Llegan cartas

El bien común no tiene género

Hugo Luis Bonomo

La diversidad sexual incluye a todas las personas; es decir al bien común. Es elemental que entre las personas debe haber equidad, es decir; que no haya ningún tipo de discriminación, ni privilegio para nadie. Así debe ser y, lo contrario, es atentar contra los principios básicos de la libertad; un principio elemental al cual tienen derecho todas las personas como individuos. A partir de esa libertad, de la voluntad y de las posibilidades individuales, surgen las diferencias que hacen a la capacidad de las personas. Y aquí es donde surge la necesidad de la equidad y la inexistencia, e incongruencia, de la paridad, que solo es aplicable al género humano.

Para que se entienda: un señor, propietario de un negocio, o un partido político, puede determinar la paridad de género para su personal, o para sus candidatos. Tienen derecho a hacerlo; ya que el beneficio, o perjuicio, será asumido por el propietario, o por el partido.

¿Es lo mismo cuando se trata de un funcionario, o de un cargo que cumple una función pública? Aquí la paridad puede atentar contra el bien común. Es fundamental, y elemental, la equidad para acceder a ocupar cargos públicos, pero la paridad no garantiza que, quienes son responsables del bien común, sean los más preparados y capacitados para hacerlo.

Se debe sustentar y defender la paridad de género, a nivel individual, y la equidad para garantizar el acceso irrestricto, y justo, para desempeñar cargos públicos, pero cuando está en juego el bien común, no cuenta el sexo, ni el género; la ciudadanía toda tiene el derecho de exigir que quienes rigen sus destinos sean quienes demuestren ser los más capaces para hacerlo; sea mujer o varón.