Llegan cartas

¿Cuándo se va a pensar en el peatón? 

LILIANA DE Bº CANDIOTI SUR

Desde hace mucho solemos caminar con mi esposo por Av. Alem hasta el Puente Colgante. Pero de un tiempo a esta parte se ha tornado imposible, ya que lo que debería ser una vereda está destruida: los yuyos la han invadido y destrozado, ocasionando pozos, roturas, partes levantadas; y como si eso no fuera suficiente -y supongo que con el fin de hacer la bicisenda- han tirado 3 montañas de tierra sobre lo poco que queda de vereda, ¡¡haciendo que los peatones tengamos que bajar a la calle, o embarrarnos y transitar sobre los altos yuyos!!

Otra pregunta al responsable de la construcción de la bicisenda: ¿por dónde tendremos que circular los transeúntes? Si se está haciendo para los ciclistas, ¿los peatones deberemos marchar por la calle? ¿Tan difícil era hacer otro tramo de cemento, al lado de la ciclovía, como para que los mayores podamos desplazarnos sin riesgo de ser atropellados, como pasa en Bv. Gálvez, que los ciclistas no entienden y nadie hace nada para que no circulen por el centro, donde dice específicamente uso peatonal?

¡Todo a medias se hace en esta ciudad! Av. Alem ¡un desastre! No sé a quién corresponde este tema: si es la Municipalidad la que construye la ciclovía, o la Provincia o la Nación, porque es zona de puerto.

Simplemente, soy una vecina que quiere caminar.

¿Alguna vez se podrá pensar en el peatón?

Muchas gracias por hacer lugar a mi reclamo.

No más jineteadas

KARINA CAZZARO

DNI. 21.653.863

Quién hubiese pensado que tan adentrado en nuestra “idiosincrasia” no tradición, estaría el reservarles a los rebeldes un juego de muerte, haciéndoles creer a los insensibles espectadores que ese “reservado” lo disfruta. Y es que para el léxico gauchesco, ese potro que se rebela al rebenque y se niega a perder su dignidad, ese arisco que jamás será manso ni servil, era “reservado” en las estancias para burlarse de algún forastero creído de sus habilidades de monta. Y sí, la doma es cruel; si el potro no se amedrenta al “convite” del rebenque del jinete, ese magnífico ejemplar de brío y libertad, a falta de una utilidad mejor para su “dueño” conocerá la “jineteada”, la que lejos de ser parte de una tradición argentina, con sólo cincuenta y tres años de existencia como fiesta popular (desde 1966 data el primer Festival de “Doma” y Folclore de Jesús María, Córdoba) se equipara a una Plaza de Toros en donde “bestia” y “humano” compiten por el honor de la victoria, aunque la bestia nunca la disfrute.

Un indomable no juega, no simula al intentar desprenderse de lo que le es ajeno. En medio del barullo, los golpes, el hacinamiento, la carga de estrés le es enorme a una criatura altamente sensible. Ningún caballo debería pasar por ese infierno.

La muerte de Pampero, el 16 de enero en el Festival de Jesús María, en su vana lucha final por recuperar alguna libertad, ha evidenciado la cara gauchesca menos amable.

No más jineteadas, no más sufrimiento animal evitable.