Peisadillas

Elisa: ¿Lilita o Lilith?

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Foto: ILUSTRACIÓN LUCAS CEJAS

Por Carlos Mario Peisojovich (el Peiso)

Soñé con sueños frívolos, lúdicos, festivos, sin discusiones inútiles ni debates frenéticos a grito pelado de peludos simiescos o barbudos en la siniestra. Sueños sin consumo desmedido, sí con sumo cuidado de no lapidar el peso, casi muerto, enterrado y casi sepultado, el billetito no va debajo del plato, ahora va a las “tasas”... Mi sueño es Peisadilla, nuestra realidad es de pesadilla. El martillo de la Justicia busca machacar la cabeza de los Moyano, el elaborado mensaje que se repite en los Miedos de Comunicación, sin medias tintas, excepto en la cabeza del creador de ese mensaje Macritinero, se cierne sobre los transportistas. Sin idas ni vueltas, ellos salen a gritar desde el púlpito, hay pálpito de paro, aquí no huelgan las palabras.

Doña Tota, o Doña Rosa o las doñas y dones, ya sin dotes y con datos, no son más una masa prejuiciosa y pequeña burguesa, ellos/as juzgan, apuntan con el dedo el índice para anular, algunos otros levantan el dedo medio, ése que tanto duele a la clase media, media cansada, media empobrecida, media desilusionada y medianamente adormecida ante tanto atropello ideológico y comunicacional.

El incalificable renovador, que no se sabe si acompaña, si está enfrente, en el medio, mezclado, revuelto, que vuelve, se calla, desaparece, aparece... ¡qué le hace otra mancha más al Tigre! El tipo “es una Massa”, últimamente y con esa cara de compungido ante las cámaras y, en lo que cree le dará crédito político, vuelve a equivocarse, le pega al campo, se arrepiente, se desdice, mete a las minas en el medio, y a Vaca Muerta también, azorados sus futuros ex compañeros de cuadro se desmarcan. Los muchachos “cegetistas” todos desunidos opinaremos. Lealtad era la de antes, cuando el enemigo era uno solo, el capital, y lo combatían, todos juntos, en movimiento y por el Movimiento. Los descamisados eran desprolijos, pero eran leales, unidos y organizados.

Camaño los mandó al baño, a la mierda sin eufemismos, a los gritos -como ya es su costumbre- y con un colorido palco de aplaudidores, entre los que se contaba su marido, chilló: “A la mierda los prolijitos, nos están llevando a la ruina, están hipotecando el país”. Maravillosa foto dejó ese acto. El único descamisado, literalmente con la camisa afuera, era Massa...

Ella, Elisa Carrió, anduvo a los tumbos, rodando en charlas y contracharlas, castigando a radicales del palo y de los que no lo son. Acostumbrada a ser el centro de la escena, se acomoda muy bien a los tiempos en los que sus socios en el poder no pegan una. Ella sí pega, le pega al ministro de Justicia sin miramientos, y ella, al borde de perder el juicio, lo quiere mandar a enjuiciar. Armó tal alboroto que la embestida rozó al marido de la bienvestida. Lilita descargó su furia hacia el presidente. El presidente no dijo ni Mu, pero salieron juntos en una foto, muy publicitada de antemano con todo el aparato mediático posible. Tan acostumbrada a desarmar lo que arma, terminó la odisea justiciera aludiendo a que todo era “una broma”.

¡Ay Lilita...! ¿o Lilith?, según la tradición rabínica, Lilith era una tercera presencia humana en los orígenes, una tercera persona entre Adán y Eva. Algunos historiadores la sitúan en la Mesopotamia y la equipararon a un demonio o criatura maligna que hace las veces de Súcubo (demonio que en los sueños toma la forma de mujer para seducir). La Biblia la menciona una vez: “Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilith y en él encontrará descanso” (Isaías 34:1). Lilita seduce, el poder la seduce, ella sabe de su poder y lo utiliza. Tiene el don de crear y de romper, lo ha hecho a lo largo de su historia y/o histeria política. En nuestra Peisadilla el diablo metió la cola.

Como buen integrante del “Partido Marxista Columnista Internacional”, hago propias las palabras de su fundador Groucho Marx y las adapto a mi peisonal modo de verter su pensamiento, y no miento cuando digo “estas son mis Peisadillas, si no les gustan, tengo otras”.

Ósculos en vuestros cachetes sonrosados, nos seguimos viendo y leyendo.