El viernes, en el Foro Cultural UNL

“Sonidos de puertos”: cruce de raíces

Andrea Eletti vuelve con la versión ampliada de su último espectáculo, donde combinará tango, fado, milonga, candombe y habanera, de la mano de músicos invitados.

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“La idea del repertorio es un llegar de un puerto a otro con cada canción. Cada género evoca ese puerto y todos han sido tejidos por hilos de la misma trama”, dice la cantante. Foto: Gentileza Joaquín Amaduzzi/Superyeah Propunktiones

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Este viernes desde las 21.30, en el Foro Cultural UNL (9 de Julio 2154), Andrea Eletti presentará nuevamente el espectáculo “Sonidos de puertos”, sumando invitados a los músicos regulares del proyecto. Las anticipadas con descuento se venden en la sala de 17.30 a 21.

El Litoral dialogó con la artista sobre esta iniciativa que une músicas fusionadas y mutadas en los puertos del mundo.

Transculturación

—¿Cómo surgió esta idea de desandar los intercambios portuarios que generaron el tango, la habanera, el fado y el candombe?

—Me inspiré en el último viaje. En marzo pasado, estuve cantando en los 30 años del Festival Internacional de Tango de Granada (España) y recorrí un poco Andalucía -nunca había llegado al sur de España-. Pasear especialmente por Cádiz trasmitió evocación de Centro y Sudamérica por su casco histórico; y su música, la habanera y el tanguillo, raíces musicales que junto a la milonga y el candombe dan origen al tango. Es la ciudad más antigua de Europa, puerto de donde salió Cristóbal Colón; sus calles, sus sonidos, su historia me atravesaron para regresar y empezar a tejer esta idea musical de “Sonidos de puertos”.

El fado se canta mucho en Andalucía por su cercanía con Portugal, como nos pasa en la Argentina con Uruguay, y es música muy nostálgica igual que el tango: tiene sus orígenes embarrados en los suburbios especialmente en zonas portuarias de Lisboa.

—¿Cómo fue la selección de las canciones que conforman el espectáculo?

—Estuve a cargo de la selección junto con el arreglador y los músicos que me acompañaron en eso con entusiasmo. Quise plasmar ese concepto desde el tango tradicional del año ‘30, ‘40, de autores no tan trajinados, que se van entrecruzando con una habanera de (Carlos) Cano, “Habaneras de Cádiz”, que cuenta un poco la historia que tiene ese ritmo en Cuba y en Cádiz. Boleros de raíz cubana que derivan de la habanera como por ejemplo “La Tarde” de Sino Garay, una milonga de (Alfredo) Zitarrosa quien siempre quise cantar y no encontraba el concepto para poder interpretarla, ya que venía trabajando con repertorio de tango de quinteto u orquesta de tango, milongones y candombe de Homero Manzi y un fado; la idea del repertorio es un llegar de un puerto a otro con cada canción. Cada género evoca ese puerto y todos han sido tejidos por hilos de la misma trama. Son producto de la transculturación.

—Tu principal desarrollo como cantante es en el tango. ¿Qué desafío te plantearon los otros géneros?

—En caso del fado el idioma (risas). Cada género tiene su rítmica su fraseo su estilo, hay que zambullirse y nadar profundamente. Está bueno como desafío muy enriquecedor. El tango me define, me siento muy cómoda cantando tango; pero interpretarlo es un aprendizaje constante por su letra, su rítmica.

Equipo

—Volviste a convocar a Alejandro Fissore como pianista y arreglador. ¿Qué elementos distintivos sentís que aporta a lo que se escucha?

—Alejandro brinda arreglos con la belleza de la simpleza y la funcionalidad, que es lo que necesitaba para este repertorio.

—Yamil Isaac, Iván Wolkovicz y Maxi Maglianese completan la formación, músicos de trayectorias diversas. ¿Cómo diste con cada uno?

—Con Yamil trabaje el año pasado en el Oratorio de Gardel y Piazzolla, él me dijo que quería empezar a tocar tang; su papá (Eduardo Isaac) es un capo, entonces me pareció que podía sumarse a este proyecto porque hay tango pero no en toda la extensión del repertorio. Lo mismo con Iván: estaba buscando contrabajista y me lo propusieron, me pareció que podía aportar desde su experiencia en el rock otra mixtura. Con Maxi, quería trabajar hace tiempo, me encanta su trabajo: hicimos un intento el año pasado, lo llamé como invitado y este proyecto era el indicado para volverlo a convocar. Se dio un grupo muy enriquecedor que se potencia y se sostiene en lo musical y en lo humano. Estoy re contenta.

—¿Cómo fue la convocatoria a los invitados y por qué cada uno de ellos?

—Cada artista invitado además de su trayectoria y talento se destaca o tiene la onda especial para acompañar el repertorio. Quien puede tocar de la hostia una guitarra portuguesa o mandolina en Santa Fe es Poli Gomítolo, y Elina (Goldsack), tocando la flauta en danzón bolero tiene vuelo propio. Y para cantar un bolero a dúo enseguida pensé en Ale (Valls) por su historia con el son y la rumba junto a la Sonora D’irse. Milagros Figeroa es la sorpresa porque siempre se espera una bailarina de tango tradicional o contemporánea en mis espectáculos y ella baila flamenco, será un lindo cruce en un tema que estrenaré esa noche. Todos nos conocemos y tenemos buena onda, se generó algo lindo.

Lo que viene

—¿Cómo sigue tu actividad después de este concierto?

—Después de este concierto, tengo otras cosas dando vueltas, con la orquesta de Rafaela, con Gabriel de Pedro. Un posible viaje en noviembre al exterior muy importante que espero que se concrete. Y seguir con “Sonidos de puertos” por muchos otros puertos y salas: es un proyecto que me entusiasma, y me enriquece mucho. Intentaremos ir ampliando en repertorio para futuras fechas en la provincia y fuera de ella.