Espacio para el psicoanálisis

¿Dónde están las histéricas?

Luciano Lutereau (*)

Hasta hace un tiempo lo habitual era que consultara la pareja consolidada que, pasado el tiempo, no sabían cómo hacer para seguir juntos: cuando el amor había pasado a los hijos, el deseo en fuga o por debajo de la mesa, en fin, cuando no quedaba más que el desierto del goce, lo que más une, lo que más resiste a pesar del sufrimiento. Hoy en día, en cambio, es notable que consulten parejas en sus primeros momentos, porque no pueden consolidarse. Este año recibí por lo menos tres consultas de parejas que no llevaban más de un (¡un!) año juntos.

Sin duda la pareja está en crisis y no tanto por una cuestión de neurosis, sino por la diversificación del autoerotismo. Recuerdo a una mujer que se quejaba del olor del muchacho con el que salía; no se trata de una histérica, sino de lo insoportable del otro (que no es más que una proyección de nuestro autoerotismo). Una histérica se quejaría de un otro seductor, hablaría del “olor a hombre” y el asco que le produce; para ella, es intolerable el olor “feo” del otro, contrainvestidura que supone que todo lo que huele es “feo”, estetización radical del sujeto contemporáneo.

Por eso, como ya pensé en un libro después de escribir “Ya no hay hombres”, la pregunta actual es “¿Dónde están las histéricas?”. No es que no hay hombres y, por lo tanto, no hay histéricas; es al revés: no hay hombres porque ya no hay histéricas.

Por otro lado, así como ciertas enfermedades terminales, antes de la muerte, tienen un momento de mejoría radiante, en ciertas parejas nunca es mejor el sexo como en la previa de la separación. Es algo asombroso. Algunos se desorientan, parece inexplicable: a veces incluso la noche anterior a hacer las valijas fue de una intensa pasión. Sin embargo, no es raro. Es natural, porque implica que la pareja ya dejó de ser sintomática. Los síntomas que enlazaban al otro se desplazan, están en otra parte, quizá en la fantasía con otras personas. Lo notable es que, algunas parejas, nunca estén mejor que cuando ya están separadas. Por eso algunas separaciones pueden ser larguísimas y hasta hay todo un erotismo de la separación.

Ideas del estilo “recuperar la pasión” o “volver a encontrarse” en una pareja son propias de una sociedad que inventó el microondas. Cada sociedad ama según como elabora sus alimentos. En otra época el pan se consumía fresco en el día, al día siguiente se la hacía tostadas y, luego, budín de pan. El pan nunca se tiraba. Hoy en día se lo freeza y luego se lo recalienta en el microondas; así queda gomoso y, después, se lo tira. Así son nuestros amores: recalentados y gomosos. Netflix es el microondas de las parejas contemporáneas.

(*) Psicoanalista, Doctor en Filosofía y en Psicología (UBA). Coordina la Licenciatura en Filosofía de Uces. Autor de los libros: “Celos y envidia. Dos pasiones del ser hablante” y “Ya no hay hombres. Ensayos sobre la destitución masculina”.