidad de acompañar a esa mujer por su camino inteligente, encantador y definitivamente amoroso.
También “El arbolito rojo”, de Rosario, con dramaturgia y dirección de Rody Bertol, es una miniatura cincelada con mucho humor, mucha fantasía y seguro oficio. La gracia está en el brillo de cada uno de los personajes y sus entrañables historias. Bertol logra de su elenco los mejores resultados; sus actores son excelentes y aprovechan al máximo lo que la historia les ofrece. Juan Nemirosky, Natalia Trejo, María Ledesma, Mariana Pérez Vivas, Germán Capomassi, Laura Forlla, Gisela Sogne, Alejandro Ghirlanda y Adrián Morriconi ofrecen labores de indisimulable entrega y pasión para una historia de fuerte contenido amoroso, político y entrañable juego de sentimientos y en la que se advierte un alto nivel de vuelo poético para transformarse en un itinerario vital sumamente agradable.
“El amor es un bien”
También se ofrecieron interesantes propuestas como “Relato en fiel simetría”, de Mendoza, con idea y dirección de Luisa Ginevro, para plasmar con contundencia expresiva la problemática de los cuerpos femeninos desdibujados por todo “lo que se agrega”; “Empleados” con dramaturgia y dirección de José Mherez y su doloroso análisis de la cotidianidad, en un grupo de oscuros empleados; “Alimaña”, de La Rioja, con dramaturgia y dirección de Nazarena Rojo e interpretación de Franco Manuel Cesarini Rosales, un doloroso registro de un ser humano angustiado por símbolos destructivos, y la magnífica “No quiero morir desnudo”, de César Brie y Jorge Onofri, del Grupo Atacados por el Arte de Cipolletti, con su inteligente y amorosa historia de seres abandonados por el amor. Excelentes las actuaciones de Dardo Sánchez, Liliana Godoy, Silvina Vega y el mismo Onofri.
Cierre perfecto
“Tierra de nadie (pasos inciertos en dominios ajenos)” llegó desde Córdoba con toda la potencia expresiva y la belleza visual y sonora de una totalidad puesta sobre la escena de manera magnífica por la dramaturga y directora Cristina Gómez Comini. Lo que se destacó es la perfecta tensión creativa. Todos dibujaron sobre la escena alternativa y simultáneamente complementaciones, simbiosis, silencios, armonías, encuentros. Lo totalidad sumó belleza plástica en el vestuario de Ana Carolina Figueroa; el diseño sonoro de César de Medeiros y el perfecto diseño de luces de Rafael Rodríguez. En el elenco surgió con fuerza demoledora la bella Natalia Bazán, muy bien acompañada por Erik Sánchez, Gastón Palermo, Franco Moroso y Javier Mazzuchelli, entregados al sabio y depurado equilibrio de Gómez Comini, quien realiza una apasionada y exquisita exploración en el manejo de los cuerpos para obtener los más brillantes resultados.
Y para cerrar, la frutilla del postre: la presentación de Osqui Guzmán junto a Leticia González De Lellis, en función coorganizada por Fundación Osde, de “Fugaz. Pura comedia improvisada”. La aparición de alguien como Osqui en escena es suficiente para que se celebre a todos y a todo lo que lo rodea aun antes de que la acción empiece a desarrollarse. Basta con que Guzmán emita una risita breve al inicio del espectáculo para que se oyera como un eco la risa cómplice de la platea. El actor demuestra por qué es un grande de verdad, con genuinos recursos y apabullante demostración de su talento. Está muy bien acompañado por Leticia González De Lellis, soporte esencial para la inmediata comunicación. La totalidad está cuidada en todos sus aspectos visuales con suma exquisitez. El final logra la larga ovación de los santafesinos para cerrar una noche amorosa. Muy amorosa.