Por el bajo precio de la leche

Tamberos analizan una protesta nacional

Redacción de El Litoral

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La falta de actualización en el precio que recibe el tambero por parte de la industria, la imposibilidad de acceso al crédito al que se le suma la devaluación, son los principales problemas que afronta hoy el productor. Todos temas que no tienen solución lo llevan camino a una protesta nacional a decidir este jueves en una asamblea a realizarse en Rosario.

Hoy, en el Ministerio de Agroindustria, se reunieron funcionarios, grupos de tamberos e industriales. La misma tuvo un gran ausente: el presidente Mauricio Macri, que decidió no participar quizás sabiendo que se venía una asamblea organizada por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) para decidir los pasos a seguir luego de no encontrar respuesta de ninguno de los dos lados.

“O se habla de precio o no se habla más de nada”, adelantó el vicepresidente de CRA, Jorge Chemes.

“Sucede que hoy el valor que recibe el productor por litro de leche a salida del tambo ronda en promedio $6,5 cuando debería ser de $9, necesario para cubrir los costos”, reconoció la coordinadora de Lechería de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), Andrea Passerini.

Un trabajo de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Crea) señaló que en mayo el índice de costo de la actividad tambera sufrió un aumento del 7,2 por ciento. Ese mismo mes y sobre productores consultados, La Serenísima dio un aumento del 4%, lo que significa pagos de entre $6,20 a $6,50 dependiendo de la zona.

Según Bae Negocios, SanCor ofreció pagar hasta $7 por litro para la leche que se entregó en junio, pero por la desconfianza que todavía genera la situación en la que se encuentra la empresa, muchos prefieren buscar otros oferentes. Se observa que las empresas están lejos de pagar lo que los tamberos necesitan. “Las fábricas argumentan que no hay volumen suficiente para exportar motivo por el cual no se puede pensar en un mejor valor al productor”, insistió la publicación.

Preocupante

Durante los últimos años, en promedio, el cierre de tambos en la Argentina osciló entre el 2% y el 2,5%, pero los especialistas que siguen de cerca el negocio lechero sospechan que en los últimos tres años la tendencia se aceleró por las secuelas que dejaron las inundaciones, el aumento de los costos productivos y los problemas de rentabilidad.

Una estimación del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla), que funciona en el marco de la Subsecretaría de Lechería de la Nación, parece confirmar esta sensación: “En 2017, existían 11.326 unidades productivas, de acuerdo con el Senasa, y estimamos, según los meses de actividad relevados en algunas industrias, que en 2018 habría unos 10.873 tambos. Es un 4% menos respecto a 2017”, precisa un reporte que analiza la estratificación en los establecimientos lecheros.

Otro dato interesante es que el 59% de los tambos son chicos o medianos (menos de 2.000 litros diarios) pero producen el 23,2% de la leche. En cambio, los tambos de más de 10.000 litros diarios, que son el 2,6% de los establecimientos, ya representan el 17% del ordeñe y siguen creciendo, en el marco de la concentración en tambos de mayor escala y tecnología que viene caracterizando a la lechería argentina, que cuenta con un rodeo lechero de 2 millones de vacas (1,3 millones en ordeñe, según datos del Inta).

Tres serias dificultades

En una entrevista con Clarín Rural, el ingeniero Miguel Taverna, especialista en lechería del Inta Rafaela, explicó que hay tres variables que complicaron la gestión de los tambos durante los últimos tres años. “En primer lugar, las dificultades climáticas del 2016 y el 2017, especialmente las inundaciones que sacaron del negocio a muchos establecimientos de la cuenca lechera de Santa Fe y, en menor medida, del oeste de Buenos Aires”, señaló.

El segundo factor es que el primer eslabón de la cadena lechera lleva largos años con problemas de rentabilidad, que complican el manejo del tambo.

“Con inversiones en infraestructura, se podrían mitigar las pérdidas que genera el clima, pero en un contexto de costos altos y escaso margen ese tipo de decisiones se suelen postergar”, explicó Taverna.

La tercera cuestión es la falta de continuidad generacional en el tambo, tanto de los recursos humanos como de los que gerencian el negocio. “Hay muchos establecimientos en los que no hay recambio, porque los hijos se quieren dedicar a otra cosa y cuesta encontrar mano de obra especializada por la falta de horizonte que hay en el tambo”, advirtió.

Lo que falta

En este combo, también incide la falta de buenos caminos rurales y de servicios en el campo (educativos, de salud y conectividad), que son esenciales para que un familia pueda construir un proyecto de vida allí. Es un punto que también puso en foco, recientemente, un estudio de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), que señaló que las personas que trabajan en los tambos de la cuenca lechera central -en Santa Fe y Córdoba- no tienen una cobertura satisfactoria en cuestiones clave como la salud, la protección laboral, la jubilación, la capacitación y la educación de sus hijos.