llegan cartas

En ese país...

MIGUEL ÁNGEL REGUERA

DNI 16.831.396 / miguereguera @yahoo.com.ar

Hay un país donde las cosas y las personas parecen pero no son. En ese país los médicos no tienen un título que acredite su condición de tales, pero igual diagnostican, recetan y operan con la mayor voluntad. En Edificios Públicos trabajan periodistas que nunca han aprobado una materia de la carrera de comunicación, pero participan de conferencias de prensa, sacan fotografías y pueden entrar en los despachos de los funcionarios. En ese país, los docentes pueden tranquilamente ser reemplazados por voluntarios, según las más encumbradas autoridades, y los agentes de policía por oficiales y suboficiales preparados para la defensa exterior.

En la historia de ese país se han aprobado leyes con el voto de “diputruchos”, es decir impostores que llevaron la maquiavélica impostura política al plano institucional. En la tierra de “nada es lo que parece” hay miles de casas y kilómetros de ruta construidos, que sólo están en los planos y en las cuentas bancarias o bolsos de los que supuestamente las hicieron. Pero también en ese país, hay 3.000 jardines de infantes que sobreviven como sueños o promesas de campaña, pues al no haberse construido, no hay maestras, ni “estrellitas”, ni payasos Plim Plim que los habiten. En el juego de asertos antitéticos los que administran ese país y los que se oponen a ellos, dicen una cosa y hacen otra. Hablan de meritocracia y nombran como secretarios, directores y jefes, a sus hermanos, cuñados o primos segundos. Pregonan las bondades de la jornada extendida en educación, pero no llegan ni al 10 % de los servicios. Reafirman la “justicia” y la “sanseacaboarquía”, cuando son los primeros en mantener sus privilegios, no condenar los ilícitos, ni planificar obras y acciones que permitan mejorar la calidad de vida de los ciudadanos comunes que viven tras las rejas de sus hogares. La mayoría de sus dirigentes dicen pertenecer a algún “partido político” es decir que se asumen como “parte” de la sociedad y en la práctica “van por todo” sin respetar las diferencias, ni los derechos de las minorías.

Hay un país... pero como en él nada es lo que parece, tal vez haya dos, separados por una grieta, o tal vez esté astillado, al punto de quebrarse en tantas partes que obligue a un esfuerzo mayúsculo y a escuchar todas las voces para recomponerlo.

Hasta ahora, hay un país...