Expectativa mundial

En medio de una ola nacionalista Europa elegirá sus parlamentarios

Millones de ciudadanos de los 28 países de la UE votarán entre mañana y el domingo. Temen un avance importante de los euroescépticos.

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Matteo Salvini, líder de la Liga del Norte italiana.

Foto: Telam

 

Redacción El Litoral

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Millones de ciudadanos de los 28 países de la Unión Europea (UE) votarán entre mañana y el domingo a los integrantes del Parlamento Europeo, la única institución del bloque elegida directamente, en un clima de alarma alimentado por el Brexit y el ascenso de partidos nacionalistas y euroescépticos.

Líderes europeos del establishment político temen que un avance importante de los euroescépticos en el Parlamento Europeo, que vota las leyes comunitarias, fija el presupuesto de la UE y supervisa a varias de las instituciones del bloque, dificulte la toma de decisiones en Bruselas.

Con sondeos que predicen un buen desempeño de fuerzas populistas de derecha y nacionalistas opuestas a una mayor integración, el presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió esta semana que estos comicios serán los más importantes desde los primeros de 1979 y que la UE enfrenta una “amenaza existencial”.

La cita con las urnas pondrá en marcha un período de cambios de gran envergadura en la UE con la elección de sus máximas autoridades, especialmente el presidente de la Comisión Europea, el ejecutivo de la UE, y del Consejo Europeo, como se llama a las cumbres de líderes del bloque.

La Eurocámara juega un rol central en este proceso.

La participación electoral ha caído desde 1979, pero la clase política tradicional espera que los votantes se movilicen más esta vez ante el caos provocado en el Reino Unido por el Brexit y varios escándalos que han afectado a partidos o líderes de la extrema derecha europea.

Unos 400 millones de europeos están habilitados para votar.

Aunque las formaciones europeístas han controlado siempre la mayoría de las 751 bancas del Parlamento Europeo, el movimiento nacionalista que gana terreno en el Viejo Continente ha empezado a dejar su marca en la UE.

Matteo Salvini, el poderoso viceprimer ministro italiano y líder del partido Liga, ha formado una nueva alianza de agrupaciones nacionalistas y de extrema derecha.

Salvini, quien también es ministro del Interior, y sus aliados abogan por fronteras menos abiertas, mayor autonomía nacional y una UE más débil.

Los partidos que gobiernan en Polonia y Hungría, aunque no integran la alianza, tienen posturas semejantes.

Los británicos y los holandeses serán los primeros en votar, mañana, y los ciudadanos de los restantes 26 países del bloque lo harán en los tres días siguientes.

En el Reino Unido, el euroescéptico Partido del Brexit, del dirigente Nigel Farage, es el favorito a ganar las elecciones, y formaciones populistas de derecha también están midiendo alto en Italia y otros países.

Sin embargo, los euroescépticos no las tienen todas consigo.

La reciente reelección en España del presidente socialista Pedro Sánchez dio al establishment europeo una ansiada victoria en una de las mayores economías del bloque.

En Austria, además, un escándalo de corrupción provocó días atrás la caída del gobierno de coalición entre los conservadores y la extrema derecha.

“Lo que pasa allí ciertamente tiene un significado europeo. Está claro que ha fracasado la estrategia de contener, inmovilizar a nacionalistas y populistas dándoles responsabilidades de gobierno”, dijo el ministro de Asuntos Europeos alemán, Michael Roth.

Pero los populistas no se desalientan y confían en replicar el éxito nacional de Salvini en Italia y del primer ministro Viktor Orban en Hungría.

“Todo ha cambiado!, dijo esta semana la líder de extrema derecha francesa Marine Le Pen.

“Antes estábamos solos en el escenario europeo. Pero en pocos meses, un amplio grupo de fuerzas políticas ha surgido de manera espectacular”, agregó en una entrevista.

Encuestas apuntan que la nueva Eurocámara podría tener hasta 173 representantes de fuerzas populistas de derecha, euroescépticas o nacionalistas.

Los dos grandes bloques de centroderecha y centroizquierda perderían unas 30 bancas cada uno, con lo que no tendrían la mayoría y deberán pactar con partidos liberales o verdes.