Peisadillas

Nos fuimos a la M

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Los mimos, testigos silenciosos de los que pasan paseando sin pausa, se congelan en gestos consensuados muscularmente como con máscaras mortuorias, pálidas, pétreas y anodinas. Los mimos de la mímica no dicen nada, los mimos del amor dicen mucho. Foto: Mauricio Garín

Por Carlos Mario Peisojovich (El Peiso)

En mis sueños mozos, las mujeres monas mandaban en mis deseos más o menos moderados... es que en mis Peisadillas se acumulan infinidad de momentos y experiencias, también de cosas, casos, cursos, quesos, besos, buzos, rezos, pesos, pisos, sesos y mensos.

Los mimos, testigos silenciosos de los que pasan paseando sin pausa, se congelan en gestos consensuados muscularmente como con máscaras mortuorias, pálidas, pétreas y anodinas. Los mimos de la mímica no dicen nada, los mimos del amor dicen mucho.

Cuando la mentira se manipula y el más jetón de los mandamases, que con su monserga molesta, aunque el ambiente lo caliente, a grito pelado, adusto sus gestos sobreactuados, misereando la realidad como si lo que se ve no existiera, malo, mosqueado... El Macriting desmesura la mesura.

Los medios masivos macaneadores mandan mensajes manipulados para el maniqueo general, mansamente moldeables en múltiples mentes mediocres. Empoderada la Ministra ex montonera que dicen es medio mamadera, manda a castigar a las masas que marchan. Hay mensajeros medio abogados que merman la verdad a costa de manosear a testigos que arrepentidos maman por no llorar, apretados por periodistas comprados por la mesada mal habida.

El malogrado, malhadado y mediático ¿abogado?, manda en cana desde la cana sin mover las manos. El archivo te delata. Se pega el faltazo el fiscal, recusa y abusa de fueros, los memes a la orden del día no perdonan.

La moneda verde flota inerte, un peso más, un peso menos; menos carne en la mesa, menos leche en la leche, menos monedas, más hambre.

La morocha, la mandona ex mandamás, manda mensajes por medios digitales, acusada, procesada, victimizada, habla humanamente como preocupada mamá que mima, ocupada en esos enseres maternales, los seres políticos de la línea dura piden a gritos su candidatura, los otros, los del medio, caminan por la medianera mediocre del que pide pan y no le dan, muestran sus caras preocupadas si conviene, o se llaman a silencio si la noche se les viene.

¡Eureka!, dijo Manzanares, y las ideas y recuerdos se amontonaron en su cráneo memorioso. Canta como pajarito las malas acciones de nuestro fallecido ex presidente, con lujos y detalles.

La mamá de M.M. a mamporros el vicio de la mentira quería sacar, mísero favor mamó Mauri, ahora se desquita a troche y moche por la herencia mamada.

La vida es un cabaret “money; money; money” cantaba Minelli, y decía que al mundo hace girar; Roger Waters de Pink Floyd recitaba con voz embroncada : “el dinero es un crimen, repártanlo justamente, pero no tomen ni una rebanada de mi pastel”.

Sueño marcado de emes... Cuando niño, nuestras primeras palabras llevaban la “M”, mis primeras palabras en la escuela empezaban con “mi mamá me mima”.

Sueño con emes, heme aquí, metido en mis Peisadillas mundanas de mercadotecnia adornada donde hoy, como decía el “Indio” con sus Redonditos de Ricota: “el lujo es vulgaridad”.

Mi Peisadilla, como todas, tiene la banda de sonido de mi vida, esa música de fondo me inspira: “Uno busca lleno de esperanza el camino que los sueños prometieron a sus ansias, sabe que la lucha es cruel y es mucha pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina”, M.M, Mariano Mores.

Tengamos nuestra Santa Fe.