EZEQUIEL SILBERSTEIN

“Cuando dirijo una orquesta me siento como el capitán de un barco”

El maestro bonaerense estará al frente de la Sinfónica de Santa Fe, en calidad de invitado, en el concierto previsto para el viernes. El repertorio incluirá obras de Berlioz, Pierné y Elgar. Antes, Silberstein dialogó con El Litoral sobre el repertorio previsto, la actualidad de la música académica argentina y el rol del director orquestal.

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Ezequiel Silberstein es Licenciado en Artes Musicales de la Universidad Nacional de las Artes. Continuó sus estudios en la Escuela de Música “Buchmann-Mehta” de la Universidad de Tel Aviv, Israel, graduándose con honores de la Maestría en Dirección Orquestal. Foto: Gentileza OSPSF

 

Juan Ignacio Novak

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La Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe dará continuidad a su temporada a través de un concierto que se desarrollará el próximo viernes, a partir de las 21, en el Centro Cultural Provincial (Junín 2457). En la ocasión, el ensamble instrumental desplegará un repertorio conformado por obras de Héctor Berlioz (Obertura El Corsario, op. 21), Gabriel Pierné (Konzertstück para Arpa y Orquesta Sinfónica, op. 39) y Edward Elgar (Sinfonía Nº 1, op. 55). La dirección estará a cargo del maestro Ezequiel Silberstein, en calidad de invitado, y participará como solista la arpista Marcela Méndez, integrante estable de la orquesta.

Silberstein, quien actualmente cumple funciones en la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y en la Academia Orquestal del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, dialogó con El Litoral. Recordó detalles de su trabajo junto a la Sinfónica de Santa Fe, dejó su mirada sobre el repertorio que ejecutarán en el concierto, habló de su formación junto a maestros de la talla de Zubin Metha y destacó el rol de los jóvenes en el panorama actual de la música académica argentina. “Las del viernes son obras que no se suelen tocar muy seguido. Incluso la de Elgar es un estreno en Santa Fe. Por eso elegimos este programa, creemos que es muy interesante para la audiencia”, apuntó.

—Tuviste oportunidad de dirigir en otras ocasiones a la Orquesta Sinfónica de Santa Fe ¿Cuáles cree que son las cualidades principales de sus músicos?

—Tuve la gran experiencia de trabajar con la Orquesta el año pasado. Me habían hablado muy bien de la Orquesta, la seguía en redes y conocía su actividad pero no había tenido oportunidad de trabajar con sus músicos. Cuando me convocaron me puse muy feliz. Siempre que a uno le toca trabajar a un organismo nuevo, como invitado, hay mucha expectativa. Obviamente uno quiere ir bien preparado para demostrar todo lo que sabe para que todo fluya. Por suerte fue de esa manera, se generó una buena relación musical y humana, creo que sus músicos son fabulosos. Encontré una buena conjunción entre músicos experimentados y una camada joven, de una generación similar a la mía, que son excelentes. Y hacen una buena mezcla. Se nota el gran trabajo que vienen haciendo sus directores, la maestra Urrutia antes y sobre todo el maestro Hilgers ahora. Es una orquesta con un sonido muy compacto, con la cual se puede trabajar bien. Sus integrantes están ávidos de repertorios desafiantes y siempre interesados en tocar para su público y para nuevas audiencias.

El sueño del Colón

—Desde el año pasado te desempeñás como regente y director musical de la Academia Orquestal del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. ¿Cómo calificás hasta ahora esa experiencia y cómo incide trabajar en un ámbito de tanto prestigio en el resto de tus actividades profesionales?

—Cualquier músico, argentino y del mundo, quiere trabajar en el Colón. Y que sea el lugar de trabajo es un sueño. El primer día no lo podía creer. Puntualmente, el caso de la Orquesta Académica es todavía más interesante porque me interesa la formación de jóvenes talentos. Trabajé mucho tiempo con mi maestro Mario Benzecry en la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional José de San Martín, entonces conozco mucho el trabajo con las orquestas juveniles. Y con la Orquesta Académica del Colón sucede como en el fútbol: es la cantera de las grandes orquestas. Es una gran responsabilidad, una felicidad y un desafío.

Talento argentino

—En una entrevista reciente el director italiano Roberto De Maio comentó que Argentina podía ser el “futuro” de la música académica mundial. ¿Coincidís con este diagnóstico?

—Coincido, pero a partir de mi experiencia trabajando con jóvenes. Hay muchos jóvenes argentinos talentosos que triunfan en el país y en el exterior. Muchos estudian en Europa, Estados Unidos o Medio Oriente como fue mi caso y el de algunos compañeros. Son músicos que después tocan en orquestas de Europa o vuelven a la Argentina y ganan los puestos por concurso en las principales orquestas. Hay mucho futuro, no hay duda. La generación que viene es talentosa y estudiosa. Hay gran interés por la música académica y más recursos que antes gracias a la tecnología, la cercanía que permite y los métodos de enseñanza. Entonces la formación es más rápida y sustancial que antes. Argentina podría tener todo si estuviera acompañada de un panorama económico que apoyase eso. Pero en lo artístico, no hay dudas, hay un gran potencial.

Maestros

—Participaste en instancias de formación con maestros como Zubin Mehta, Benjamin Zander, Johannes Schlaefli y Fabián Panisello ¿Cuáles fueron los aprendizajes más importantes que obtuviste de ellos?

—Una de las razones que me llevaron a vivir en el exterior fue trabajar con diferentes maestros. Zubin Mehta es el artista por el cual decidí comenzar a dirigir. Me acuerdo cuando era pequeño y lo vi dirigir en el Colón. Cuando tuve la posibilidad de tener una clase con él fue surrealista, no lo podía creer. Más allá de la admiración, cada maestro me enseñó muchísimo. Con cada uno tuve acercamiento en diferentes momentos de mi carrera. En la formación de un director es importante la tutela de los grandes. Cuando dirijo, tengo un poco de cada una de las enseñanzas y vivencias que me trasmitieron. Cuando vuelvo a las obras que estudié con ellos recuerdo sus consejos. Pero, como cualquier artista, siempre hay una o dos referencias. En mi caso, Mario Benzecry en Argentina y Yoav Talmi en Israel. Pero los demás también dejaron sus marcas y los tengo presentes.

El rol del director

—¿Cuáles son, a tu criterio, los aspectos sobre los cuales más se debe trabajar para ser un director orquestal eficiente?

—Si tuviera la respuesta, creo que sería millonario (risas). Pero un director orquestal eficiente del siglo XXI es diferente a lo que venía siendo. Hay que ser versátil respecto a los estilos, saber de todo. Conocimiento musical y técnico deben rozar la excelencia, pero hay un factor no menor que es la parte humana: no hay que olvidar que se trabaja con un grupo humano muy heterogéneo. Llega el momento de bajar la batuta y hay que hacer una conjunción. Intentar ir juntos hacia un horizonte. Siento siempre que soy el capitán de un barco. Entonces, más allá de la preparación, lo más eficiente es llevar adelante el vínculo con el organismo orquestal.

El arpa desde la niñez

La arpista Marcela Méndez, quien se desempeñará como solista el próximo viernes, expresó a El Litoral sus expectativas de cara al concierto. “No es frecuente que se programen conciertos con el arpa como solista, y siempre es motivo de alegría cuando esto sucede ya que desde hace años desarrollo una intensa tarea de difusión de mi instrumento”, señaló. En la ocasión, Méndez interpretará el Konzerstück Op. 39 de Pierné en primera audición en la ciudad de Santa Fe.

—¿Por qué elegiste el arpa?

—Creo que hubo algo de destinación hacia la música, que me llevó a conocer a Elena Carfi en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) en la escuela de música en la que me formé y si bien yo me sentía atraída por la belleza del instrumento, fue su amor y dedicación la que me hicieron abrazar al arpa en mi niñez y no separarme más. El encuentro con mi maestra fue en 1979, yo tenía entonces 9 años.

—Dedicás parte de tu tiempo al rescate de la música para arpa de compositores de Argentina y Latinoamérica ¿Por qué esta decisión? ¿Cuáles considerás que son los principales aportes argentinos en este sentido?

—El hecho de poner en valor la música de compositores argentinos primero y latinoamericanos después, se ha convertido en una fuerte destinación y compromiso con el acervo cultural de nuestro país. Llevo décadas buscando música, seleccionándola, grabándola y ahora editándola.

—Dictás la cátedra de Arpa en la Escuela de Niños 9901 de Santa Fe ¿Qué rescatás de esa experiencia? —Es un proyecto que amo y que me ha motivado a seguir creando. El arpa en Santa Fe había quedado por muchos años sin un espacio formativo. Era necesario crear un espacio que fuera el semillero. La tierra fértil fue la Escuela de Música 9901, donde hace 15 años y por mi iniciativa se abrió la cátedra. Claro que esto no hubiera sido posible si en aquel entonces los directivos de la escuela Diana Forni y Alberto Canto no hubiesen abrazado y confiado en este proyecto. La cátedra creció y ha dado muchos frutos, tenemos dos egresadas que ya han comenzado a desarrollarse como jóvenes profesionales y que han obtenido premios en el extranjero. De esa cátedra nació el deseo de brindar a nuestros niños y jóvenes la posibilidad de seguirse formando y por eso recientemente se creó la Asociación Civil Amigos del Arpa, la cual presido y que en octubre tendrá como sede a Santa Fe de la Primera Academia Internacional de Arpa.