En el extremo noroeste de la ciudad

Unos 90 chicos, en riesgo de no poder ir a la escuela porque no tienen útiles

Lo denuncia un grupo de madres de barrio Santo Domingo. Ellas les ofrecen una copa de leche en forma autogestionada un día a la semana. Temen que esos alumnos (donde también están sus hijos) que van a tres escuelas de la zona, al no tener útiles pierdan la escolaridad y el acceso al comedor escolar. Un relato de la pobreza.

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El grupo de Los Ángeles de barrio Santo Domingo. “A la copa de leche la hacemos por nuestros hijos, y porque todos pasamos por estas necesidades. No queremos que se queden sin ir a la escuela”, dice Cabrera (en la foto, de blusa roja y camisa de jean).

 

Redacción El Litoral

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“Acá la pobreza pega duro. No es fácil. Está ‘fulera’, fea la mano”. La frase retumba en el interior de una casita muy humilde. Está en Pje. Presbítero Pérez y calle Larrea al 6800, en barrio Santo Domingo, en el extremo noroeste de la ciudad, donde el mapa ya se recuesta sobre la Circunvalación. Es una zona dolorosamente pobre: no hace falta buscar eufemismos.

Dentro de la casita está un grupo de madres de alumnos de tres escuelas de la zona. Son una decena, más algunos vecinos que colaboran con ellas. Se autodenominan “Los Ángeles de Santo Domingo”, y lo muestran en cartel de cartulina rosada con letras negras, pegado con cuatro cintas de pintor blanca en la fachada.

Las madres le dan una copa de leche a 88 pibes, entre ellos, sus hijos. Y le llevan una vianda a siete abuelos del barrio (una ración de comida casera que ellas mismas preparan). Llevan un registro detallado en un cuaderno anillado de cada chico, su edad y a qué escuela pertenece. Lo muestran a El Litoral.

Advierten que los pibes no tienen útiles escolares, y que por eso deberán dejar de ir a sus escuelas. Tanto sus hijos como el resto de los alumnos a los que asisten con la copa de leche concurren a las escuelas Santa Fe (secundaria), la Zapata Gollán (secundaria) y la Nº 1265 José Manuel Estrada (nivel primario).

El sábado pasado, después de haber juntado algo de dinero, las madres compraron y les entregaron a la mayoría de los alumnos que van a tomar la copa de leche un anotador simple, un lápiz y una goma. Para que empiecen las clases. Con eso “tirarán” en el aula un mes, acaso dos. “El después será un problema. Muchos quedaron sin útiles, porque no nos alcanzó para todos”, dicen.

Allí una mochila es un lujo, algunos chicos no tienen ni guardapolvos ni calzado. “Van con esas sandalias tipo crocs, y ahora se viene el frío”, cuenta a este medio María de los Ángeles Cabrera, quien habla en representación del grupo de madres. “Sin útiles, perderán la escolaridad, lo que agrava más la situación porque además de dejar de aprender, perderán la posibilidad de ir al comedor escolar, que ellos necesitan para comer”, dice. Allí la pobreza es dura, vuelven a decir.

La copa

La copa de leche se sirve desde hace algo más de dos meses. Empezó a darse por necesidad. La preparan en esa casita humilde, que es de una de las madres. A la leche la hacen en una olla afuera, en el fuego. Se sirve los sábados a las 15: ponen unos tablones que le piden a otra vecina sobre un costado de la calle (casi no pasan vehículos por ese pasaje) y unos bancos de madera. A veces dan la copa por tandas, porque son muchos los chicos que la toman y “cada vez son más”, aseguran las madres.

También se les sirve torta fritas, roscas, a veces un bizcochuelo para acompañar, cuando les alcanza. A todo esto lo hacen en forma autogestionada: ponen plata de sus escasos bolsillos, hacen ventas de empanadas, de pan casero, de pollos, etc., y con eso costean la compra de leche, alguna panificación y demás enseres. Muchas son amas de casa o realizan algún trabajo en el barrio. En general, sus maridos o parejas hacen changas.

“Ahora empezamos a ver que, con el inicio del ciclo lectivo (pese a que hubo paros decretados por los gremios docentes provinciales; hoy y mañana las escuelas estarán cerradas), los chicos dejaban de ir a las escuelas porque no tenían útiles escolares. Es tanta la necesidad que no tienen ni para útiles”, relata Cabrera.

Vulnerabilidad

Barrio Santo Domingo, en el extremo noroeste, tiene problemas de servicios: de agua potable, de iluminación, de conectividad (colectivos), y de recolección de residuos. “Ni el cartero entra. Otro drama es la inseguridad, como que estamos olvidados acá”, dicen las madres. El Litoral constató que hay varios microbasurales en todo el radio de la zona, calles sin nomenclatura clara y de tierra, en muy mal estado para la circulación.

“A la copa de leche la hacemos por nuestros hijos, y porque todos pasamos por estas necesidades. No queremos que se queden sin ir a la escuela”, deja en claro Cabrera. Por eso, juntaron algo de plata para comprar cuadernitos de apuntes, lápices y gomas de borrar. Con eso arrancaron los chicos en el aula. “Pero quedaron muchos chicos sin útiles, sólo conseguimos eso”, agrega Cabrera.

La madre plantea una cuestión más profunda: “En la escuela los chicos tienen el comedor escolar de lunes a viernes. Si no tienen útiles, van a perder la escolaridad. Es decir, nuestros chicos se van a quedar sin el comedor, que lo necesitan para comer, y sin estudiar, o sea, sin un futuro”, reitera Cabrera. Piden alguna ayuda para seguir, y el compromiso de más vecinos de la zona que quieran acercar donaciones para la copa de leche, donaciones de útiles. O simplemente ayudarlas a seguir con el trabajo de asistencia.

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La copa de leche se sirve los sábados. Las madres se autogestionan para dársela a unos 90 chicos, “aunque cada vez son más”, aseguran. Piden ayuda, pues estos alumnos de tres escuelas no tienen útiles escolares.

Fotos: Luis Cetraro

Contacto para donar

Quienes deseen comunicarse con el grupo autoconvocado de madres “Copa de Leche Los Ángeles de Santo Domingo” para realizar alguna donación (tanto de útiles escolares como para la copa de leche), pueden comunicarse al celular 154-347911 (Ángeles Cabrera).