El balance de la política laboral de Cambiemos

Precarización y deterioro del empleo

Juan Graña no observa grandes cambios en la política de intervención del Ministerio de Trabajo. Sí, admite que no hay una clara política industrial que hace incierto el panorama laboral para ese sector.

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Para Graña, el gobierno se maneja con premios y castigos de acuerdo con la relación particular que tiene con los diferentes dirigentes gremiales.

Foto: Luis Cetraro

 

Mario Cáffaro

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Juan Graña es doctor en Ciencias Económicas, profesor en varias universidades e investigador asistente del Conicet en el Centro de Estudios sobre Población, empleo y Desarrollo (Instituto de Investigaciones Económicas UBA). Especialista en Mercado de Trabajo, Distribución del Ingreso y Desarrollo Económico tiene ya publicados libros sobre la temática. Llegó a Santa Fe invitado por el Cemupro para presentar el trabajo sobre “La economía argentina a dos años de gobierno de Cambiemos” de cuya elaboración participó junto a otros especialistas de la Fundación Friedrich Ebert Argentina.

—¿Se observan cambios en la política de empleo desde la llegada del gobierno de Cambiemos?

—En términos de tendencia no. Desde 2011, venimos con un desempeño bastante malo de la economía que se refleja en el mercado de trabajo. Donde hubo más cambios fue en los ejes de intervención del Ministerio de Trabajo en torno a los gremios. Decretó un par de intervenciones, la más notoria fue la de Somu porque después hubo una denuncia de corruptela en torno a (Jorge) Triaca; ahora, están las millonarias multas a diferentes sindicatos que tienen que ver con supuestas violaciones a las conciliaciones obligatorias y después las pautas de negociación de los acuerdos salariales. En 2016, el gobierno impulsó muy fuerte las cláusulas gatillo para dar porcentajes de aumentos bajos pensando que iban a poder controlar la inflación y al final esa cláusula le ganó a todos. El año pasado ya no les gustó el mecanismo, lo sacaron de la mesa de negociación y muchos convenios aún no cerraron o lo hicieron por seis meses. Así, la reforma laboral que quiso impulsar y luego la partió en tres, no se llegó a aprobar. Donde sí hubo cambios es en la sintonía fina de la política del ministerio. Se ve el rol del gobierno en las discusiones paritarias.

Como tendencia de estos años del gobierno de Cambiemos se nota un cambio sectorial del empleo donde el de industria manufacturera viene muy golpeado; el sector de la construcción después de un parate importante a principios de 2016 remontó y es un impulsor fuerte del empleo, sobre todo de baja capacitación y distribuido en gran parte del país y el resto de los sectores ha acompañado el ciclo, cuando crecía la economía, lo hacían. Sí, hay un proceso de precarización y deterioro del empleo que se da en todos lados: pérdida de relevancia del empleo privado registrado que supuestamente el gobierno vino a impulsar; con pérdida de puestos y salarios del sector público y aumento del cuentapropismo, monotributismo y demás formas de inserción precaria que vienen a completar esa imagen de que el empleo no ha cambiado tanto.

—Ante la robotización, el automatismo ¿cuál es el futuro del empleo?

—Hay dos grandes discusiones: primero, hasta qué punto el tipo de empleo que se genera hoy en la Argentina es automatizable o no, y los principales estudios demuestran que un porcentaje importante es automatizable porque el empleo argentino no es de muy alta calificación y cualquier empleo rutinario puede ser automatizado. El segundo gran eje de discusión es cuál es el salario. Si es muy bajo, el robot es muy caro y por ende no se robotiza. Esta supuesta discusión teórica para formar a la clase obrera para que pueda adoptar trabajos que no compitan con el robot sino que sean complementarias contradice la política del gobierno que es bajar el costo laboral. Esas dos tendencias siempre están en contradicción porque el empleo más barato que surge hoy, de baja calificación que es súper sencillo robotizarlo porque la tecnología existe, pero no tiene sentido en términos económicos porque el salario es muy bajo.

El riesgo de la automatización está, irá creciendo y hay que pensar políticas a largo plazo de cuál va a ser el eje de inserción económica de la Argentina en esta economía robotizada y sobre esa base formar a la población para esos nuevos empleos. No está claro y el gobierno de Cambiemos nunca ha dicho cuál es su idea. Fue claro el impulso al agro, ahora es claro con respecto a Vaca Muerta pero cuáles son las perspectivas del sector industrial. Está claro que lo considera ineficiente.

—Están las quejas empresarias por los altos costos laborales en un país que exporta poco.

—Acá están las contradicciones. El empresario que se queja de los altos salarios ¿por qué no compra un robot? Es un problema de política industrial donde el gobierno cambió de ministro porque no hubo política de cambio tecnológico e introducción de tecnología. ¿Por qué? Porque la economía no está funcionando bien. Ningún empresario, por más beneficios que tenga, va a comprar una línea de producción sino sabe si va a vender. la economía no termina de remontar y es una carga para el empresario. Hay muchos sectores que no son compatibles con lo que se denomina economía 4.0 y están muy rezagados.

—No está claro el proyecto de desarrollo de país.

—Es que el rol que hoy el gobierno le da a los sectores productores de bienes primarios es que produzcan lo mayor que puedan y encima con paquete tecnológico importado como la soja, Vaca Muerta con tecnología internacional y las mineras que también son internacionales. Argentina exporta materias primas de cualquier origen, no las procesa, no forma parte del mercado financiero de esos productos y no genera empleo.

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Reforma laboral

“Es un tema muy sensible”, admite Graña. “Si se compara el proyecto original presentado el año pasado por Cambiemos y el que en tres partes presentó como proyecto hay un cambio radical. El original era muy parecido a la nueva ley laboral brasileña donde se le quita al trabajo una relación desigual y toda la Justicia Laboral pierde sentido. Si el gobierno plantea que la relación laboral es entre iguales, evidentemente el sindicato no tiene razón de ser. En cambio, si hay conflicto en el empleo porque hay una parte fuerte y una parte débil, el sindicato tiene una razón. Puede ser que el sistema laboral argentino sea muy rígido, pero eso depende de qué economía estés pensando”.

El rol de los sindicatos

—¿El gobierno tiene claro el rol de los sindicatos?

—Es difícil hacerlo cuando están ante un gobierno que ataca con el latiguillo del costo argentino; así es difícil sentarse a discutir una renovación real, genuina del sistema sindical. Lo que está tratando de hacer el gobierno es reducir la protección del empleo para flexibilizar, darle dinamismo al mercado de trabajo y luego generar un programa de protección basado en el ingreso. No avanza porque recorta asignaciones y le pide a los sindicatos que den de baja las protecciones al empleo sin dar de alta ningún otro sistema de seguridad social. Se le pide a los sindicatos que desprotegan a sus trabajadores sin nada a cambio. El sistema sindical tiene problemas, hay que rediscutirlo, democratizarlos, ponerle límites a los cargos, etc., pero se lo debe reconocer como parte necesaria de cualquier discusión de cambios estructural.

En gran parte del mundo, el rol clave de la formación de trabajadores en nuevas tecnologías son realizados por sindicatos porque conocen a sus afiliados, buscan un empleo más estable, mayor calidad, mayor ingreso y establecen un sistema de seguridad social de desempleo que hoy no existe en la Argentina. Con un sistema de desempleo tu vida depende tanto de tener o no trabajo porque si lo perdés vas al seguro.

Acá, hay una negociación poco clara y se ven las ambivalencia del Ministerio de Trabajo que castiga a los sindicatos que hacen paros mientras uno de los principales aliados, Uatre, del Momo Venegas, no fiscaliza, pero el sindicato a los ojos del gobierno está bien.

—Tampoco se ha reconocido a otras centrales sindicales como CTA.

—Exacto y ha participado y no participado de acuerdo con el gusto del gobierno de turno. Podemos plantear si debe haber más de una central sindical y qué mecanismos se les pide para representación de minorías. Hay un montón de tareas por hacer pero el punto de partida es reconocer al sindicato como parte útil de un sistema de discusión económica. Como este gobierno no lo tiene, es difícil pensar que alguna otra cosa puede salir de esto.