El sábado, en el Teatro Municipal

Una vida extraordinaria

Maximiliano Guerra y Patricia Baca Urquiza protagonizan “Fenómena Frida”, espectáculo de danza creado por la coreógrafa internacional Marlén Puello. En exclusiva, los bailarines dialogaron con El Litoral sobre esta nueva apuesta artística y sus célebres inspiradores.

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Para la coreógrafa de origen cubano, el trabajo de Guerra muestra nuevos matices, pero el de su esposa es “un salto cuántico de interpretación”.

Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Maximiliano Guerra y compañía presentan “Fenómena Frida”, inspirado en la vida de la gran pintora mexicana Frida Kahlo. La cita será el sábado a las 21.30, en el Teatro Municipal 1º de Mayo (San Martín 2020). El elenco protagónico está compuesto por Guerra como Diego Rivera, su esposa y compañera Patricia Baca Urquiza como Frida y Magalí Baratini como Cristina, hermana de Frida, bajo la dirección artística y puesta en escena de Marlén Puello.

Las entradas están en venta en la boletería del teatro, desde $ 250.

El origen

Antes del desembarco, El Litoral dialogó con Guerra y Baca Urquiza para adentrarse en la mística de un pareja legendaria.

—¿Cómo salió el encuentro con Marlén Puello para gestar esta obra?

Guerra: —Todo comenzó hace como un año y medio. Marlén quería hacerle una coreografía a Patricia. Se pusieron de acuerdo, a Patricia le gustó la idea. En principio iba a ser un solo. A Marlén se le ocurrió que ella hiciera de Frida, y después se hizo en un ballet tremendo. La idea original y la puesta es de ella, sobre la vida de Frida Kahlo. Patricia Cuaranta hizo un poema inspirado en la obra, a pedido de Marlén.

Ahí me convocó para ser Diego Rivera; nos pusimos a investigar, compré como siete libros, empezamos a ver documentales sobre estos dos artistas que tenían esa vida tan maravillosa por un lado y controversial por el otro.

—¿Qué fue lo que más les atrajo de la historia?

Guerra: —Su obra y su vida. Siempre interpretar a personajes reales es un desafío interesantísimo para el artista, porque no estás haciendo un personaje de fantasía: tenés que tener mucho respeto por su vida. Y obviamente algunas similitudes que tenemos: cuando Frida conoce a Diego era un pintor consagrado, se enamoran, se casan; Frida termina superando a Diego, porque la obra de él estaba en murales y no puede viajar, no puede ser itinerante (y la de ella sí). Además él le decía: “Vos tenés que seguir pintando porque no pintás lo que ves, pintás lo que tenés adentro”.

Cuando nos conocimos yo vivía en Europa, tenía una carrera y estaba consagrado. Patricia si bien bailaba en compañías, no era tan conocida. Empezamos una pareja. Obviamente no tenemos similitudes en otro punto, en esa cosa tan amarga y oscura que tenían: Frida y su bisexualidad, las amantes de Diego, que le dice: “Te prometo lealtad pero no te puedo prometer fidelidad”.

—Ese vínculo a ustedes los potencia.

Guerra: —Somos pareja en la vida y en el escenario, por lo tanto nos ayuda mucho y nos acerca. Después esa cosa de que es una pareja de los años 40 del siglo pasado. Tenían un contrato matrimonial abierto, unos adelantados. Eran gente que se rodeaba de la alta alcurnia, con todos los marchants de cuadros, e iban adelante de las marchas comunistas con el pueblo. Estaban en los dos lados, eran artistas muy populares.

Lenguajes

—Hay una frase escrita por Patricia que dice: “Mi cuerpo es el último estandarte”. ¿Cómo se traduce en danza, en cuerpo en movimiento, la inmovilidad y el cuerpo ajado de Frida?

Baca Urquiza: —Creo que Frida era cuerpo y alma, y superó al cuerpo: superó al dolor, superaba la inmovilidad, porque estando inmóvil pintó los mejores cuadros. Ella dice: “Para qué necesito pies si tengo alas para volar”. Trasciende lo físico, el dolor como mujer, cuando se enteraba de que Diego andaba con otras mujeres (aunque siempre volvía con ella). Todo eso lo pudo volcar en sus pinturas, eso es maravilloso, porque quiere decir que el arte es sanador, que no sólo es su vocación, sino que da un espacio de libertad y creatividad que a ella le salvó la vida. Porque si ella hubiera estado en la cama con todos los corsets, inmovilizada salvo por las manos durante un año y medio, se deprime y se muere. Pero ella eligió la vida, eligió crear. Le pusieron un atril, espejos, todas las pinturas a su alrededor, y ese tiempo lo capitalizó en su arte.

Los diagnósticos también los superaba, todos decían que se iba a morir, que no iba a poder superar el accidente del tranvía. Ella sin embargo pasó muchas operaciones, no podía tener bebés (cosa que la frustraba muchísimo, porque su útero estaba totalmente destrozado), y sin embargo volvió a caminar, fue a buscarlo a Diego para que le dé su opinión sobre sus pinturas, se casó y viajó juntó a él por todo el mundo. Fue una mujer que no se quedaba en lo mundano. Aparte de ser muy pícara, rebelde y traviesa, cuando tuvo el accidente todo eso seguía volando.

Seguir creciendo

—Marlén aporta este contacto con la danza europea actual, y una obra sobre pintores tan característicos tiene que tener un anclaje visual. ¿Cómo manejaron el cruce de lenguajes?

Baca Urquiza: —Al principio, con la tecnología que tenemos, me comunicaba casi día por medio, o todos los días. Ella me contaba, hacíamos conversaciones de dos o tres horas por la computadora. Pero enseguida vino a Buenos Aires, se instaló dos semanas en las que montó lo nuestro: le puso coreografía, forma a todo lo que hacemos con Maximiliano y con Magalí Baratini (que hace de Cristina, mi hermana).

Después se fue a Rosario, porque involucró a un elenco de allá, y en otras dos semanas montó el resto del cuerpo de baile. Y nos encontramos todos en Rosario para el estreno; se guardó un tiempo especial para viajar, y hubo días que trabajábamos ocho o nueve horas sin parar. Seguíamos charlando y debatiendo la vida de Diego y Frida, de la revolución comunista.

Marlén es cubana, se formó en la escuela de Alicia Alonso. Cuando ensaya la Revolución dice: “Pero claro, estos chicos nunca han marchado”. Ella sabe lo que es marchar desde chiquita: cada vez que Alicia Alonso pasaba por una sala de ballet las niñas tenían que marchar y bajar la cabeza como si fueran militares. Tiene una formación, una inteligencia... y una ductilidad, porque ahora vive en Estocolmo.

Es muy joven, yo tengo 40 y ella 43; a los 12 supo que quería ser coreógrafa, nunca el sueño de ser bailarina. Y la verdad es que la obra es una muestra de arte única, la gente queda maravillada; porque no es sólo como bailamos y nos movemos como intérpretes, sino que pensó una escenografía majestuosa (que llevamos por todo el país), el vestuario, el lenguaje clásico y contemporáneo. Es muy teatral, los personajes mexicanos son muy coloridos, ven la muerte como un paso, no como una catástrofe: hacen una fiesta el Día de los Muertos.

—Ella dijo que de Maximiliano la gente iba a ver nuevos matices, pero que para vos era “un salto cuántico de interpretación”. ¿Lo ves de la misma manera?

Baca Urquiza: —Sí, como Frida, que tuvo el accidente y dio un salto enorme en su arte; para mí también, para Patricia interpretar a Frida artísticamente me está dando una satisfacción enorme. Haciendo “Carmen”, cuando Maximiliano decidió que fuera la protagonista y la montó para mí empecé a tener más madurez y valentía, porque hay que atreverse a ser la protagonista de una obra entera. Con esto también, me dio un poco de miedo, no sabía si estaba preparada. Estudié muchísimo, hablé con amigos actores, directores, guionistas. Me preparé como bailarina y con mucha literatura. Así que pienso que es mi gran salto artístico, y estoy súper agradecida. Es un gran compromiso.

Seguir creciendo

—Como un protagonista de tantos años en la danza argentina, ¿sentís que te quedan cosas por hacer o algún sueño que concretar, arriba o abajo de los escenarios?

Guerra: —La verdad que sí, siempre hay muchas cosas, y cuando uno no tiene sueños o la sensación de cosas por hacer es como que va muriendo, sobre todo el artista. Tengo muchos proyectos, pero en realidad estoy concentrado en ser Diego Rivera arriba del escenario.

Después estoy con la docencia, estoy viajando por todo el país: es más, voy a estar en Santa Fe en un par de meses, dando clases magistrales. Estamos haciendo cosas en Córdoba de docencia, tenemos la Fábrica de Arte en Buenos Aires, donde tenemos 200 alumnos. Lo que hacemos es formar nuevos artistas, con ductilidad, con distintas técnicas, distintos lenguajes de movimiento. Siempre me busco algo más para hacer, porque en el hacer está el crecimiento.

—¿Cómo ves la situación de la danza argentina hoy?

Guerra: —Siento que como siempre hay mucho talento, mucha gente que estudia danzas, creo que hay que apuntar un poquito a reforzar la formación. Nos hemos quedado un poquito en el tiempo: antes liderábamos junto con Cuba la producción de bailarines. Si bien hoy los tenemos también, porque lo tenemos a Herman Cornejo en Estados Unidos, a Marianela Núñez en Londres, varios bailarines desperdigados por el mundo. Pero ese liderazgo bastante largo, y hoy ese liderazgo junto con Cuba lo tiene Brasil. Entonces me parece que hay que empezar a aggiornarse para volver a ser líderes.