Desafíos de la nutrición en la economía del hogar

Cómo mantener una alimentación saludable cuando hay inflación

La devaluación, la suba de tarifas, la quita de retenciones al trigo y los aumentos de los combustibles influyen en la escalada de precios de muchos alimentos. Desde la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria (Assal), recomiendan planificar lo que se va a comer, hacer compras colectivas y utilizar los alimentos de estación.

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Consejo. “Planificar la alimentación nos permite controlar la ansiedad y evitar comer entre comidas”, destacó, Celeste Nessier.

Foto: Archivo / Mauricio Garín

 

Carla Zita Zorzón

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Según el índice de Precios al Consumidor de Indec, la inflación acumuló un 16 % en el primer semestre respecto a diciembre de 2017 y un 29,5 % en los últimos doce meses. En este mismo período, el aumento de los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas fue mayor del 17,3 %. Un informe de la Universidad Nacional de Avellaneda asegura que los incrementos son mayores y que los alimentos aumentaron casi un 88 % en el primer semestre de 2018.

La harina de trigo (87,7 %) lidera el ranking de los aumentos, seguida por los huevos (50,2 %), los fideos secos (39,9 %), el pan francés (35,9 %), el arroz blanco (34,2 %) y el aceite de girasol (26,2 %).

Desde la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria (Assal), Celeste Nessier, especialista en nutrición, dialogó con CyD Litoral y brindó algunas recomendaciones para conocer las claves de una alimentación saludable, incluso cuando se registran importantes aumentos en los alimentos.

“Lo que tenemos que entender es que la composición final del precio de un alimento en góndola tiene una historia detrás y variables que influyen. Empezando por las materias primas, impactos vinculados con aumentos de los combustibles, la presión tributaria en toda la cadena agroproductiva y el valor simbólico que se ve reflejado en el precio final de los productos”, explicó.

Esto tiene un impacto directo en el presupuesto familiar, y con mayor incidencia en familias en situación de vulnerabilidad. “Tenemos información de la Universidad de Buenos Aires junto con el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cpea), dan cuenta que hace un mes atrás una familia tipo de Buenos Aires, para comer saludable, necesitaba 16.000 pesos por mes”, recordó.

La especialista en nutrición mencionó que si se centralizan las compras, quizás se ahorre tiempo, pero no dinero y calidad alimentaria. “Hay que saber administrar el presupuesto que comienza a ser cada vez más magro para destinarlo en alimentos. Para lograr que la alimentación saludable se transforme en un hábito es importante que comience en casa, que se extienda y mantenga en otros ámbitos donde se realicen las comidas”, sugirió.

Organizarse

Una de las claves para tener una alimentación saludable es pensar qué vamos a comer. “Planificar la alimentación nos permite controlar la ansiedad y evitar comer entre comidas. Cuando no nos organizamos, salteamos las comidas, comemos lo primero que tenemos a mano, que seguramente no será la mejor opción”, advirtió.

La especialista sostuvo que un plato saludable debe consistir en verduras un 50 %, proteínas un 25 % y carbohidratos los restantes 25 %. “La carne de vaca es uno de los alimentos que más aumentos tuvo, se puede sustituir por carne de pollo, cerdo o pescado. Hay que tener en cuenta que el grupo de las legumbres no ha incrementado tanto su valor y podría ser sustituido por la fuente proteica de la dieta. Una taza de lentejas o media de garbanzos tiene más proteína que una hamburguesa”, enseñó.

Mencionó la posibilidad de comprar colectivamente y utilizar los alimentos de estación. “Si tenemos en cuenta que un kilo de mandarinas cuesta aproximadamente 30 pesos (contiene 6 unidades); en comparación con un alfajor que vale entre 25 y 30 pesos. Estamos comparando un momento de comida versus 6 momentos de comidas que pueden ser desde una colación o postre”, concluyó.