llegan cartas

Recuerdos del parque Garay

PABLO GIGLIOTTI

DNI 6.200.504

Hurgando entre las cosas de mi archivo personal, encontré una nota de vuestro vespertino del día 2/8/2009, haciendo referencia a los 70 años de la fundación del parque Juan de Garay. Eso trajo a mi memoria cuando, en el año 1935, mis padres se radicaron en barrio Roma, a escasas seis cuadras de lo que era el parque Garay.

Los chicos de la cuadra, en su mayoría, jugaban con la pelota de trapo, no daba para más. Luego de hacer los deberes de la escuela, nos daban permiso para ir al parque; un par de horas era suficiente, luego había que regresar.

Ir al parque era un placer; el poder disfrutar de los juegos... Había hamacas, tobogán, subibaja, calesita y sillas hamacas. Nos gustaba subir a los árboles. Recuerdo que en un sector había una pajarera inmensa, grande casi como una habitación. Centenares de ejemplares daban un colorido especial por las distintas especies.

Existían baños y bebederos, la montañita rusa y el espacio donde la parroquia realizaba el tradicional Vía Crucis.

Una señora, empleada municipal, era la placera. Controlaba que los chicos no hicieran travesuras para evitar algún accidente, y si alguno no le hacía caso, hacía sonar un silbato, llamándole la atención.

También nos deleitábamos observando a los patos y gansos, que andaban por los lagos muy tranquilos, y nadie los molestaba.

Hoy escasamente quedaron algunas hamacas y es una verdadera pena cómo se encuentra el parque, siendo un espacio que merece mayor atención por parte de las autoridades políticas.

Así quise memorar aquellos años de mi niñez. Vivo frente al parque, a diario lo visito, porque salgo a caminar y a pasear a mis mascotas.