El famoso “Lote 26”

Las “joyas” halladas en la biblioteca de Bioy Casares y Silvina Ocampo

Durante una presentación a la prensa fueron exhibidas las primeras “joyas” encontradas en la biblioteca de Bioy Casares y Silvina Ocampo.

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A partir de una donación se accedió a una serie de curiosidades vinculados a Bioy, Silvina y, también, a Borges.

Foto: Archivo El Litoral

 

Redacción de El Litoral

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Télam

Algunos de los libros y objetos más destacados de la biblioteca de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, donada a la Biblioteca Nacional en septiembre de 2017 y en la que también se halló material perteneciente a Jorge Luis Borges, pudo verse en una presentación para la prensa en la que estuvieron presentes investigadores de la institución y su director, Alberto Manguel.

A fines del año pasado se materializó la donación a la Biblioteca Nacional de 10 lotes de 33 cajas cada uno, con un total de 17.000 ejemplares, que reúnen las bibliotecas de Bioy Casares y Ocampo, pero también las de sus padres, Adolfo Bioy Domecq y Martha Casares Lynch, y parte de la de Jorge Luis Borges, debido al tráfico de ejemplares y el trabajo en conjunto que por décadas llevaron adelante Borges y Bioy.

Esta semana pudo verse por primera vez un adelanto del contenido de las llamadas “cajas nro. 26”, que constituían un verdadero enigma, ya que, organizadas por Alberto Casares luego de la muerte de los escritores, el librero había declarado que había reunido en ellas lo que consideraba “más valioso” del legado de los autores.

Esas cajas permanecieron en un depósito hasta el año pasado, cuando aconsejados por Alberto Manguel, un conjunto de instituciones y particulares la adquirió por 400 mil dólares para donarla íntegra a la Biblioteca.

Las cajas contienen primeras ediciones, galeras y volúmenes con anotaciones y correcciones manuscritas, correspondencia, y las huellas de lecturas de tres de los más grandes escritores del siglo XX. De estas primeras 11 cajas del famoso “lote 26” se han podido ver unos 30 libros, que constituyen apenas el 10 por ciento del total por descubrir.

Allí se encuentran “joyas” como algunos libros de Borges (ediciones inglesas y alemanas de “Las mil y una noches”, con anotaciones del autor de “Ficciones” en idioma original); correcciones manuscritas a primeras ediciones como la del cuento “El Zahir”; dibujos a mano alzada de Borges; y prólogos como el de “El jardín de senderos que se bifurcan”; un ejemplar de la primera edición de “La invención de Morel” repleto de tachaduras y correcciones hechas por Bioy e incorporadas a partir de la segunda edición; y también las primeras ediciones de “Viaje olvidado” (1937) y “Enumeración de la patria” (1942) de Silvina Ocampo, con sus propias marcas y notaciones.

Además, entre otras curiosidades, pudo verse un ejemplar del “Finnegans Wake” de James Joyce, en cuya retiración de contraportada Borges y Bioy juegan a las rimas y se cruzan bromas escritas, siguiendo el espíritu de la novela, cartas de Gabriel García Márquez a Bioy Casares, y entre Alejandra Pizarnik y Silvina Ocampo.

“Es bueno conocer cosas repugnantes”, dice por ejemplo una misiva de Ocampo a Pizarnik, luego de que la joven poeta le regalara el texto erótico “Los muertos”, de Georges Bataille.

Camino recorrido

Juan Pablo Canala, jefe de la Sala del Tesoro de la Biblioteca Nacional, explicó el proceso por el que las cajas pasaron desde su llegada a la institución. Diversos equipos abrieron las primeras 11 cajas de ese lote cuatro meses atrás. Luego las inventariaron, elaboraron un listado de los contenidos, separaron los objetos que se encontraron dentro de los libros y también sueltos, se procedió a hacer una limpieza profunda, a restaurarlos, catalogarlos, digitalizarlos y guardarlos.

“Los libros estaban en condiciones pésimas, arrumbados en un lugar malsano. Se trabajó laboriosamente para poner a los documentos en un estado que se pudiera mostrar”, agregó Canala.

“En ellos hay de todo, incluso marcas de obras proyectadas entre Borges y Bioy y nunca realizadas, marcas materiales de esos trabajos no llevados adelante nunca”.

El destino de esta colección, anunció Manguel, visiblemente emocionado por poder compartir los hallazgos, será la sede de la calle México de la Biblioteca Nacional en el barrio porteño de San Telmo, una vez que se acondicione el lugar.

La renovación de aquel anexo, adelantó, comenzará en agosto y se estima que podría estar terminado en un año y medio.

Allí funcionará el ya existente Centro de Estudios y Documentación Borges, a cargo de los investigadores Laura Rosato y Germán Álvarez, autores del notable volumen “Borges, libros y lecturas”.

“También se crearán dos residencias para investigadores extranjeros. La idea es que este fondo, que recién estamos descubriendo, pueda ser trabajado por investigadores de todo el mundo”, anunció Manguel.

“Esta biblioteca funciona, también, como una suerte de biografía de Bioy, Silvina y Borges, porque en ellas hay de todo. Figuran hasta las guías Michelin con las que viajaron Bioy y Silvina por el mundo, con las marcas de sus itinerarios”, sostuvo Álvarez.

El material aún no puede ser visto por el público en general. Para eso habrá que esperar al avance en el proceso de archivo, catalogación y digitalización. Aunque los investigadores arriesgaron que de este acervo, ahora que está asegurada su permanencia en la Argentina, se desprenderán no una sino varias muestras y exhibiciones futuras.

Los donantes privados que hicieron posible que la Biblioteca recibiera los libros de Bioy Casares, Ocampo y Borges fueron: Eduardo Escasany y el Banco Galicia; Ricardo Torres y Sandra Sakai; Anna Gancia; la Fundación Bunge y Born; Marcela Zinn; la Fundación Páremai Fractal; Alejandro Stengel y María Cecilia Bullrich; y la Fundación Banco de la Nación Argentina.