Tribuna internacional

Un Brexit costoso y caprichoso

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Un manifestante en contra del Brexit hace flamear las banderas de la Unión Europea y la británica frente al Palacio de Westminster en Londres, Reino Unido. Foto: DPA

Susana E. Dalle Mura

“La historia demostrará que el Brexit es un error tremendo”, Manfred Weber, líder del mayor partido político del Parlamento Europeo.

El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte conformado por Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda votaron el 23 de junio de 2016, en un referéndum histórico, su decisión de marcharse de la Unión Europea. Ese proceso denominado Brexit planteaba: salir o permanecer en esa integración. Ganó por poca diferencia. El 51,9 % apoyó la salida, en tanto el 48,1 % votó por permanecer. En ese plebiscito se decidió abandonar el proceso de integración más importante y paradigmático del mundo no sólo por ser el primero y más avanzado sino por la posibilidad de hacerle frente a las grandes potencias. El resultado del referéndum no fue el esperado y las consecuencias en numerosos campos son impredecibles. El portazo a Europa puede suponer que tanto Escocia como Irlanda del Norte decidan convocar a sendos referéndums, en los que se planteen su futuro no sólo ya fuera de Gran Bretaña sino también unidas a la UE (la última votación probó que es en ese lugar donde ambas desean permanecer). Inglaterra y Gales, sin embargo, votaron mayoritariamente por marcharse del proyecto comunitario salvo contados feudos pro integración. Los jóvenes votaron mayoritariamente a favor de la permanencia; mientras que la población de más de 65 años inclinó desfavorablemente la votación para salir. Otra característica del voto en esa oportunidad fue que las personas con formación universitaria votaron masivamente por la permanencia; a mayor nivel educativo es siempre superior la adhesión a los procesos de integración. Los líderes defensores de más control de las fronteras y críticos con la inmigración canalizaron la insatisfacción popular en esta consulta: el miedo al desempleo y la inseguridad fueron protagonistas.

Las consecuencias

Los efectos de la desintegración siempre implican un costo-beneficio y ya son palpables las consecuencias actuales y a futuro del Brexit: muchos bancos importantes analizan abandonar el Reino Unido, habrá menos recursos para investigación científica, puesto que muchas de esas partidas provienen de fondos europeos. El Brexit está provocando que 17.200 profesionales sanitarios, entre médicos y enfermeras, abandonen el Reino Unido. Es un récord histórico ante la incertidumbre laboral. Hay pedidos de ingreso en otros países de la UE de esos profesionales. Por ello, continuar en Europa representaría para Gran Bretaña y la propia UE, más certezas y beneficios, que la actual incertidumbre por la salida de uno de sus socios estratégicos.

Se están elucubrando dos versiones de la separación: una denominada “dura” o “limpia” (Brexit duro) y otra “blanda” o “suave” (Brexit blando). La primera opción implica una ruptura clara con Bruselas. La relación entre el Reino Unido y los restantes 27 Estados miembros actuales de la UE sería comparable a la que tienen con Canadá. Los ciudadanos europeos deberían solicitar permiso de trabajo para vivir y trabajar en Gran Bretaña. Además, se necesitaría un acuerdo de libre comercio que permitiera la libre circulación de bienes y servicios, sin tasas aduaneras. La segunda opción, el Brexit “blando”, significaría la búsqueda por parte de Londres de un vínculo con la UE similar al que tiene con Noruega, que no es miembro de la Unión, pero que tiene pleno acceso al mercado único. Para ello, debería contribuir al presupuesto comunitario, permitir a los ciudadanos de la UE vivir y trabajar en el país y asumir una gran parte de la legislación europea.

Los costos en cifras

El alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, difundió recientemente un documento acerca del impacto de la salida del Reino Unido de la UE. Khan encargó la evaluación, después de que el ministro para la salida de la UE David Davis, admitiera ante el Parlamento, que no se había solicitado ningún estudio sobre impacto del “divorcio” del bloque. Ese informe determinó que se pueden perder medio millón de empleos y unos 50.000 millones de libras (56.449 millones de euros) en inversiones antes del 2030, si las negociaciones con la Unión Europea no llegan a un acuerdo. El análisis sobre el potencial impacto económico de una retirada del bloque europeo fue realizado por la firma Cambridge Econometrics y evalúa varias posibilidades, que incluyen las posibles consecuencias de una salida del mercado único y de la unión aduanera, y vaticina una “década perdida” si adopta un Brexit “duro”. También pronostica que una salida de la UE, sin acuerdo con Bruselas, podría ocasionar, solamente en Londres, la pérdida de 87.000 puestos de trabajo, con una reducción de la facturación económica en un 2 % menor en el 2030; de la que se obtendría si el abandono del bloque fuera “suave”. El alcalde de Londres también resaltó que el análisis concluye que “cuanto más duro sea el Brexit, mayor será el potencial impacto en los empleos, el crecimiento y los estándares de vida”.

Durante la campaña del histórico referéndum, Khan fue un acérrimo defensor de la permanencia en la UE y desde que triunfara la opción de la retirada, el político se ha mostrado partidario de que el país siga en el mercado único y la unión aduanera. El informe demuestra también que el Brexit perjudicará a la economía británica y cuanto más duro sea, más grave será el daño económico que produzca. El alcalde de Londres dijo: “He divulgado estas evaluaciones porque los ciudadanos y nuestras empresas tienen derecho a conocer el probable impacto de las varias opciones que se plantea el gobierno sobre sus vidas y sus finanzas”, y agregó que los datos “muestran por qué el gobierno debería cambiar ahora su enfoque y negociar un acuerdo que permita continuar en el mercado único y la unión aduanera”. En el peor de los escenarios, es decir, sin acuerdo ni período de transición, derivaría en 482.000 puestos de trabajo menos en todo el país y la pérdida de 46.800 millones de libras en inversiones antes de 2030. Los sectores más afectados, sin acuerdo, serían el financiero y el profesional. Ellos podrían perder 119.000 empleos a nivel nacional. Incluso una opción más suave -como la continuidad del país en el mercado único, pero saliendo de la unión aduanera, tras un período de transición- podría terminar con 176.000 empleos antes de 2030 y con 20.000 millones de libras menos en concepto de inversión, de acuerdo a las partes del documento transcriptas.

Los cambios de opinión

Nigel Farage, ex líder de la ultraderecha británica, principal fogonero del Brexit y ex titular del Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip), quien hasta ahora se oponía a una nueva consulta, sorprendió recientemente al decir que aceptaría una nueva votación sobre la permanencia británica en la UE. Lentamente, pero de manera ininterrumpida, aparecen nuevas voces a favor de un nuevo referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea. Desde el ex primer ministro Tony Blair hasta el antiguo líder liberal-demócrata Nick Clegg, al actual presidente de Francia Emmanuel Macron y el magnate George Soros, son muchos los que advierten que el 52 por ciento con que ganaron los euroescépticos en el referéndum de 2016 no constituye una mayoría sólida para determinar la salida del Reino Unido de la UE. La decisión ha sumido al país en un debate permanente y sin solución a la vista. Lo que empeora aún más la situación es que en las actuales encuestas gana un 50 % sobre un 34 % la opinión acerca de la necesidad de realizar una nueva consulta al respecto. La primera ministra británica, Theresa May, aún hoy caprichosamente piensa que Brexit es Brexit y ya fijó la separación ineludible para el día 29 de marzo de 2019, sin avizorar hasta el momento la posibilidad de una nueva consulta. Los jóvenes británicos son los que más desean un nuevo referéndum, con más información y conciencia, de la implicancia de abandonar la UE; la realidad siempre se impone, y uno en política como en la vida puede hacer lo que quiera, lo que no puede es evitar las consecuencias. El Brexit es hoy un claro y contundente ejemplo de un error político costoso y caprichoso, con daño para todas las partes involucradas.