Los vecinos trasladados de La Vieja Tablada

Cómo es recibir la primera casa de material: el nuevo barrio Jesuitas

Ya son 30 las familias reubicadas por el Municipio y continuaban mudando al resto. Se trata de vecinos y vecinas que habitaban precarias viviendas fuera del anillo de defensa y que se anegaban con cada crecida del Salado. Las topadoras derrumbaron las precarias viviendas del antiguo asentamiento.

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El Gaucho. Enrique Ríos y Alejandra Fregonese ya ocupan una de las nuevas casas, junto a sus cuatro hijos.

Foto: Flavio Raina

 

Redacción El Litoral

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“El Gaucho” contempla con sus ojos celestes el sauce que acaba de plantar sobre la vereda mientras ceba un mate sentado en la sombra que proyecta su casa en este caluroso viernes de principios de febrero. La sombra viene de la medianera de su primera casa de material, con todos los servicios, donde días atrás instaló su cama sobre el piso de cerámicos, su cocina y sus muebles. También acomodó sus plantas y un santuario. Es que hasta hace poco tiempo Enríque Ríos —más conocido como “el Gaucho”— vivía en una precaria vivienda que había levantado en una zona inundable de barrio La Vieja Tablada.

Al igual que “el Gaucho”, ya son 30 las familias trasladadas desde un asentamiento irregular en la Vieja Tablada a sus nuevas viviendas en Larrechea y Piedrabuena, de barrio Jesuitas, en el límite noroeste de la ciudad. Se trata de vecinos y vecinas que vivían en ranchos en una zona inundable, en precarias condiciones, y ahora cuentan con una nueva vivienda de material, con todos los servicios, que se construyeron con fondos nacionales, a partir del trabajo conjunto con el municipio.

El operativo coordinado por equipos de la secretaría de Desarrollo Social y la Agencia Santa Fe Hábitat de la Municipalidad de Santa Fe comenzó el viernes pasado, con la mudanza de las primeras 21 familias, y en el transcurso de la semana fueron trasladadas otras 9, mientras que este viernes continuaba el operativo y más familias descargaban sus muebles y plantas desde camionetas para abrir por primera vez las puertas de su nuevo hogar.

Enrique y Alejandra Fregonese, junto a sus cuatro hijos de 6 meses, 2, 7 y 8 años, ocupan ahora la vivienda 5 de la manzana 2 de barrio Jesuitas. Mientras “el Gaucho” ceba mate una de sus niñas se arrodilla ante el santuario, junta sus pequeñas manos y ruega. “Pedimos pan y trabajo”, dice. Mientras su madre sale del nuevo baño, su padre reconoce que está preocupado “por la gente que quedó en el barrio y todavía no la mudaron, como ‘el Gringo’ que enviudó hace poco y está solo en el fondo del barrio, y por el futuro, ya que muchos son ladrilleros o crían chanchos, y ahora saben bien cómo van subsistir. “Nos dijeron que nos van a ayudar”, cuenta.

Topadoras

En paralelo a la mudanza, la Municipalidad avanzó con topadoras en la zona de bajos de La Vieja Tablada para derrumbar con las precarias viviendas que fueron desocupadas y realizar movimientos de suelo. El objetivo es que el lugar no sea habitado nuevamente por otras personas porque es una zona de riesgo hídrico, sobre todo desde la calle hacia el Salado. En un predio cercano, el municipio proyecta construir el parque logístico Interpuertos.

La demolición provocó malestar en algunos vecinos de La Vieja Tablada que todavía permanecen en el lugar. Uno de ellos es Ángel Duarte, quien criaba gallinas y chanchos, y ahora armó un precario rancho de chapas junto a la calle de acceso al barrio, luego de que las topadoras “tumbaran” su vivienda. Bajo el techo sostenido por troncos acomodó su cama, dos jaulas con canarios y un brasero. “No sé qué voy a hacer ahora, porque a mí no me van a dar una vivienda nueva. Así que cuando baje el agua voy a levantar de nuevo mi casa”, dijo, aunque ello no está previsto que suceda, según las autoridades.

En cambio dos de sus hijos, Ángel (h) y Julio, recibieron las nuevas viviendas de barrio Jesuitas y ya se mudaron junto a sus familias, al igual que el resto de las personas que habitaban la zona de acceso a La Vieja Tablada. Al fondo del barrio, en la zona del ex Frigorífico Municipal y más adentro todavía quedaban el viernes unas 40 familias.

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Incertidumbre. Ángel Duarte dice que no tiene dónde ir, tras la demolición de su precaria vivienda; en cambio dos de sus hijos recibieron casas nuevas.

Foto: Flavio Raina.

El nuevo barrio Jesuitas

Las casas fueron construidas mediante el trabajo conjunto entre la Municipalidad de Santa Fe y el gobierno nacional, acordado tras la emergencia hídrica de 2016. Ese plan incluye a barrio Nueva Esperanza Este, donde se construyeron viviendas y se reubicó a otras 60 familias. También estaban previsto un proyecto para la Vuelta del Paraguayo pero hasta el momento no se concretó.

Los flamantes hogares de Jesuitas cuentan con todos los servicios y significan una solución definitiva a un problema histórico en el noroeste de la ciudad. “De esta manera se concreta un sueño para estas familias y será para ellas un nuevo comienzo”, dijo días atrás el intendente José Corral al referirse al traslado.