Las negociaciones con la UE están estancadas

Reino Unido: a dos años del “sí” al “Brexit” persisten las divisiones

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Los defensores de abandonar la Unión Europea (UE) ganaron con un 52 por ciento, frente al 48 por ciento de quienes querían permanecer en el bloque.

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Christoph Meyer - DPA

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El 23 de junio de 2016 llovía a cántaros en parte del Reino Unido. Ese día se votó en referéndum sobre la salida del país de la Unión Europea, el denominado “Brexit”. El resultado a favor del “Brexit” fue tan ajustado que llegó a discutirse en serio si la histórica decisión estuvo influida por la lluvia.

Los defensores de abandonar la Unión Europea (UE) ganaron con un 52 por ciento, frente al 48 por ciento de quienes querían permanecer en el bloque.

La división casi a partes iguales entre los votantes apenas cambió en los dos últimos años. Si bien los proeuropeístas ganaron cierta ventaja en las encuestas, según los expertos se debe más bien a un cambio en quienes se abstuvieron en el referéndum. Y eso que la frustración por la lenta negociación del “Brexit” va en aumento. Pero muchos culpan de ello a Bruselas.

“El comportamiento de la UE me ha hecho estar todavía más convencido que antes”, explica Michael Macey, organista de 69 años, desde la sacristía de una iglesia del barrio proletario Abbey Wood, en el este de Londres. En la sala comunal de la iglesia se abrió hace dos años un local electoral para el referéndum. Macey y la mayoría de los vecinos del barrio apoyaron “Brexit”, al contrario que la mayor parte de los londinenses.

Según el politólogo John Curtice, de la Universidad Strathclyde de Glasgow, la esperanza de que los votantes del “Brexit” recibiesen un escarmiento ante las dificultades de salir de la UE resultó ser falsa. Cuanto más se les intenta convencer de lo difícil que es abandonar el bloque más se reafirman en su postura original, explica.

También ocurre lo contrario. A pesar de todas las llamadas a la unidad por parte de la primera ministra británica, Theresa May, los detractores del “Brexit” mantienen su punto de vista. “Todo lo ocurrido desde la votación me ha confirmado que es un terrible error”, afirma Derek Robinson, de 75 años.

Robinson es uno de los dos sacerdotes anglicanos de Abbey Wood y un ferviente europeísta. Trabaja bien con Macey, defensor del “Brexit”, pero ambos reconocen que en su vida privada no tienen contacto con nadie del otro bando. “Es una situación de ‘ellos y nosotros’”, explica el padre Derek. “Y no creo que vaya a cambiar”.

En la iglesia y en muchas otras partes apenas se habla del “Brexit”. “No hay un gran tratamiento de temas específicos del ‘Brexit’ y a los votantes no les interesa”, apunta Deborah Mattinson, del centro de estudios Britain Thinks. Mucha gente ni siquiera entiende por qué el Reino Unido no está ya fuera de la UE. “Tarda demasiado”, se queja Macey. “Deberíamos haber hecho una declaración y habernos marchado sin un acuerdo”, opina.

Pero según los expertos, ese escenario llevaría a una situación caótica. El Parlamento está discutiendo actualmente esa cuestión y los diputados proeuropeístas no quieren permitir que el país salga de la UE sin un acuerdo. El propio Ministerio de Tesoro advirtió recientemente de que podrían producirse subidas de precios y escasez de alimentos. May tuvo que esforzarse mucho para evitar revueltas entre los diputados pro-UE de sus filas conservadoras, que quieren atarle las manos con anexos a la ley.

Según Mattinson, eso aumenta aun más la frustración. El tira y afloja en el Parlamento y las interminables negociaciones en Bruselas son precisamente el tipo de procesos políticos arduos que rechazan los defensores del “Brexit”.

El Gobierno de May sigue apostando por un “Brexit duro”, que implica la salida de la unión aduanera y el mercado común. La primera garantiza la libre circulación transfronteriza de bienes y para ello se requiere contar con aranceles exteriores comunes, algo que choca con la aspiración a cerrar acuerdos comerciales bilaterales con países como China, India o Estados Unidos. El mercado común permite que las personas, servicios y capital circulen libremente en la UE, lo que supone la llegada de inmigrantes y contribuir al presupuesto de la UE.

La oposición laborista, sin embargo, trabaja para conseguir un “Brexit blando” y exige seguir formando parte de la unión aduanera. Por un lado hay una decena de diputados proeuropeos. Por otro, unos 60 conservadores entusiastas del “Brexit” que amenazan sin cesar a May con una revuelta.

La primera ministra va de crisis en crisis. En ocasiones son los partidarios del “Brexit” quienes la ponen entre la espada y la pared. Otras veces lo hacen los detractores. May cede tanto como para lograr mantener su Gobierno, lo que ha llevado a una paralización de las negociaciones en Bruselas.

Todavía no se sabe si finamente habrá un “Brexit duro” o uno “blando”, aunque oficialmente Reino Unido saldrá del bloque el 29 de marzo de 2019. Pero si algo está claro es que la sociedad británica seguirá estando dividida.

May frena una nueva rebelión

Theresa May evitó hoy por segunda vez en una semana una rebelión entre sus filas durante una votación clave para la ley del Brexit, que ha quedado lista para recibir la aprobación oficial por parte de la reina Isabel II.

Con un ajustado margen de 16 votos (319 frente a 303), la Cámara de los Comunes rechazó una enmienda que otorgaba al Parlamento las riendas de las negociaciones con Bruselas en caso de que al acercarse la fecha del Brexit, el 29 de marzo de 2019, el gobierno no haya llegado a un acuerdo con la Unión Europea (UE).

Pocas horas después, la Cámara de los Lores evaluó el texto por tercera ocasión y rehusó introducir nuevas modificaciones, con lo cual la ley no regresará a la cámara baja y puede recibir el consentimiento real en las próximas semanas.

Un grupo de diputados conservadores amenazó con respaldar la última cláusula introducida por la Cámara de los Lores pero capituló minutos antes de la votación ante concesiones otorgadas por el gobierno, como ya ocurrió el pasado miércoles con una enmienda en términos similares.

El Ejecutivo de May considera que la posibilidad de levantarse de la mesa en Bruselas sin haber llegado a pactar los términos de la salida de la UE refuerza su mano negociadora ante los 27 socios comunitarios restantes.

Por ese motivo, ha rechazado en dos ocasiones consecutivas sendas cláusulas aprobadas por los Lores que daban poder al Parlamento para vetar una eventual retirada de la Unión sin un acuerdo.

Si a fines de enero del próximo año aún no estén claros los términos de salida o bien los diputados rechazan un eventual pacto entre Londres y Bruselas, el gobierno se ha comprometido a presentar ante las cámaras una moción “neutra” que detallará sus planes a partir de entonces.

Los diputados no tendrán capacidad para aprobar o rechazar esa moción, pero el gobierno ha matizado que el presidente de los Comunes, John Bercow, podrá decidir si acepta la introducción de enmiendas.

Esa concesión, que abre la puerta a que una cláusula al texto del Ejecutivo le obligue a continuar negociando un acuerdo, convenció al grupo de “tories” rebeldes, liderado por el ex fiscal general británico Dominic Grieve.

“Aunque con algunas dificultades -más de las que esperaba- hemos obtenido finalmente el reconocimiento obvio de la soberanía de esta Cámara sobre el Ejecutivo”, dijo Grieve.