Llegan cartas

Que la Casa del Brigadier no tape el Archivo General de la Provincia

Leandro E Vurcharchuc (*)

El 22 de enero de 2017 se derrumbó el ala oeste del inmueble conocido como la histórica casa del Brigadier Estanislao López, la parte del derrumbe no figuraba en los planes de refacción que se alegaron se iban a realizar tratando de justificar la inoperancia.

Tantas idas y vueltas con Comisión de Instituciones, decreto del Gobernador, marchas y contramarchas terminan a dos años y medio del derrumbe y en el año del bicentenario de la primer Constitución Federal de Sudamérica con dicho edificio en una reconstrucción inconclusa (término que en realidad es un falso histórico, porque lo original ya no está); con la promesa de que a fin de este año, y a tres del derrumbe, estará nuevamente disponible para la ciudadanía y para el uso que disponga el futuro gobierno.

Pero lo que oculta este hecho tan mediatizado es el trasfondo del vaciamiento institucional sistemático, y la reducción hasta una mínima expresión del antes señero Archivo General de la Provincia.

Cuando el socialismo accede al poder, el Archivo General de la Provincia tenía un plantel de 15 personas y la asistencia de pasantes y condenados que cumplían actividades para el Estado.

Hoy el Archivo General de la Provincia cuenta con 5 personas, es decir casi un tercio del que disponía hace 12 años y, claro está, no dispone del edificio de su Archivo Histórico (la Casa del Brigadier) porque una vez concluídas las obras, sería totalmente absurdo darle el rol de depósito como el que tuvo durante unos 60 años a pesar de todos los informes contrarios a dicho uso, antes del derrumbe.

Los servicios del Archivo Histórico mal pueden ser bien realizados sin un edificio con las prestaciones necesarias para dicho rol, y mucho menos con un tercio del personal disponible hace una década.

Los 9 puestos del personal jubilado nunca fueron recuperados, concursados o cubiertos, sencillamente pasaron a otra jurisdicción.

Tampoco tiene el Archivo General de la Provincia, director o vicedirector. Un concurso muy cuestionado por quienes se postularon para dichos cargos fue declarado desierto favoreciendo el interinato. Y nunca más se realizó concurso para dichos cargos. Reclamamos la participación de profesionales en Archivología en la formulación del concurso y que se tengan en cuenta también las normas vigentes, no sea que suceda como con el decreto 514/19 de concurso a director del Archivo Provincial de la Memoria, que exigía como requisito de acreditación académica título secundario, contraviniendo normas establecidas, y siendo un claro concurso “de diseño”. Ya se iniciaron acciones administrativas sobre ese decreto.

Lo cierto es que por este vaciamiento metódico y constante del Archivo General de la Provincia no tenemos, como antes, un organismo que cumpla misiones y funciones muy caras para la administración y para el resguardo y acceso del patrimonio documental de la Provincia.

El AGP está en su mínima expresión, sin edificio de Archivo Histórico (tampoco se incluyó en los planes de obras), porque fue la política oficial reducir la política patrimonial a recuperar ciertos edificios pero no lo más importante, nuestra memoria.

Un edificio puede ser reconstruido, un Archivo no.

La diferencia esencial es la singularidad del documento: es único, no se hacen por tirada como los libros. Nuestros documentos históricos, son únicos, no hay otros.

Los santafesinos no nos merecemos este escarnio, y es necesario que la comunidad sea alertada y quienes tienen algún viso de responsabilidad ciudadana, se sumen al reclamo, y exijamos a las nuevas autoridades la recomposición del plantel del personal del Archivo General de la Provincia, la construcción de un edificio de Archivo Histórico Provincial en el entendimiento de la importancia del rol institucional, social y científico del organismo y del Patrimonio Documental de los santafesinos.

(*) Presidente Asociación de Archiveros de Santa Fe