Entrevista a Leymah Gbowee

“Estoy muy orgullosa de que las mujeres se hayan puesto de pie”

La liberiana premio Nobel de la Paz en 2011 brindó una charla en el Centro Cultural Provincial en el marco del programa “Santa Fe Debate Ideas” que organiza el gobierno de la provincia. Y dialogó con El Litoral.

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La “huelga de sexo” en Liberia para terminar con la guerra fue “una herramienta de marketing”, que “sirvió para sacudir la realidad”, evalúa Gbowee.

Foto: Luis Cetraro

 

Gabriel Rossini

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En 2002, Leymah Gbowee era una trabajadora social liberiana que sufría las consecuencia de una sangrienta guerra civil. Para tratar de terminar con el conflicto organizó “Women of Liberia Mass Action for Peace”, un movimiento integrado por mujeres nativas de distintas religiones que rezaban y cantaban en un mercado de pescado. A partir de esta acción, miles de mujeres se convirtieron en una fuerza política contra la violencia y el gobierno.

En 2003 lideró la delegación de mujeres de Liberia que concurrió a Ghana donde llevó a cabo una protesta silenciosa fuera del Palacio Presidencial, para presionar con el fin de que se llegue a un acuerdo y se firme la paz entre los bando en pugna en su país, lo que finalmente ocurri{o en 2003. Por esta acción fue galardonada con el premio Nobel de la Paz en 2011.

-Hace alrededor de 20 años inició la lucha por la paz en Liberia ¿Como está la situación en la actualidad?

-Liberia es un país donde ya no se escucha el sonido de las balas. Sin embargo, seguimos enfrentando las consecuencias de una guerra civil que duró 14 años y dejó al país destruido, en muy malas condiciones. Tenemos serios problemas. Donde está mi casa no hay energía eléctrica ni agua potable. Tenemos que proveernos nosotros mismos, porque no existen. El sistema sanitario es un desastre, todo está semidestruido. La gente sin embargo juró no volver a la guerra. Pero sigue habiendo violaciones, abusos, niños que fueron reclutados para ser soldados siguen en las calles y no hay programas para reintegrarlos a la sociedad.

-¿Los hombres podrían haber hecho por la paz lo que ustedes hicieron o era imprescindible que lo llevaran adelante las mujeres?

-Hay que entender que cuando un grupo de personas se levanta para luchar por algo y dice que la única manera de conseguirlo es peleando con las armas, es porque cree en la violencia, en la guerra y no tiene la capacidad de terminarla. Los hombres en Liberia empezaron la guerra, ellos creían en la violencia, era su lenguaje. Por lo tanto tenían que ser las mujeres las que mostraran la otra dimensión, la humana, interpelarlos sobre si no se daban cuenta de que estaban matando a sus hijos, violando a sus esposas, destruyendo el futuro del país. Era tarea de las mujeres.

-Si bien en su país la guerra terminó, quedó la infraestructura destruida y la violencia social que no fue erradicada. ¿Mejorar la calidad de vida de sus compatriotas depende también de una lucha como la que emprendieron para terminar la guerra?

-En países que no están en guerra hay que tener en cuenta distintas dimensiones de lo que sucede. En Liberia existen lo que podemos llamar organizaciones de base integrada por mujeres que lo que buscan es mejorar la calidad del sistema de salud, del educativo. Pero existe un gobierno nacional que es el que maneja y gestiona los recursos. Lo que hay que hacer es buscar líderes que sean transparentes, a los que se les pueda pedir rendición de cuentas porque de lo contrario llegan, se llevan todo y dejan a la gente sin nada. Son los gobiernos los que tienen que hacer esto, porque de lo contrario la comunidad internacional no ve que en ese estado haya disciplina fiscal y no van a invertir en ese país. Las mujeres, como la sociedad civil, lo que pueden hacer es presionar desde abajo al gobierno para que la comunidad internacional venga a invertir.

-Usted hace mucho hincapié en la importancia que sus padres le dieron a la educación para progresar en la vida. ¿Su lucha sirvió para transferirle esta enseñanza y su experiencia a los liberianos?

-La idea de que la educación es tan importante está prendiendo en Liberia. Pero es una lucha que continúa. Hace 7 años inicié una fundación que es “Educar a los Jóvenes para el Liderazgo”. En este momento contamos con 526 jóvenes. Pensamos que no solamente hay que invertir en construir escuelas, sino que además necesitamos invertir en generar mentores para los niños en el desarrollo del sistema de salud. Tenemos que nutrir a los niños y hacerles entender que estar educados no alcanza, que tienen que convertirse en líderes. Pero líderes de un nuevo tipo, no los que tenemos ahora y vemos en todo el mundo, que se llevan todo y nunca rinden cuenta. Líderes que entiendan que si tienen solo una taza de té y hay tres personas, es un sorbito para cada uno.

-¿Como funcionó la abstinencia sexual durante la lucha para conseguir la paz? ¿Sirvió para que los hombres recapacitaran o fue más una operación de marketing?

-Fue una herramienta de marketing porque todos empezaron a preguntarse ¿como una huelga de sexo? ¿Quienes son estas mujeres? ¿Funciona? Sirvió para sacudir a la realidad que estábamos viviendo, que durante 14 años solo se hablara de la guerra. Y hay que tener en cuenta que aquellos que tenían las armas en sus manos las tenían porque eran cobardes.

-¿Que piensa de la lucha que llevan adelante las mujeres en Argentina?

-Hay que tener en cuenta que cuando las mujeres salen a la calle a reclamar o protestar por algo no es porque están sin nada que hacer, sino porque ven afectadas sus vidas, sus posibilidades, por algo muy importante. Me parece que el movimiento feminista en Argentina no debería involucrar solo a las mujeres. Debería capturar la atención y la imaginación de los hombres, porque cuando hablamos de que cada 30 horas hay un femicidio, no estamos hablando solamente del asesinato de una mujer: estamos proyectando la imagen del hombre que lo comete, que es horrible. Tendrían que preguntarse como pueden ser parte del movimiento que detenga esta violencia. Yo estoy muy orgullosa de que las mujeres se hayan puesto de pie y hayan empezado a hablar. Pero estaría mucho más orgullosa si los hombres salieran y dijeran “nosotros no somos bestias, somos humanos: ¿qué podemos hacer para ayudar a terminar con esta situación?”.

-¿Cree que su lucha tiene continuadores, que ha sido imitada en Liberia o en otros países?

-La historia nos enseña que en la época colonial en Nigeria el gobierno colonial británico quiso imponer un impuesto y fueron las mujeres -en una época en que no había redes sociales ni nada- las que pudieron detener la imposición de esos impuestos. También en Nigeria hubo una lucha contra las compañías petroleras. En Liberia han peleado por distintos motivos. Si leemos la historia de África nos vamos a encontrar con muchísimas grandes mujeres. Nosotros en Liberia estamos haciendo lo que otras madres también hicieron en otros países. En el Congo, en Libia. Continuamos la lucha de las que estuvieron antes que nosotros y a nuestra lucha la continuarán otras mujeres. Por ejemplo, en Congo hay problemas terribles con violaciones y hay una gran lucha para reintegrarlas a la sociedad. En Chicago hay mujeres que dicen que su lucha se ha visto inspirada en lo que hicimos nosotras. Pero de ninguna manera quiero decir que fui la primera, ni a la que se le ocurrió todo esto. Estoy segura de que en Argentina durante la dictadura militar muchas madres salieron a la calle a reclamar.

-Su lucha, entre otras consecuencias, permitió que una mujer fuera elegida presidenta en su país (Ellen Johnson Sirleaf). ¿Cree que usted puede ser la segunda?

-Si Dios lo dice y lo pide...

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  • Cuando hablamos de que cada 30 horas hay un femicidio, no estamos hablando solamente del asesinato de una mujer: estamos proyectando la imagen del hombre que lo comete, que es horrible. Los hombres tendrían que preguntarse como pueden ser parte del movimiento que detenga esta violencia”.