terra incognita

Patrimonios y algo más

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El profesor y economista francés Thomas Piketty, en 2015, durante la presentación de su libro “El capital en el siglo XXI”, en Santiago (Chile). Foto: EFE / Sebastián Silva

 

Por Mauricio César Yennerich (*)

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La sonrisa invertida

El bielorruso, nacionalizado estadounidense Simón Kuznets, ganador del Premio Nobel de Economía en 1971, sostuvo -en un congreso en Detroit, en 1948- que “el crecimiento de la economía es permanente, sin importar gobiernos o instituciones”. A quien conozca, aun someramente, los avatares de la política en Argentina, la idea podrá resultarle irónica. Una de las transfiguraciones de ese postulado es lo que se conoce como “La curva de Kuznets”: una amplia y fina sonrisa invertida, que es un cuadro de doble entrada, con los niveles de ingresos per cápita en el eje de las abscisas (1) y los de desigualdad social en el de las ordenadas. Sesenta años después, la sonrisa invertida de la curva de Kuznets ya puede ser vista como un gesto de amargura y preocupación.

¿El futuro? How is it?

En el comienzo de su libro “El capital en el siglo XXI”, Thomas Piketty (Siglo XXI, 2014) hace una referencia en clave de continuidad de su escuela al trabajo de Kuznets, que no le impide advertir el error de haber pensado tan candorosamente en la prosperidad fraterna del capitalismo. El juicio categórico hacia quienes no son contemporáneos siempre es un buen motivo para ejercitar la reivindicación. Implica cierta vileza, como hablar mal del ausente, quien, como no está, no puede defenderse.

Tratemos de imaginar la escena: el economista acaba de compilar estadísticamente los ingresos anuales nacionales en un registro impositivo que empieza en 1913 y termina en 1948. Es en gran medida el fundador de los sistemas nacionales contables de economía. Al terminar de consignar el último número de la serie, levanta la cabeza, fija la mirada humedecida por el cansancio de sus ojos en el ventanal de su estudio en la Universidad de Harvard, respira profundamente y escucha que un colaborador le pregunta:

—¿Y qué va a pasar en el futuro?

—¿Qué va a pasar en el futuro?... -responde replicando, como si la pregunta estuviera dirigida a otro. Sólo para salir de la confusión, insistirá, ya incorporado del respaldo:

—¿Cómo “¿qué va a pasar en el futuro”?

—Sí, ¿qué va a pasar con la desigualdad, por ejemplo?

—Ah... la desigualdad... dura un tiempo y después pasa.

Y claro, ¿qué iba a decir? El complejo militar-industrial norteamericano estaba funcionando a pleno y a escala mundial, y los Estados del Bienestar resolvían, con sus variantes, gran parte de los antagonismos sociales por medio del pleno empleo de los factores, principalmente del trabajo asalariado, y en el plano de lo simbólico, la fábrica de fantasías de Hollywood estaba en su apogeo. Comenzaban los “treinta dorados”.

Rendimiento del capital y crecimiento de la economía

La obra de Piketty tiene como objetivo estudiar la dinámica histórica de distribución del capital en los últimos 200 años. Esta dinámica obedece a dos fuerzas motrices dominantes: una de convergencia, basada en la difusión de conocimientos, entendidos como bienes públicos, por un lado; y por el otro, la de divergencia, que se encuentra, por caso, en la capacidad de autorregulación del nivel de salario de los súper gerentes, los súper ejecutivos y las súper estrellas.

La fórmula que usa para estudiar esa dinámica histórica r > g es una de las dos leyes fundamentales del capitalismo, textualmente: “La desigualdad fundamental supone que la tasa de rendimiento del capital (r) es mayor que la tasa de crecimiento de la economía (g); r > g es en realidad una simple igualdad contable, una fórmula para medir la participación del capital en el ingreso nacional, a saber: a = r x -, el ingreso nacional (a) es igual al rendimiento del capital por la relación capital/ingreso (<), lo que permite asociar el acervo de capital con el flujo de los ingresos del capital. Por definición [a = r x -] se aplica a todas las sociedades y en todas las épocas (...) permite vincular de manera simple y transparente los tres conceptos más importantes para el análisis del sistema capitalista: la relación capital/ingreso, la participación del capital en el ingreso y la tasa de rendimiento del capital.

El caso nacional de Francia, por ejemplo, expresado en un gráfico que indica la relación entre capital e ingresos entre 1870-2010, muestra que entre 1870 y 1910 el valor del capital privado, en % del ingreso nacional, era mayor al 700 %; entre 1910 esta relación porcentual cae hasta un 300, incluso a 100 % entre 1910 y 1970, poniendo en evidencia la función redistributiva de las conflagraciones mundiales, para repuntar hasta un 500 % y más en estos días. “Es importante recalcar -escribió el autor- que la desigualdad fundamental r > g, principal fuerza de divergencia de nuestro esquema explicativo- nada tiene que ver con una imperfección del mercado, muy por el contrario: mientras más “perfecto” sea el mercado del capital, en el sentido de los economistas, más posibilidades tiene de cumplirse la desigualdad. Es posible imaginar instituciones y políticas públicas que permitan contrarrestar los efectos de esta lógica implacable -con un impuesto mundial y progresivo sobre el capital-, pero su instrumentación plantea problemas considerables en términos de coordinación internacional. Por desgracia, es probable que las respuestas que se den en la práctica sean mucho más modestas e ineficaces, por ejemplo en forma de repliegues nacionalistas de diversa naturaleza”. Esta idea permitió concebir una aristoburocracia contable global como componente de las Estados preocupados por la distribución con justicia de la riqueza.

La edición consultada en 2015 para el Seminario Baccolla de Historia Social Contemporánea de la Maestría en Ciencias Sociales (Fhuc-FCJS UNL), con una tirada de 5.000 ejemplares, tiene en la tapa dos imágenes: un huevo y una pluma. Connotadas, son el resumen del problema que aborda el libro y remiten a “La gallina de los huevos de oro”, que es una fábula en la que un granjero y su esposa, que tenían una gallina que ponía un huevo de oro cada día, suponen -mal- que la gallina debería contener un gran terrón del oro en su interior, y para averiguarlo la abren. Para su sorpresa, la gallina no se diferenciaba en nada de sus otras gallinas. Moraleja: esperando llegar a ser ricos de una sola vez, se privaron en adelante del ingreso de oro diario. En la tapa, la pluma abajo de un luctuoso huevo dorado es la huella de su partida. El huevo de oro solitario es un ícono metafórico del ascenso estructural reciente de la riqueza privada, es decir, del capitalismo patrimonial. Esto quiere decir que llegó la hora de los herederos. Entonces, sin nostalgia ni prejuicio, el economista francés podrá preguntarse: ¿en qué medida algunos países llegarán a ser propiedad de otros a lo largo del siglo XXI?

De la lucha de clases a la lucha de percentiles: nada que no hayamos visto

Excepto durante los treinta dorados (1945-1973, c.), en todo el siglo XX y -sobre todo- en los siglos XVIII y XIX, la riqueza por herencia, es decir la sociedad patrimonial, fue dominante. Es el tipo de sociedad en la que, según el economista francés, nos tocará vivir. El hecho de que la lógica del propietario haya recibido impugnaciones aceptadas cuando lo hizo y no antes ni después, es una generalización empírica que podría ser también un buen punto de partida, o una “piedra de toque” -como les gusta decir a muchos científicos sociales- para pensar la relación entre la economía y la política, entre la emancipación y el crecimiento de la producción.

En esta parsimonia actual, en esta sociedad pseudo esclerótica, puede inferirse un nuevo tipo de conflictividad: la lucha de percentiles. Los protagonistas de esta lucha serían: la clase dominante (1 %), la acomodada (9 %), la clase media (40 %) y la popular (50 %). La aparición de la clase media patrimonial es una de las innovaciones más importantes de la historia. En nuestro país, se viene erosionando desde los '70, fustigada por las políticas económicas. El otro 50 % constituye la base electoral para los gobiernos que encarnan los repliegues nacionalistas de diversa naturaleza de los que nos hablaba Piketty. Parafraseando a Sabina, ya vimos a “Trotsky en Wall Street fumar la pipa de la paz” sin el más mínimo asombro; quién sabe cuántas irreverencias más nos esperan.

(*) El autor es docente e investigador en Ciencias Sociales. Profesor de Geografía, egresado de la Facultad de Humanidades y Ciencias (Fhuc) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Tesista de la Maestría en Ciencias Sociales que dirige el Dr. Víctor Ramiro Fernández, en dicha casa de altos estudios.

(1) Coordenada cartesiana horizontal (www.rae.es)