Mirada desde el sur

Raúl Emilio Acosta

Si fuese intendente de Rosario estaría en mitad de unos líos bárbaros. La gestión tiene secretos y olvidos. También memorias que uno quisiese que desapareciesen. Y la compulsión. Todos los días todos los problemas. La gestión es así. La Carrió, que es una viva bárbara, ejerce de Fiscal de la República, nunca gestionar. A propósito. Nunca fue una persona a la que le confiaría mi vida, y que alguien le confíe la estabilidad del gobierno, es mucho más grave.

Confesión que, como corresponde, es personal. No he sido, no soy partidario del periodismo autorreferencial. En muchos casos esta columna ha planteado cosas, anunciado procesos políticos que luego sucedieron. Está bien. Ese es el oficio. Ahora una anécdota... que obviamente es autorreferencial. En la década del ‘90 conducía un programa radial con bastante éxito en Rosario (Ejem, si, bastante). Inauguré una sección: “... si yo fuera intendente”... y denunciaba cosas que sabía de la intendencia de Hermes Binner, por entonces a cargo de la ciudad. El dueño de la radioemisora me llamó a la semana y me dijo: “vea negro, esto no es censura, pero eso que Usted dice que es el Intendente me está metiendo en unos líos bárbaros con mucha gente...”. Ése era mi sobrenombre familiar, el negro, y el tono era calmo, la calma que precede a las tempestades. Comprendí. Si yo no era candidato la sección se convertía en la peor enemiga de la gestión. No era conveniente a la empresa y sus intereses, mucho más globales que los de un conductor alocado en mitad del río.

Memorias

Hay dos hechos que la memoria pone en planos lejanos pero que definen sucesos en la región. La señora CFK desde el palco, cuando la señora Mónica Fein hacía su discurso protocolar (20 de Junio) le dio la espalda, más espalda y más voluminosa, y se dirigió a los militantes, los únicos autorizados a estar alrededor del palco oficial. “Vamos por todo, vamos por todo”... el movimiento de labios fue explícito. No escuchaba el discurso, despreciaba a la Intendente y comenzaba su anunciado final. Antes o después, a veces la memoria suma y resta, un militar, médico, abogado, buzo táctico, alpinista de alta montaña llamado Berni llegó en una tanqueta a Rosario para demoler los bunkers de la droga y liberarnos. Antes o después bailó públicamente un chamamé con la señora intendente. La droga no perdió terreno, a la ciudad no vinieron dineros para obra pública, a los sueldos (viáticos, estadías, pensiones) de los gendarmes los pagaron la municipalidad y el Estado provincial. No había diálogo con el gobierno K. No en términos de efectividades conducentes. Nada. Nunca. Pasaron de largo por Rosario los dineros, buenos o malos, de la obra pública. Recuerdo que la crónica de aquellos días señalaba que tres testigos viajaron con esa comitiva que prácticamente tomó militarmente la ciudad; un periodista invitado a viajar con Berni es, actualmente, diputado provincial. Fue un efecto colateral. Si yo fuera o fuese intendente tendría ingratos recuerdos de aquellos momentos. Momentos inevitables. Imborrables. No soy intendente. Menos mal.

El día a día

Circula por allí una foto de la señora intendente subiéndose a un colectivo urbano de pasajeros. Tiene algunos años. No muchos, en el 2019 cumplirá 8 años de intendente. Linda foto. Sonriente. Todavía es un transporte existente el TUP rosarino. Tiene líos con el crecimiento, el porvenir y la existencia misma. Viajaban 800 mil por día, después 600 mil, después 500 mil y en estos momentos 450 mil boletos (impactos de la tarjeta) por día. Más gente y menos pasajeros diarios. Algo raro sucede. Ya no viaja la señora Mónica. La licitación se cayó, no habrá nuevos oferentes, no al menos con ese pliego. El 50% del transporte es estatal, los sueldos son muchos, el gremio es poderoso (UTA) la ruta hacia Córdoba, en versión vieja o Autopista, se llenó de urbanizaciones. Hacia Buenos Aires también. Rosario es una región, el transporte es un problema y al concepto (Región) los socialistas suelen entenderlo como yo decido y vos estás de acuerdo y no es así. Son más de 15 las intendencias y comunas que conectan diariamente con la ciudad. Hasta un pueblo tranquilo (Pueblo Esther) es feliz con el rango: ciudad. Menos de 30 kilómetros desde el Monumento a la Bandera. El día a día hace crecer la región, sus problemas y la sordera de tratarla de ese modo: Región. No lo ven, se la chocan todos los días y no ven la región. A veces me alegro de no ser intendente. El día a día trae problemas que quitan el sueño, obligan a una pastillita tranquilizante por las noches o, como dijese el viejo Perón: “hace tres días que no se me saco los botines...”, cuando estaba en Gaspar Campos no lo dejaban ni dormir. Es eso. Si yo fuera intendente tendría líos con el sueño... y con los sueños, claro está.

El imperativo

El imperativo, la orden, la pulsión, la compulsión del cargo ejecutivo. La familia que pide y pregunta. Las familias de los funcionarios que quieren estar y quedarse. El socialismo lleva más de 20 años de estar y quedarse. Hay hijos que iban al Jardín de Infantes cuando comenzó este sueño y hoy son funcionarios. Supongo que debe pasar en todos lados, pero el tema es singular. Aquí se ve. Hijos de unos e hijos de otros que se encuentran en Europa y se casan o se encuentran en los campamentos y se quieren. Una gran familia. Pilotear una historia es conducir una biografía personal y una leyenda colectiva. Gestos de unos, pedidos de otros y lo dicho: una responsabilidad que no conoce de vacaciones o letargos. Una vida. El repaso más somero pone en la intendencia de Héctor Cavallero a todos los funcionarios que desde entonces están en el Estado. Hermes Binner, Roberto Miguel Lifschitz, Raúl Lamberto, Juan Carlos Zabalza, Mónica Fein apenas se recibió, antes en el Centro de Estudiantes; la lista podría continuar. Hay una medalla. Ni prevaricato ni negociados que tratar en la justicia. Personalmente quiero a todos mis parientes, pero no se si ellos me hubiesen querido igual si hubiese sido intendente. No lo soy. Menos mal. Si fuese intendente de Rosario estaría en mitad de unos líos bárbaros. La gestión tiene secretos y olvidos. También memorias que uno quisiese que desapareciesen. Y la compulsión. Creo que me salvé al no postularme nunca. Criticar es más cómodo.

Si fuese intendente...

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Rosario es más que una ciudad. Es una región. Son más de 15 las intendencias y comunas que conectan diariamente con la ciudad.

Foto: Mirador Provincial

Berni llegó en una tanqueta a Rosario para demoler los bunkers de la droga y liberarnos. Antes o después bailó públicamente un chamamé con la señora intendente. La droga no perdió terreno, a la ciudad no vinieron dineros para obra pública, a los sueldos (viáticos, estadías, pensiones) de los gendarmes los pagaron la municipalidad y el Estado provincial.