Tribuna de opinión

Aborto. Tema ríspido, complejo e inesperado

missing image file

Médicos mendocinos se manifestaron en contra del aborto. “Estudiamos para la vida. No cuenten con nosotros”, sostuvieron.

Foto: Captura de Internet

Prof. María Teresa Rearte (*)

A esta altura de los acontecimientos está claro que los medios tanto como el Poder Ejecutivo trabajan para que se apruebe el proyecto de legalización del aborto. Por lo que debemos advertir el engaño de difundir que la sociedad argentina está a favor del aborto. No es verdad. Ni la sociedad ni las mujeres nos consideramos representadas por los “pañuelos verdes”. Tampoco somos expresadas por quienes los lucen y son entrevistadas en los canales de televisión. Ni por el senador Pichetto que es asiduo visitante de esos medios para criticar a la Iglesia Católica o al Papa. Y menos aún predicando su particular interpretación del evangelio.

Campaña contra la Iglesia Católica y sus instituciones educativas.

Es falaz lo que dice el diputado Martín Lousteau, en su página oficial de Facebook, que incluye una foto de los alumnos del Colegio San Miguel Arcángel de Santiago del Estero, desfilando el 9 de julio con el pañuelo celeste, que simboliza a quienes defienden la vida concebida.

Lousteau comienza afirmando que es su deseo que “la Constitución y las leyes se cumplan en las escuelas”, como si en esa escuela y en otras que se oponen a la legalización del aborto no se respetaran las leyes. En realidad, la Constitución y las leyes positivas mandan el respeto por la vida humana concebida. El diputado no debe anticiparse a los hechos, como si ya la legalización del aborto fuera un hecho. Pero además alrededor de 20 diputados pidieron explicaciones al Ministerio de Educación de la Nación por el uso del pañuelo celeste, que para ellos es un intento de adoctrinamiento.

Para citar otro caso, la escritora Claudia Piñeiro afirma, refiriéndose en una entrevista a quienes se oponen al aborto, que “por más que lo nieguen , casi todos parten de una convicción religiosa”. De lo cual deduce que “la gran responsable de la violencia es la Iglesia...”. Es decir, la Iglesia Católica, aunque los cristianos evangélicos en su conjunto también se expresaron por la defensa de la vida concebida. Y otras cuestiones afines con el tema. Pero todas las críticas son contra la Iglesia Católica. Téngase en cuenta que, a partir del caso de los alumnos del colegio católico de Santiago del Estero, el grupo de los 20 diputados pidió al Ministerio de Educación que se les retirara la ayuda oficial. ¿Por qué? No vi ni escuché que nadie censurara a los alumnos de escuelas estatales que se manifestaban a favor del aborto. Al contrario, vi cómo se entrevistaba a distintos jóvenes que adherían a la propuesta. Y se reunían, dijeron que “para acompañar a las chicas”. ¿Acompañarlas en qué o para qué? ¿En la demanda de “aborto legal, seguro y gratuito”? Jóvenes: ¿no les parece apresurada la adhesión, sin antes informarse mejor?

Además, ¿no es la amistad para propósitos más nobles que, por lo visto, están faltando? Y es comprensible que falten en un país que ni el 9 de Julio escuchó, de parte del presidente de la Nación, una alocución para reencontrarse con su historia, ni con los ideales que inspiraron a quienes declararon la Independencia Nacional. Sólo la repetición de las palabras de siempre, de corte economicista, a pesar de lo cual es palpable el desbarajuste del área.

Ofensas a la fe y hostilidad contra el Papa Francisco

Por otra parte, no fueron la Iglesia ni los católicos quienes pintaron a la Virgen María de verde, ni los que pintarrajean espacios públicos ni iglesias, o rompen rejas. Y no es difícil imaginar de qué sector pueden ser. De modo que la violencia no parece tener por autora a la Iglesia. En ese contexto deseo mencionar la experiencia insólita que le tocó vivir a quien firma esta nota, el domingo 1º de julio, a la salida de la Misa de 11.30 en la parroquia San José, de la OAR. Dirigiéndome al sacerdote, que es el administrador parroquial y estaba en la puerta, apenas le mencioné los ataques al Papa, e iba a referirme a lo expresado por un periodista en la televisión, no pude completar el comentario porque fui abruptamente interrumpida por una señora perteneciente a la parroquia, con quien no hablaba y estaba más alejada, quien dijo: “¡el Papa se la busca!”. Como le pregunté qué decía, contestó “¡Ud., que dice que al Papa lo atacan!”. Y sentenció: “¡El Papa no tiene que hablar de política!”. Como le dije a esta persona, soy libre para expresarme y no hablaba con ella. Por lo que fue “maleducada e ignorante”. No es necesario que aclare lo de maleducada; pero sí explicar lo de ignorante. Guste o no, el Papa puede -como toda persona- hablar sobre cualquier tema. Es el Obispo de Roma, que preside la Iglesia, y como tal tiene el triple ministerio de los Obispos (enseñar, santificar y regir). Es Vicario de Cristo y preside el Colegio Apostólico en su condición de sucesor de Pedro (Lumen Gentium, 22). El sacerdote sólo dijo que “sobre el aborto, sí”, significando que el Papa sí debía hablar. El episodio muestra cómo hasta la comunidad cristiana acaba inficionada por la campaña abortista y la hostilidad hacia el Papa, que es signo de la unidad de la Iglesia.

Médicos por la vida y objeción de conciencia

Continuando con el tema principal, todavía se habla de 500 mil abortos por año. ¿Cuántos abortos por día representa durante los 365 días del año? Parece algo disparatado. A su vez, médicos de Mendoza, Salta, San Juan, frente a la Casa Rosada y otros lugares se manifestaron en contra del aborto. En el caso de los mendocinos, depositaron sus chaquetas en las escalinatas de la Casa de Gobierno y dijeron: “Estudiamos para la vida. No cuenten con nosotros”. ¿Piensan encarcelar a todos esos médicos? En la legislación se acepta en ciertas materias la objeción de conciencia, por tratarse de situaciones límite. Y se integra el juicio jurídico con el juicio moral. Por lo que se constata que Derecho y Moral, aún siendo distintos, no son enteramente separables. En consecuencia, lo que le dijo el senador Pichetto a la Dra. María de los Ángeles Carmona, que hablaba en nombre de los médicos bonaerenses, sentenciando que “si trabaja en el sector público está obligada a cumplir con la ley”, es otra exigencia arbitraria que se suma al proyecto abortista. La Dra. Carmona sostuvo que “la objeción de conciencia es un bien constitucional no negociable”.

Necesidad de la prudencia para legislar

Se sabe que la noche en que fue votada en Diputados la ley no salía. Pero pasadas 2 o 3 horas, después de la medianoche, empezaron a funcionar los teléfonos desde el poder ejecutivo. Iban perdiendo y aparecieron los votos de cuatro diputados que se suponía serían negativos; pero cambiaron. Ese mismo día se firmó un crédito para la provincia de La Pampa que iba a ser de un monto; pero se incrementó a más del doble.

Con diputadas que lloran, con emociones, no se legisla. Tampoco infundiendo miedo porque en el futuro las hijas de los diputados podrían necesitar hacerse un aborto. Alguna vez los legisladores deben aprender qué es la prudencia como virtud intelectual y moral, porque la necesitan para legislar. Y tener claro a qué concurre el ordenamiento de la razón que implica una ley. No se puede poner todo en la misma balanza. Cada caso es específico y requiere un tratamiento prudencial para cada uno. En especial la defensa y promoción de la vida humana.

(*) Ex Profesora de Ética Filosófica, de Teología Moral y Ética Profesional y de Teología Dogmática en la UCSF. Y de Ética Filosófica en el Instituto Superior Particular “San Juan de Ávila”. Escritora.

No fueron la Iglesia ni los católicos quienes pintaron a la Virgen María de verde, ni los que pintarrajean espacios públicos ni iglesias, o rompen rejas. Y no es difícil imaginar de qué sector pueden ser. De modo que la violencia no parece tener por autora a la Iglesia.