Enrique Mammarella

UNL: un refuerzo de las bases universitarias con miras al futuro

La nueva gestión universitaria propone mantener las raíces con las cuales se sostiene la universidad desde su reforma, pero entendiendo la sociedad de hoy con sus nuevas necesidades y demandas, preparando al ciudadano para los futuros desafíos.

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El rector de la UNL sostiene que “hoy el aula debe ser un lugar de motivación y de reflexión, donde se tiene que agudizar el pensamiento crítico”.

Foto: Gentileza Jorge Anichini

 

Valeria Elías

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La Universidad Nacional del Litoral es una institución del siglo pasado, reconocida como tal por la reforma universitaria de 1918, manteniendo desde entonces el espíritu reformista con sus principios y valores. Las últimas gestiones universitarias han producido cambios dentro de la propia institución que han repercutido socialmente. Esta nueva gestión propone un cambio en ese paradigma y es la de tener una universidad más integrada en la sociedad y trabajar en conjunto para el crecimiento y el fortalecimiento de los ciudadanos en general.

El rector electo Enrique Mammarella y el vicerrector Claudio Lizárraga proponen una gestión articulada y coordinada en perspectiva con una realidad desafiante y un futuro promisorio. El Litoral tuvo acceso a una reunión con el reciente rector en donde pudimos descubrir un perfil emprendedor y un proyecto sólido de gestión.

En una universidad camino al centenario de la reforma, con ideas de comunidad universitaria libre y abierta, políticamente autónoma y aseguradora del carácter estatal de la enseñanza universitaria como se planteó hace 100 años, se proyecta la universidad del futuro.

Una sólida trayectoria

Enrique Mammarella nació en Santa Fe, como toda familia tradicional, sus padres tenían perfilado un futuro profesional, pero Enrique tenía una pasión, una corazonada, su propio sueño. “Desde chico fui bueno con las ciencias exactas, me gustaba la matemática pero también era bueno con la lengua, la literatura, siempre me gustó leer. La escuela primaria la hice en La Salle y mis padres preferían que siguiera con la creencia de ‘mi hijo el doctor’, uno me veía contador... el otro médico, pero lo mío era otra cosa, así que pedí cambiarme de escuela e ingresé al Industrial”, relató Mammarella, conocido entre los más íntimos como “Quique”.

Esa decisión fue la que terminó definiendo su carrera y hasta entonces, su vida. “Ese cambio me marcó el camino, yo quería ser químico, pensando tal vez que la química era más del laboratorio, de lo exótico, del científico loco, y no tanto de los cálculos... y con el tiempo me fui dando cuenta de que lo que yo quería ser era ingeniero, lo que quería hacer era resolver problemas”, continuó su relato.

Cursó los seis años y desde ahí entendió que la escuela era para ser ingeniero químico, no la escuela para ser técnico químico. Entonces, agregó que “cuando empecé la facultad mi idea de la carrera estaba relacionada con las grandes industrias, era ser el gran ingeniero, pero realmente lo que me marcó fue ser técnico industrial, porque en la mitad de la carrera universitaria apareció un aviso en uno de los edificios de la facultad pidiendo un técnico químico para trabajar en investigación en un instituto, en ese momento era el Ceride. Yo me presenté pero no quedé, mi carpeta quedó. La tomó otra investigadora, Amelia Rubiolo, me llamó y me preguntó si quería empezar a trabajar en investigación”.

Como condición, la investigadora le puso que se tenía que recibir. Enrique tenía clara sus metas: “Sí, yo me quiero recibir, voy a ser ingeniero químico y quiero seguir estudiando. Entonces cambió lo que yo pensaba, que iba a ser el ingeniero industrial a ser un ingeniero mucho más relacionado con lo académico. Así, antes de terminar mi carrera universitaria ya estaba trabajando para uno de los institutos del Conicet, primero como técnico y después, ya recibido, tuve la oportunidad de ser profesional en el instituto”.

El perfil emprendedor se divisa en esa perseverancia y la capacidad de poder tomar decisiones en el camino, decisiones que trazan el destino personal. “Para ese entonces yo tenía mucho construido en Santa Fe, lo académico, la investigación me gustaban, dar clases siempre me gustó, tenía que romper con mucho y fue mi decisión quedarme como ingeniero químico. A partir de ahí, una cosa siempre trae la otra, yo tenía militancia estudiantil, presidente del centro de estudiantes y consejero elegido en el mismo año, doble elección, ahí empezó esto de la gestión y la academia, fueron madurando las dos cosas, pude hacer mi doctorado, pude tener experiencia en gestión. También había empezado con un cargo docente como ayudante de primera, cargo en el que estuve por más de 20 años hasta poder concursar el cargo de profesor”, aclaró el rector.

Terminó su relato: “Todo fue como que se fueron alineando los planetas, fue una carrera que uno no la va pensando en el sentido de cuándo termina, porque uno es de los que no está pensando en el retiro, sino en cuál es el próximo paso y de ahí la meta del docente que se plantea llegar a la conducción”.

Una gestión que refuerza valores

Esta nueva gestión universitaria no perfila cambios rotundos sino los que tienen que ver con lo operativo y los nuevos desafíos que depara el futuro no tan lejano. Estos cambios también tendrán un mayor impacto social que se irán divisando con el paso del tiempo.

Sobre esto, Mammarella explica que “nuestra misión sigue siendo la de formar profesionales y capacitar a los docentes y a los investigadores etc., en la concepción de que no importa cuál sea el futuro, porque estamos necesariamente obligados a construirlo, somos partícipes de ese futuro porque va a depender mucho de lo que hagamos nosotros ahora en el presente, hoy. Entonces cómo nos preparamos para ese futuro, teniendo una mente mucho más abierta, el mayor problema actualmente no está en el conocimiento, hoy al conocimiento se accede a través del celular, sino en saber qué hacer con todo ese conocimiento”.

Plantea que el conocimiento en diferentes áreas se va multiplicando con mayor rapidez, y esto requiere de carreras con currículas que se piensan hoy para resolver problemas del futuro, entendiendo que ni siquiera sabemos con precisión cuáles son esos problemas.

“Hoy, el aula debe ser un lugar de motivación y de reflexión donde se tiene que agudizar el pensamiento crítico de poder discernir cómo voy a poder usar ese conocimiento, si para bien de la sociedad o no. La ciencia es neutra, el uso de la ciencia no; entonces necesitamos formar esos profesionales para que quieran resolver los problemas de la sociedad”, profundizó el nuevo rector. Luego aclaró “si la universidad sólo formara profesionales para cubrir los puestos que necesita la economía hoy no estaría cumpliendo con su mandato de generar riqueza, la universidad debe ayudar a expandir la economía, a expandir la sociedad no sólo preparar para los lugares que ya tenemos. El concepto emprendedor es un concepto más amplio que mantener un emprendimiento, creo que es un concepto que todos debemos revalorizar y entender que emprendedor es aquel que tiene la capacidad de hacer que las cosas sucedan”. Y agregó: “Por eso, un alumno debe ser emprendedor con su carrera, tiene que ser emprendedor con el material de estudio, con el conocimiento no esperar a que se lo traigan, ir a buscarlo, materializar lo que cada uno está pensando, queriendo, desarrollando desde ahí debemos trabajar el emprendedorismo y a su vez aquel que pueda desarrollar un emprendimiento económico o social lo pueda desarrollar de forma autónoma”.

El ciudadano

En su misión formadora de ciudadanos capaces de aportar a la sociedad con experiencias y conocimientos, la universidad con esta nueva gestión perfila a un ciudadano que no sólo tenga un reconocimiento cultural o educativo sino en una cuestión social y política. Sobre esto el rector opinó: “No sirve de nada que nosotros formemos intelectuales que queden aislados dentro de la sociedad, para esto se requiere trabajar en conjunto, pero necesitamos que esas cosas pasen, nosotros tenemos que lograr que los poderes del Estado trabajen adecuadamente, para que uno pueda tener seguridad, leyes, educación, salud. Necesitamos el profesional crítico que pueda ir a la par para hacer crecer estas cuestiones necesarias. Aspiramos a una Universidad más comprometida socialmente pero también con un mayor impacto, cuyos investigadores reconocidos por su profesionalismo y su calidad de trabajo, se junten por áreas para que se produzca la sinergia y tengan mayor impacto en su trabajo”.

“También la comunicación -agregó Mammarella- la interrelación, es fundamental, es un trabajo que es importante y debe hacerse de forma horizontal y tiene que trabajarse fuertemente porque necesitamos el dialogo y a partir de ese diálogo interdisciplinario darle nuevas miradas a los viejos problemas: de la pobreza, de la falta de acceso a los bienes públicos, del desempleo, de la inseguridad, que con las viejas recetas no lo vamos a resolver” explicó.

Respecto de la visión falaz que socialmente sostiene que la universidad es para algunos y que los pobres no tienen acceso, conversamos sobre la misión de la universidad pública, libre, gratuita y laica y de todos los programas existentes para apoyar a las personas con menores recursos o posibilidades. Sobre esto, Enrique Mammarella comentó que “hay que empezar a crear agendas conjuntas con otras instituciones y entidades, no sólo de las universidades y el Estado, sino de quienes forman parte de ese colectivo en el cual queremos empezar a trabajar, para empezar a entender aspectos socios-culturales porque la exclusión es la exclusión de los bienes públicos”.

“Nosotros como universidad y desde la nueva gestión, nos planteamos dejar de reconocer como una homogeneidad las cohortes que ingresan a la universidad y empezar a tratar con la heterogeneidad de los chicos que acceden porque tienen educaciones diferentes, trayectos de vida diferentes, lecturas diferentes, culturas diferentes, religiones diferentes, y eso no se puede tomar como una masividad”, culminó diciendo.

La universidad no es una isla

La nueva gestión ve a la Universidad Nacional del Litoral como un agente de cambio, una universidad que se involucra que forma parte indivisible de la sociedad. Sobre esto el rector dijo que “la universidad no es una isla, nunca lo fue; hoy, el paso siguiente llegando al centenario es coordinar más nuestras actividades con la sociedad, formar agendas conjuntas transformar los límites definidos en indefinidos en donde participa la universidad y donde la sociedad participa con la universidad y ésa es una política de derrame”.

Luego agregó “justamente una de las áreas que se crea con esta nueva gestión es el de la Secretaría de Fortalecimiento Territorial, es llevar la Universidad Nacional del Litoral a todos los sus sitios o enclaves hasta donde el estatuto nos da la misión: centro norte de la provincia de Santa Fe. Cada actividad se piensa en cómo se va acompañar con ella al territorio, como acompañamos a los Centros Universitarios que son una delegación de la UNL con las mismas responsabilidades que tiene el Rectorado o cada uno de las facultades. Es empezar a pensar en clave de territorio, no sólo en la ciudad de Santa Fe o la ciudad de Esperanza, o de Reconquista o Gálvez, sino pensarlo en clave de territorio; que es un territorio complejo, heterogéneo, que tiene lógicas diferenciadas, pero en donde la diversidad de la universidad está la riqueza para poder atender las particularidades de cada uno. Esta gestión va a ser una universidad en donde lo de adentro y lo de afuera esté en consonancia, o sea la misma universidad pero en consonancia, lo que es para adentro es para afuera y lo que es afuera es adentro” concluyo Mammarella.