La política en foco

Manotazos de ahogado

Macri ha decidido jugar la suerte de su gobierno a políticas a las que hizo responsables durante toda su carrera política y empresarial de la decadencia argentina.

Gabriel Rossini

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Acorralado por una tasa de inflación que el país no tenía desde antes del plan de Convertibilidad y que se acelera antes que frenarse, el derrumbe del consumo y de la producción, el aniquilamiento del poder adquisitivo de los ingresos con pocos antecedentes en la historia argentina y tarifazos sin fin, el presidente de la Nación aprobó implementar una serie de medidas económica en las que no cree.

Macri ha decidido jugar la suerte de su gobierno a políticas a las que hizo responsables durante toda su carrera política y empresarial de la decadencia argentina como el control de precios, mientras según explica en el insólito video de ficción que difundió para anunciar las medidas, espera que surtan efecto las “cosas de fondo” que implementó y que dieron resultados en Chile, Perú y Paraguay.

Explicadas con culpa como “acuerdo de caballeros”, las medidas congelan precios de servicios públicos en la ciudad de Buenos Aires, ofrecen nuevos créditos a jubilados y pensionados al 50 % de interés, implementa rebajas en medicamentos para quienes cobran en Anses, y promete por enésima vez una cantidad de productos de consumo masivo a precios más bajos. Medidas que una semana antes ya se sabía iban a tomar y que provocaron la habitual reacción de comerciantes y empresarios: remarcaron los precios por las dudas, como cualquiera de los que lea esta columna ha comprobado.

En realidad las medidas ignoran el problema más importante de la economía argentina actual que es la pulverización del poder adquisitivo de la mayoría de la población. Sin una recomposición de salarios, jubilaciones y pensiones podrán anunciar cualquier medida que no surtirá ningún efecto porque el problema es que a la gente no le alcanza la plata. No existe un capitalismo sin consumidores.

El otro problema del gobierno que quedó expuesto como nunca antes es su falta de credibilidad ante los actores económicos. Lo criticaron los propios y lo ridiculizaron los adversarios. Salvo algunos ministros, al resto ni se le vio la cara. ¿Qué debe pensar la gente si el martes el presidente del Banco Central dijo que no iba a haber congelamiento de precios y al otro día el presidente lo anuncia? ¿Qué si el presidente dice que marzo fue el pico de la inflación y al otro día el ministro de Hacienda dice que será marzo y abril y al otro día que hasta mayo no bajará? ¿A quién creerle?

Como dueños de empresas, el presidente y sus principales funcionarios vienen haciendo responsable de la crisis económica que generaron sus decisiones a otros, en este caso a los argentinos, a los anteriores gobernantes, a crisis externas, etc. Lejos de asumir sus culpas y su responsabilidad como jefe de gobierno -él dijo en la campaña que la inflación era uno de los problemas más fáciles de arreglar- convirtió a sus malas decisiones de política económica en un problema cultural de la Nación.

Visto la reacción de los mercados financieros, de bonos y el derrumbe de las acciones en la Bolsa de Nueva York, los anuncios económicos no han sido bien recibidos por quienes en el gobierno suponen son sus principales apoyos. Los mismos que iban a provocar una lluvia de inversiones

“La verdad es que, hoy, las cosas se ven sombrías para el señor Macri. Si bien, por ahora, el peso puede ser estable o no durante el año pasado, la inflación sigue siendo insoportablemente alta, la economía muestra pocas señales de vida”, escribió el Financial Times, después de recordarle que los controles de precios son populistas y nunca dieron resultado.

Pero quien mejor definió los anuncios del presidente fue el diario El País de España: “El presidente argentino ha anunciado un plan de congelación de precios y tarifas que se parece mucho a eso que prometió que nunca haría”.