Dos alegorías de la economía política

Distópica

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Mauricio Yennerich

Socialmente considerada, la economía nacional es históricamente pendular, va de la prosperidad a la miseria, con el agravante actual de tener que vérselas con la fiera financiera contemporánea. Ante esta situación, en los últimos veinte, veinticinco años, aquellas personas a cargo del diseño e implementación de políticas económicas, tipificadas por la necesaria brevedad, han optado por hacer tres cosas: 1) sacar a la sociedad del ruedo; 2) enfrentar a la fiera; y 3) subirle el colectivo social al lomo.

Primeramente, 1) las medidas proteccionistas, siempre en sentido figurado, intentan sacar a la sociedad del ruedo en el que domina la finan-fiera, procurando mitigar los impactos reales de las consecuencias que trae la realización del principio según el cual, los precios de las mercancías nacionales que se realizan en el mercado internacional, establecidos en dólares, serán los que éstas adquieran en el mercado interno. Lo que, en contextos de fuerte devaluación de la moneda nacional, produce un deterioro evidente de la capacidad de compra de los salarios reales.

Asimismo, fuera de la esfera del consumo, para el sector productivo, sacar a la sociedad del ruedo, implica ejercer ciertos controles en los términos de intercambio internacionales, tales como el arancelamiento de las importaciones, sobre todo de aquellas mercancías cuyo precio es internamente disruptivo, especialmente para el tejido industrial.

En segundo lugar, 2) se puede optar por enfrentarla, lo que requiere, sobre todo, de una reconfiguración favorable de las relaciones de fuerzas internacionales, un disciplinamiento sectorial y una política industrial, nada menos.

En tercer lugar, 3) podemos ser subidos a ella y eso está ocurriendo. Se trata de la mínima hipótesis de esta nota, que se infiere de las condiciones generales en las que se está llevando adelante la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por U$S 56.300 millones.

En términos de una realpolitik es imposible que el cabalgamiento derive en una domesticación: sobre el lomo de la finan-fiera, sólo caben la acrobacia y la resistencia.

Mad Max

En contra de quienes consideran que pensar la economía implica el fin de la metáfora, quiero evocar Mad Max de George Miller, sobre todo la versión de 2015 (Village Pictures), multi-premiada por la Academia, para representar la lógica de los escenarios de la economía política contemporánea, sobre todo la relación que se establece entre países periféricos y centrales, en torno al sector financiero. En una escena, Inmortan Joe, el envejecido tirano que habita en lo alto de una formación rocosa, rodeado de alimentos frescos y mujeres cautivas, manda en la Ciudadela y le dice a la gente que se agolpa, atontada por la deshidratación y el hambre, al mismo tiempo que abre, apenas unos segundos, las compuertas que controlan la represa de toda el agua del apocalíptico desierto australiano, algo así como “no se acostumbren al agua, se volverán débiles de espíritu”. Por estas horas, en materia de finanzas, el mensaje a las mayorías, de la clase transnacional que domina las relaciones políticas y económicas globales y de los gobiernos decididos a alinearse con sus intereses, va en esa dirección.

¿“V” o “L”? ésa es la cuestión

Las ironías y los sarcasmos, en este colosal naufragio, son moneda corriente. El disimulo es un denominador común a esta clase. Así, fuentes oficiales creen que la economía, en 2019, crecerá en forma de “V”. Como la de los dos dedos. Esta letra, que, en términos gráficos, indica un crecimiento tan abrupto como la caída, viene acompañada del pronóstico más optimista: en el último trimestre del año próximo, la economía crecerá al 8,5%. La comparación se hará con este trimestre y el enfriamiento actual de la economía, hará que cualquier porcentaje superior a 0 parezca un “crecimiento a tasas chinas”. En términos de la Mad Max metaphor, una gota se sentirá como una catarata.

Asimismo, el planteamiento de los tiempos del proceso de crecimiento futuro, enunciado desde el gobierno por sus voceros, junto con la “V”, tiene una asombrosa coincidencia con el calendario electoral. Consultoras de estilo más realista, antes que una “V”, ven una “L”, es decir, caída abrupta y un estancamiento.

Dialéctica de la privatización

Volvamos sobre la metáfora de la bestia, de la fiera, que alude a las acciones de la clase dominante en el mercado financiero y de capitales, a escala mundial.

YPF, junto a cuatro grupos financieros (Galicia, Banco Macro, el BBVA Banco Francés y Superville), la siderúrgica Ternium, la cementera Loma Negra, Pampa Energía, Transportadora de Gas del Sur (TGS), Edenor y Central Puerto, la Corporación América, la desarrolladora inmobiliaria IRSA, Telecom, Globant, Arcos Dorados, Despegar, Mercado Libre y Adecoagro, es una de las 19 empresas que cotiza sus acciones en la bolsa de Wall Street. En el transcurso de estas semanas, su directorio, atendió preguntas de los inversores en la New York Stock Exchange (NYSE), que gravitaron en torno a la posibilidad de una reelección de la alianza Cambiemos. El presidente de la compañía estatal, Miguel Gutiérrez, declaró que el gobierno tiene claro que quiere un mercado libre, textualmente: “Estamos operando como si fuésemos una empresa completamente privada”. La sentencia no es baladí, pues expresa una racionalidad cenitalmente diferente a la que debería encarnar. ¿Es un error? ¿Es acaso el directorio actual un grupo de usurpadores? No. Es la política, entendida como el sentido de oportunidad para el avance en yardas en función del humor social. La frase quiere demostrar que pasamos de estar en una cómoda ubicación fuera del ruedo, a montarlo en todo su brío. Se veía venir. Los que no se creyeron el verso de la revolución hotelera, lo pronosticaron: el ciclo estatizador iba a engendrar una reacción inversa, privatizadora, superior. La displicencia de la gestión anterior para encarar el proceso conocido como “súper ciclo” de las comodities, sobre todo en materia de desarrollo, sólo por poner una referencia, por un lado, y el hecho de haber aplicado, en íntima conexión, una política industrial pigmea, ensayando una tímida reacción neo-desarrollista y en última instancia, neoliberal, en nombre del Estado argentino, de la patria recobrada y liberada, atenta hoy contra las instituciones que le han dado cabida. Es decir, en el universo Nac&Pop se crearon las condiciones para que, sin rubor, enfáticamente y con orgullo, el presidente de la petrolera argentina, hoy diga que está operando como si fuera una empresa completamente privada. Mientras la mayoría cabalga sobre la finan-fiera.

Es la política, entendida como el sentido de oportunidad para el avance en yardas en función del humor social. La frase quiere demostrar que pasamos de estar en una cómoda ubicación fuera del ruedo, a montarlo en todo su brío. Se veía venir. Los que no se creyeron el verso de la revolución hotelera, lo pronosticaron: el ciclo estatizador iba a engendrar una reacción inversa, privatizadora.

El presidente de YPF declaró que el gobierno tiene claro que quiere un mercado libre, textualmente: “Estamos operando como si fuésemos una empresa completamente privada”. La sentencia no es baladí, pues expresa una racionalidad cenitalmente diferente a la que debería encarnar. ¿Es un error?