la política en foco 

Incertidumbre y fragilidad

  • La Semana de Mayo fue pródiga en recrear los debates y los discursos que jalonaron históricamente los esfuerzos por la construcción de un proyecto común.

Emerio Agretti

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“La falta de objetivos claros y de metas compartidas genera incertidumbre acerca del futuro”.

La definición del gobernador Miguel Lifschitz en su discurso alusivo al 25 de Mayo abordaba el presente invitando a revisitar la historia, pero no “como espectadores”, sino como partícipes activos de un proceso que lleva más de 200 años, y que no ha logrado en ese lapso acuñar un proyecto nacional común y perdurable.

La jornada, de hecho, exhibió muchas coincidencias retóricas y disyunciones operativas. “Perseverar unidos por los objetivos del bien común” fue la exhortación del cardenal Mario Poli desde la Catedral porteña, y puso entre ellos la derrota de la pobreza, amenazada por “la indiferencia y el egoísmo de los ricos”. Si fue una invectiva contra el gobierno, desde las filas del oficialismo no la tomaron como tal, e hicieron propio el concepto, en boca del presidente Mauricio Macri -que convocó “a crecer” a tal efecto- y del jefe de Gabinete Marcos Peña: “Son palabras sabias que tomamos en cuenta y compartimos”.

Los objetivos comunes también hallaron cauces distintos en otras materias: la detención de un “trapito” con causas judiciales en su haber, que operaba frente al Ministerio de Seguridad, mostró la acción combinada de la intendencia y de las fuerzas federales operativas en la ciudad, y sirvió para pasar factura a tal efecto a la Policía provincial. El hecho de que las causas en cuestión estuviesen prescriptas, puso a su vez el foco en la eficacia del Poder Judicial.

La misma dicotomía -bajo el paraguas de la coincidencia discursiva- se dio con la resolución (provisoria) de la custodia del niño “Kiki”, que un fallo de Cámara devolvió a la familia solidaria que -con el apoyo de buena parte de la opinión pública- lo requería, y que dio pie a cruces de críticas hacia la Secretaría de la Niñez (en la sentencia) y hacia la propia Justicia (por parte del gobernador). En medio de la búsqueda de culpables quedó un inocente y, en algún punto, se puso injustamente en entredicho a las familias que, generosa y esforzadamente -y ateniéndose con dolor a las reglas establecidas- brindaron un vital hogar en tránsito a tantos chicos que luego pudieron hallar su hogar definitivo. La reforma del Código Procesal Civil y Comercial que presentó también esta semana el gobernador, junto a representantes de los tres poderes del Estado, busca agilizar los trámites tribunalicios en general y dedica un apartado especial a la cuestión de la Niñez. Objetivos compartidos, dinámicas en debate.

Y lo propio podría decirse de la reforma constitucional de la provincia, cuyo poderoso impulso por parte del gobierno provincial desató una serie de réplicas en la oposición, a través de una serie de proyectos que -entre otras cosas- difieren en un propósito que en el discurso es subalterno, pero en los hechos es sustancial: la reelección del actual gobernador.

La falta de objetivos claros y de metas compartidas, entonces, no se cifra tanto en la forma y atañe a los contenidos concretos. Entre otras cosas, probablemente, por lo que subrayó monseñor José María Arancedo el mismo día, en la homilía del Tedeum con que cerró su ciclo como arzobispo de Santa Fe: “No somos dioses, somos criaturas con debilidades y dudas. Somos frágiles y hay que vivirlo con la verdad de la humildad”.