PRESENTAN EN SANTA FE “VIOLONCHELOS CRIOLLOS”

Una “guitarreada” sin guitarras

El dúo CheChelos, que forman Mauro Sarachian y Ramiro Zárate Gigli, basa su repertorio en los diferentes ritmos folclóricos argentinos, pero adaptados a las particularidades del violonchelo. La combinación entre estos dos universos fue “un amor a primera nota”, manifestó Zárate Gigli a El Litoral. La original propuesta sonora se presentará en Santa Fe el viernes 12 de octubre, en el Teatro Municipal.

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“El chelo es un instrumento muy versátil”, sostienen los integrantes del dúo CheChelos. La propuesta que idearon, de abordar el folclore a través de un instrumento “académico” corrobora esta premisa.

Foto: Gentileza producción

 

Juan Ignacio Novak

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“Uno de nuestros inventos es el rasguido de folclore en el chelo” sostiene el músico Ramiro Zárate Gigli al referirse al trabajo que realiza desde 2015 junto a su colega Mauro Sarachian. Es que la propuesta del dúo CheChelos es precisamente esa: un viaje al corazón del folclore argentino, pero desde el sonido del violonchelo. Un cruce inédito que los condujo hasta el premio revelación en el Festival de Cosquín el año pasado. Ambos, junto al equipo que los acompaña, presentarán en Santa Fe su nuevo trabajo titulado “Violonchelos Criollos” el próximo viernes 12 de octubre, a las 21, en el Teatro Municipal (San Martín 2020). Según adelantó Zárate Gigli a El Litoral, se trata de una propuesta que incluye, entre otros contenidos, versiones extravagantes y divertidas de obras tradicionales, como “Kilómetro 11” y “Chacarera del Rancho” y una sección con banda incluida, donde desarrollan temas inspirados en una diversidad de ritmos, que va desde el huayno norteño hasta el loncomeo del sur. “Es una obra conceptual que abarca la escenografía, las luces, la vestimenta y el sonido”, sintetizó el músico.

—¿Cómo surgió la idea de formar el dúo y por qué piensan que la propuesta obtuvo tanta repercusión?

—El dúo nació a mediados de 2015 durante una gira de la Orquesta Filarmónica de Río Negro, en la cual ambos éramos compañeros de fila. En ese momento yo vivía en Córdoba y Mauro en Buenos Aires, donde vive actualmente. En una gira que hicimos a los Menucos tocamos folclore juntos por primera vez. Luego del concierto de la orquesta en dicha localidad salimos con todos los compañeros a una pulpería que había frente al recinto, donde habíamos brindado el recital. En el bar se armó una guitarreada muy particular, porque era una guitarreada sin guitarra, sólo con instrumentos de orquesta. Ahí fue que en un momento estábamos tocando folclore con los chelos y, como decimos siempre, ocurrió el amor a primera nota. Tuvimos mucha conexión improvisando zambas. Con el correr de los meses, nos armamos de un par de temas que los hacíamos a modo de banda soporte de la orquesta. La primera vez que tocamos como dúo en público fue en el Teatro Verdi de Trelew (Chubut). A modo de introducción de un concierto de la orquesta hicimos la “Zamba de Lozano” del Cuchi Leguizamón. En enero de 2016, inauguramos formalmente el dúo realizando una gira de cinco conciertos seguidos en la zona de las sierras de Córdoba. El repertorio completo de ese entonces lo armamos en cuatro días. Y, a la semana siguiente de haber inaugurado el dúo fuimos a concursar al Certamen de la Pre Chaya 2016 de La Rioja y salimos ganadores. Fue ahí que se nos metió la idea de al año siguiente participar del Pre Cosquín para poder tocar en dicho festival. En la edición de Cosquín 2017 nos galardonaron con el premio revelación, que es la máxima distinción que otorga el festival a los ganadores del Pre. Creemos que tenemos mucha repercusión, porque estamos haciendo algo completamente novedoso. Tanto para la cultura folclórica como para el mundo académico. La forma en que tocamos el chelo para hacer folclore nos condujo a buscar nuevas herramientas técnicas para interpretarlo.

—¿Por qué decidieron cruzar el “violonchelo” con el “folclore argentino”, dos términos que a simple vista parecen tan alejados entre sí?

—No fue una decisión, sino una consecuencia. Mauro siempre estuvo muy ligado al tango paralelamente a su formación académica. Estudió en un conservatorio de Bruselas y mientras estudiaba se dedicaba a tocar tango y música argentina. Por mi parte, al ser de Córdoba y vivir cerca de Cosquín, Icho Cruz, siempre fui muy cercano al folclore. De hecho antes de estudiar chelo fui guitarrista de folclore y trabajé varios años tocando en grupos. Luego cuando aprendí a sacarle algo de sonido al chelo comencé a incorporarlo a los grupos en los que tocaba. En sí, el chelo parece de otro mundo al del folclore. Pero en el folclore europeo se usa muchísimo. Incluso en las Suites de Bach para chelo solo, los movimientos que siguen a los preludios son danzas folclóricas. El chelo es un instrumento muy versátil. Pero poco conocido y poco popular entre los músicos. Somos pocos los chelistas en comparación con los otros instrumentistas. Y además, cuesta varios años hacerlo sonar lindo.

Formaciones y referentes

—¿De qué formación musical proviene cada uno y cuáles fueron los desafíos al traspasar los ritmos folclóricos al violonchelo?

—Mauro estudió en un conservatorio en Buenos Aires, luego se fue a estudiar a Barcelona durante dos años y luego hizo un master en violonchelo en Bruselas por cuatro años. Yo estudié en el conservatorio y en la Universidad de Córdoba con el maestro Cristián Montes. El desafío principal para el folclore es la parte rítmica. Uno de nuestros inventos es el rasguido de folclore en el chelo. Lo logramos adaptando una técnica del folk estadounidense que se llama chop, que tiene el sonido muy similar al chasquido que se hace en la guitarra cuando se rasguea una chacarera o una zamba. Al lograr esto, pudimos hacer que un chelo haga la parte rítmica y el otro las melodías. Lo bueno que tiene el chelo es que su registro es muy amplio. Si uno toca las cuerdas graves parece un contrabajo y las notas bien agudas parece un violín. Además si uno pulsa las cuerdas con los dedos es muy similar a la guitarra.

—¿Cuáles son sus referentes dentro del folclore y cuáles en lo relativo a la música académica, las corrientes que confluyen en la propuesta?

—Estamos muy ligados a la nueva movida folclórica. Nos representan mucho los juglares jóvenes, como José Luis Aguirre, Pachi Herrera, Ramiro González, Juan Quintero, Che Joven, Duratierra, el Negro Aguirre. Conocemos mucho los pilares de nuestro folclore y nuestro repertorio se nutre de todos. De los nuevos y de los tradicionales. En la música académica personalmente me gusta mucho el romanticismo, de Tchaikovsky a Dukas y Stravinsky, y obviamente todo el repertorio tradicional de chelo.

Invitados

En el concierto, CheChelos tendrá a Itatí Barrionuevo, a la Orquesta del Proyecto SOS Música y al Grupo Yapeyú como invitados.

Proyectos

Este año, el dúo estará abocado a una presentación federal de “Violonchelos Criollos” que incluye conciertos en teatros de distintos lugares del país: La Plata Neuquén, Santa Fe, Córdoba y Bell Ville. “En el verano queremos tocar en festivales con el equipo de Violonchelos Criollos. Y el año que viene nos vamos a seguir presentando en los lugares que nos faltan del país, y además tenemos un par de giras programadas al exterior”, adelantó Ramiro.