Silvina Moreno

Frescura que acompaña

  • La cantautora y multiinstrumentista visitará este domingo Tribus Club de Arte. Previamente, conversó con El Litoral sobre la actualidad entre “Sofá” y los escenarios internacionales, la construcción de un estilo reconocible y el entramado de referencias femeninas y del Berklee College que conviven en su obra.
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“En mi proyecto me gusta confesar lo que me pasa, contar mis historias”. Foto: Gentileza producción

 

Leonardo Pez

Este domingo, desde las 21, Silvina Moreno regresa a la ciudad de Santa Fe para presentarse en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572). Las entradas pueden adquirirse a través de sistema Ticketway y sus puntos de venta físicos son: Credife (Santa Fe, Rafaela y Esperanza), Nexon Santa Fe (sucursal Aristóbulo del Valle sucursal Peatonal San Martín), Nexon Paraná (Centro), Nexon Santo Tomé. También se pueden comprar en boletería de Tribus, de miércoles a domingo desde las 18.

Toque especial

—Volvés a presentarte en Santa Fe junto a Luz Pereyra, como en julio de 2018. ¿Cuál es la esencia de este nuevo recital?

—El año pasado fue muy lindo. Me sorprendió la cantidad de gente que vino, considerando que había llovido. El domingo vuelvo con banda completa y, también, con Luz en la apertura del show. Estoy trayendo un single nuevo, “Tiempo”. Me encanta ver cómo la gente se engancha en el vivo con esa canción, con las nuevas y las viejas. Siempre me gusta venir a la zona del Litoral. El público -tanto rosarino como santafesino- es muy culto, escucha mucha música y valora verte en vivo. Es una experiencia divina bajar del escenario y darle un abrazo a cada uno que vino.

—Venís luego de una gira de dos meses por localidades de Estados Unidos, México, Ecuador, Colombia y Perú. ¿Cómo fue esa experiencia?

—Me sentí muy bien recibida. Hubo distintos públicos, pero todos muy generosos y abiertos a nuevas propuestas. Hay un público que se va armando, gracias a mi exposición en Spotify, en Youtube y en redes sociales, y al trabajo de prensa que se hizo en cada lugar al que fui. Parte de la gira en México fue compartida con Raquel Sofía (Puerto Rico) y Cecy Leos (México)... ¡y entre chicas nos divertimos mucho!

A veces, el camino del solista es medio solitario, y ésta fue una oportunidad para no estar de gira todo el tiempo por mi cuenta, y poder compartirlo con otras cantautoras que están en una etapa similar a la mía. En cada gira aprendo mucho cómo seguir creciendo e interactuando con el público. No perder la frescura es fundamental. Aunque uno dé un show repetido muchas veces, es lindo que cada noche sea diferente y tenga su toque especial.

Entre chicas

—En la ceremonia de los Premios Gardel, donde recibió el máximo galardón Marilina Bertoldi, participaste de un homenaje a músicas argentinas, junto a Elena Roger, Ligia Piro y Sol Pereyra.

—Fue una muy linda experiencia. Ligia, Elena y Sol son grandes talentos y mujeres que admiro. Es un lujo haber representado a compositoras argentinas. Yo canté una parte de “Palmas azules”, de Silvina Garré, y lo disfrutamos mucho. La química entre nosotras se dio de una manera muy orgánica. Es un gran halago que me hayan invitado de Capif a ser parte de la ceremonia de los Premios Gardel.

—Con pocos días de diferencia, fuiste invitada por Ximena Sariñana para cantar “Pueblo abandonado” en Niceto. ¿Qué significó para vos ese momento?

—¡Estuvo espectacular! Ximena es una mujer tan talentosa y, además, muy generosa. Habíamos coincidido un mes antes en Bogotá en Armando Records y en el Estéreo Picnic. Después lo volvimos a compartir en Lima, cuando ella hizo un show que yo abrí. Para cuando coincidimos en Argentina, me volvió a invitar a cantar. Ximena es una genia, la admiro mucho y tenemos caminos similares.

—¿Qué músicas constituyen tu marco de referencia o te inspiran como artista?

—En el mundo latino, Mercedes Sosa es referente. Yamila Cafrune, una de las primeras mujeres con las que compartí escenario cuando era chica. También, Natalia Lafourcade, Ximena Sariñana y Julieta Venegas. Tita Merello fue una mujer con mucha personalidad, que yo admiro mucho y disfruto lo histriónica que era.

—Tu madre es poeta. ¿Pensás que puede haber alguna influencia por ese lado?

—Mi mamá está en constante búsqueda. Es lindo ver cómo ella utiliza el idioma de manera muy eficiente y amplia. Busca palabras y metáforas que generen un impacto emocional en quien escucha. Sí, hay una influencia. No podemos compaginar mucho, porque mi mamá escribe poesía sin rima. La música que hago yo es con rima, y es difícil que podamos escribir una canción juntas... pero lo he intentado.

Distintos lados

—En el Berklee College of Music te formaste junto a Bobby McFerrin y Drexler, entre otros. ¿Qué aprendizajes te quedaron del contacto con cada uno de ellos?

—Bobby McFerrin me enseñó lo importante que es la disciplina. Estudiar toda la vida para seguir descubriendo el mundo de la música, tan infinito. Ir un paso a la vez. El poder de la improvisación y de la voz. Para mí, es uno de los mejores cantantes del mundo. No canta fuerte o súper agudo. Él utiliza la voz completa, y tiene una precisión impresionante con las notas. Bobby McFerrin me enseñó a ser precisa y a honrar la música.

Jorge Drexler me inculcó el valor de la paciencia. Él estuvo muchos años hasta lograr que la gente lo distinga. Eso lo curtió mucho, le sentó una base importante e hizo ordenar sus prioridades. Lo admiro mucho y me encantó cómo nos pudo transmitir eso: paciencia, que las cosas llegan cuando tienen que llegar. Jorge tiene una manera muy sana de ver este camino. En su momento, escuchó mis letras y dijo: “Yo estoy seguro de que podés jugártela más porque tenés más para decir”. Me lo dijo de una manera súper constructiva. Yo estaba encarando mi primer disco. Después me dijo “pero a mí no me escuches” (risas).

—Después de “Mañana” vino “Real” y, al momento tu última producción, “Sofá”. ¿Cómo describirías el camino desde el primer al tercer álbum?

—Mis dos primeros discos me prepararon para el tercero. Fueron discos de prueba y error, de mucha búsqueda: en cuanto a lo sonoro, al estilo, al pop versus el indie. Yo tengo el lado de cantautora y el lado más pop, que me gusta subirme a un escenario y entretenerme. “Sofá” es un muy buen resumen de las dos partes, que se logró con la producción de Eduardo Cabra (“Visitante”). Fue, en muchos sentidos, un primer disco. Siento que es el más sólido de los tres. Es una representación de un lugar en el que uno se sienta, escucha con tranquilidad y disfruta de la música.

—Además, participó Kevin Johansen.

—Kevin es muy generoso con su tiempo. Me ha invitado a cantar juntos un par de veces y hemos compartido escenario. Vino a grabar “Frío en los pies” con sus ocurrencias. Él es muy inteligente y le metió su estilo Kevin a la canción. Entendió la esencia del mensaje muy rápido. Es un gran artista argentino y otra de mis referencias.

—¿Entre ambos lados que lograron resumirse podría estar la esencia de Silvina Moreno? ¿Cuál considerás que es tu impronta?

—En mi proyecto me gusta confesar lo que me pasa, contar mis historias. Me han dicho que tiene mucha frescura y sinceridad. Me interesa ser una artista accesible, que pueda generar un sentido de identificación con otras personas que han vivido experiencias similares y se sientan acompañadas cuando yo les cuento lo que me pasa.