Elena Moncada, de la ONG local Mujeres en Actividad

“Cada vez hay más pibas de 12 años en la calle, golpeadas y prostituidas”

  • La referente de la organización que se dedica a asistir a mujeres en situación de prostitución hizo un balance del trabajo realizado en los últimos 10 años. El gran logro: sacar del círculo vicioso de la venta del cuerpo a 16 mujeres.
  • Estimó que en toda una década, la prostitución creció entre 35 y 40 % en la ciudad. Ofrecer servicios sexuales “no es un trabajo, hay que sacarlas de la calle”, insiste. Y que se necesitan políticas de Estado para revertir la problemática.
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Moncada, en la puerta de su casa: “La única forma de sacar a las chicas de las esquinas es con políticas públicas claras y contundentes”. Foto: Gentileza

 

Luciano Andreychuk

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Twitter: @landreychuk

“¡Morita, dejá de hacer bochinche!”. Morita para de ladrar y se deja caer en un rectángulo de sombra; desde ahí, arrumbada en ese rinconcito donde el calor no pega tanto, sigue con mirada guardiana al intruso. Tras el portón color naranja y descascarado, el pasillo. Afuera Villa del Parque, con sus vecinos tomando un refresco a la sombra, con las calles de tierra que ahora son un lodazal tras la lluvia, con los changarines y los vendedores de pan casero. Hay pobreza: Dios se habrá olvidado de pasar por ese barrio.

Elena Moncada (54) convida a pasar a su casa, humilde y simple. Le pudo hacer unos arreglitos. La puerta del baño no cierra. “Ya la voy a cambiar, cuando junte unos mangos”, promete. Tiene la mirada cansada como la de una guerrera que viene de una larga batalla épica. Pero su batalla sigue, lo sabe y debe ponerse fuerte. Moncada es la referente de Mujeres en Actividad, una ONG que desde hace 10 años viene asistiendo, informando, empoderando a mujeres en situación de prostitución. Este mes se cumplió una década desde que se formó.

Ella viaja por todo el país, da charlas en escuelas contando su experiencia y el trabajo que realizan desde la ONG. La entrevistaron medios locales, regionales, nacionales. Es una referente y su objetivo es sacar a las mujeres prostituidas de esa situación. Punto: nada que debatir. Sacarlas del círculo vicioso, de esa ligazón tormentosa entre mujer, regente, fiolo o cafisho, “clientes” que golpean, violan y roban a las pibas, y éstas consumen drogas para anestesiarse del dolor y no pensar.

Hace unos años Moncada escribió el libro “Yo elijo (contar mi historia)” Es su estandarte, la espada de esa guerrera blandiéndose y arengando a cambiar el estado de cosas. El mensaje es claro: la prostitución no es trabajo y toda persona prostituida puede elegir salir de eso. “Hoy ese mensaje tiene más fuerza que nunca. El tema es poder entender que ninguna mujer libremente puede decir: ‘Yo elijo la esquina como salida laboral’. No. ‘Yo elijo que venga un violento y que me amenace con un cuchillo que me viole, me robe’. ¡No!”, exclama, en diálogo con El Litoral.

No es poco

“En estos 10 años que cumplimos, pudimos sacar de las esquinas a 16 mujeres que estaban en situación de prostitución en la ciudad. Vos me dirás: ‘Elena, es poco’. Para nuestra ONG es un montón. Ahora cada una tiene un kiosco, una heladería, una panadería, un local de fotocopiadora. Las sacamos, porque la prostitución no es trabajo: es un modo de esclavitud moderna”, dice sin dudar.

Ella y sus “compañeras” —así alude, con cariño y convicción, a las voluntarias de la ONG— reparten preservativos, dan charlas sobre prevención de enfermedades de transmisión sexual y VIH a las chicas e incluso en escuelas secundarias, hacen recorridas nocturnas, se juntan en charlas grupales para organizar el trabajo, reparten donaciones, lo que sea. Hay una veintena de voluntarias que trabajan. El número es variable: llegan a veces a ser 50. Y asisten a 12 mujeres (incluidas mujeres trans) en situación de prostitución. Directamente, en forma casi forma permanente.

La dura realidad

En uno de los encuentros de la ONG a fines del año pasado, llega una chica con toda la cara rota, destrozada: un hombre la había arrojado desde una camioneta. Fue en Cabaña Leiva. “Yo estaba sacada. Les pedí a las compañeras que vengan a acompañarme, porque estoy sola. Hay que juntarse y luchar juntas, porque esto se cambia entre todas, o no se cambia. Aquel día lloramos todas”, recuerda.

Moncada confiesa que ve videos de hace 10 años, cuando empezaron con la ONG, y se le caen las lágrimas de la emoción. Pero luego va al hueso, a la brutal realidad: “Hoy en la ciudad hay pibas que caen en la droga, el alcohol, que provienen de lugares muy vulnerables. Caen en la prostitución. Tenemos niñas de 12 años prostituidas en las esquinas. Chicas de 45, e incluso de 60 años”.

“Hacemos las salidas nocturnas, les pedimos el teléfono para que avisen cuando estén en su casa. Pero vemos los tajos, los golpes que les dan los tipos, los mal llamados ‘clientes’. Las cagan a palos. Y las compañeras, cuando nos juntamos en las charlas, nos cuentan que directamente las violan, las golpean, les roban lo que tienen, el celular. En los grupos de charlas se genera una catarsis grupal”. Así de dramático.

Más prostitución

—En la ciudad, cada vez se ven más chicas ejerciendo la prostitución en las esquinas. Basta con salir a recorrer la ciudad de tardecita o de noche para percibirlo. ¿Aumentó en efecto el número de mujeres en situación de prostitución, y cuál es el factor?

—Sí claro, aumentó. Y el factor es económico. Es la crisis de los bolsillos en la que estamos. Yo estimo que en una década, la cantidad de chicas, mujeres trans y chicos prostituidos creció entre un 35 y 40 % de lo que venía en la ciudad. Pero nada, ni una crisis económica, justifica ir la prostitución. Mirá, a cualquier hora ves mujeres en las esquinas. Salimos en las recorridas nocturnas en auto y lo puedo decir con seguridad, aunque me digan que estoy equivocada.

Esto se ve en Blas Parera, Facundo Zuviría, E. Zeballos hasta las Cuatro Vías, todo lo que es el centro de la ciudad, a partir de las 22.30. A la medianoche hay en cercanías del Hospital Iturraspe. Es algo increíble.

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“En 10 años la cantidad de mujeres en situación de prostitución creció entre 35 y 40 %”, estimó la referente de Mujeres en Actividad. Foto: Archivo El Litoral / Pablo Aguirre

Los prejuicios

En Paraná, que trabajan muy bien el tema de la trata, mataron recientemente a una mujer travesti. “Pero acá en la ciudad, el año pasado tuvimos tres travesticidios. Nadie se enteró y a nadie le importó. ¿Sabés lo que me dijo la policía cuando fuimos a hacer la denuncia? ‘Señora, vaya a dormir. Es un puto menos. Pise una baldosa y salen 10 putos más’”. Así de brutal lo dice Moncada.

“El prejuicio de la gente hoy es: ‘Che, las putas son todas sidosas. Y los putos también’. Eso no es así: el colectivo de mujeres en situación de prostitución sólo está en un 17% (de personas portadoras de VIH). El 54% de las mujeres viviendo con VIH son amas de casa, la mayoría contagiadas por sus maridos. Son estadísticas a nivel nacional”. Moncada pone el contexto con cifras.

Hoy, en las charlas que Moncada da en las escuelas (insiste en que hay que trabajar mucho la Educación Sexual Integral, ESI) los pibes de la secundaria tienen más conciencia de la importancia del uso del preservativo. Están más adaptados que los varones adultos, asegura. A veces hay gente que les piden a las voluntarias condones para un chico adolescente. “No todo es malo, esto es muy positivo”. Los chicos hoy la escuchan con respeto, y su historia de vida (ver La Vida de Elena) y su mensaje.

Qué falta

“El problema ante la prostitución es no tener políticas públicas a nivel nacional, provincial ni municipal. Ahí aparece el problema: salen algunos programas desde distintos estamentos con buenas intenciones, pero duran poco. En tres meses, las pibas no pueden empoderarse. La prostitución es un problema que demanda mucho tiempo. Hay un Estado ausente”, opina la referente.

Admite que hay algunas herramientas, como la subsecretaría de Género provincial, el área de la Mujer y Diversidad Sexual de la Municipalidad, que acompañan a las chicas en situación de prostitución. “Pero no alcanza: queremos políticas públicas concretas y contundentes. Mas compromiso del Estado y de la sociedad. No queremos estar otros 10 años repartiendo preservativos”.

La “pelea” es, para Moncada, lograr cupos laborales para personas en situación de prostitución. “Está el cupo laboral trans, pero no incluye a las chicas que están en las esquinas. Entonces, que también las compañeras que están en la calle tengan la oportunidad: algunas tienen el secundario completo y pueden trabajar tranquilamente en un supermercado, o una dependencia pública, en miles de lugares. Eso no pasa”.

El debate

—Hoy la prostitución es lícita en la Argentina, siempre y cuando no haya trata ni explotación de personas y se ejerza voluntariamente. Pero hay países como Bélgica que la legalizaron. Hay otros con regulaciones más laxas, y en otras naciones se prohibió (Francia o Noruega), con multas a quienes paguen para servicios sexuales. ¿Es viable regular la prostitución?

—No, no es la salida. En los países donde se legalizó la prostitución, hay más redes de trata. En Uruguay (se reguló con una ley de 2002), las mujeres sufren las mismas vejaciones que acá: violencia, golpes. Entonces, creo que regular la prostitución no serviría: la única vía posible para mí son políticas de Estado concretas, firmes. No quiero a las pibas, no quiero a mis nietas paradas en una esquina. Porque yo sé lo que se vive: a mí nadie me lo contó.

La vida de Elena

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Moncada nació hace 54 años en Santa Fe. Ejerció la prostitución durante 18 años. Huyó de su fiolo —que la castigaba— a Buenos Aires, en 1990. Tras trabajar un tiempo en una fábrica en Lomas de Zamora, volvió al círculo vicioso de la venta de su cuerpo. La puerta de entrada a ese “círculo enfermizo” es la droga, el alcohol, la relación de poder violento que establece el fiolo con la mujer prostituida, e incluso la coerción económica.

Un día, salió de ese círculo. Se recuperó, salió para siempre de las esquinas y desde entonces se dedica a asistir a mujeres en situación de prostitución. Publicó el libro “Yo elijo (contar mi historia)” donde relata los pesares de su vida. Y evoca su mensaje: la prostitución no es trabajo, es esclavitud moderna.

Foto: Gentileza