Ezequiel Campa

Una forma de ver la vida

Uno de los principales referentes del stand up en Argentina llega con “Cheto y choto”, su cuarto espectáculo unipersonal: será el viernes, en el Centro Cultural Provincial. En diálogo con El Litoral habló de referentes, compañeros y formas de entender la comedia.

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“La parte divertida es cuando se te ocurre un chiste, incluso es muy frecuente que se te ocurra y te rías solo como un tarado. eso después tiene que ser gracioso también arriba del escenario”, afirma el artista.

Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Ezequiel Campa, uno de los principales referentes del stand up en Argentina, presenta “Cheto y choto”, su cuarto espectáculo unipersonal de stand up, con material totalmente nuevo. La cita es para este viernes desde las 21.30, en el Centro Cultural Provincial Francisco “Paco” Urondo (Junín 2457). “Las entradas están en www.comedia.com.ar, y lo que hicimos, como el teatro es muy grande, fue poner todas las entradas en 2x1. No hay sorteo, código ni nada: comprás una entrada y vale por dos”, contó el propio Campa a El Litoral; las localidades que menciona cuestan $ 300 para dos personas.

Renovado

—¿Qué nos podés contar de “Cheto y choto”?

—Es el cuarto show que estreno solo, unipersonal. Lo estrené hace tres meses en Buenos Aires y ya está recorriendo varias provincias, y estuvo en Ecuador, Uruguay y Chile. Estoy muy contento con el resultado, porque me parece que es mi mejor show hasta ahora. Además como son los primeros meses estoy muy ansioso todavía: al principio todavía le estás ajustando chiste y cosas, eso hace que las funciones sean muy divertidas.

—¿De dónde viene el título? ¿Tiene algo que ver con el contenido?

—El nombre es un juego de palabras que me parece divertido; obviamente que si uno le quiere buscar explicaciones y decir cosas siempre hay alguna interpretación que se puede hay. Pero hay cosas que simplemente son, no todo tienen un sentido, no todo es tan racional. Sobre todo en el arte, y para mí el stand up, la comedia, es una forma de hacer arte. Y el nombre es un juego de palabras, no hay demasiado misterio.

—Renovaste totalmente tus monólogos. ¿Cómo fue escribir los nuevo materiales desde que decidiste presentar un espectáculo nuevo, después de “Jugo y confusión”?.

—Por lo general lo que hago es estar escribiendo todo el tiempo. Siempre estoy escribiendo cositas, ideas, referencias. Después hay otro momento en que hay que sentarse y escribirlo, ensayarlo y probarlo. Pero es un proceso casi permanente: esa es la manera en que trabajamos la mayoría de los standuperos. No te queda otra: la parte divertida es cuando se te ocurre un chiste, incluso es muy frecuente que se te ocurra y te rías solo como un tarado. Después hay otra parte que es la del laburo: escribirlo, darle forma, y eso tiene que ser gracioso también arriba del escenario. Es todo un proceso, y lo que tiene de bueno es que cuando está bien hecho parece fácil.

Ensayo y error

—Hay cosas que a uno le parece que son buenísimas y por ahí después la probás con gente y no. ¿Probás con alguien antes o directamente después del estreno?

—Ese es uno de los misterios de la comedia, sobre todo del stand up, porque como bien decías no lo puedo ensayar en mi casa esto, porque los que se tienen que reír son los que me vienen a ver, no yo. Entonces no te queda otra que probarlo con gente. Por lo general lo que uno hace es, en un show que ya estás haciendo, de a poquito ir probando cosas nuevas. La otra es presentarte en un circuito que tenemos los comediantes para probar: un show chico, que no se cobra entrada, es lo que se llama un work in progress. Ahora me estoy por presentar en uno en Palermo. Vas ahí con tus cinco o diez minutitos nuevos a cruzar los dedos para que a la gente le guste; porque si no van a parar a la basura.

—¿De qué cosas que te vas encontrando te nutrís para los temas que vas a tocar?

—Creo que la fuente de todo es lo que tenés más a mano. Para mí ese es el secreto, no hay que ir a buscar lejos. Eso termina siendo lo más auténtico y lo que más te fluye. Entonces el humor a mí me aparece en la diaria, con las cosas que hago, la gente con la que me cruzo, las cosas que observo, que leo, que miro. De ahí me nutro.

Para mí la comedia es una forma de ver la vida; el stand up es una forma de observar las cosas, y las cosas son las que están a mano; que quizás lo están para otra persona y para mí no. Por ejemplo: si quisiera ponerme a hablar de la paternidad me va a quedar raro, porque no tengo hijos; pero para una persona que está atravesando eso es imposible que su material no se vea invadido por toda esa realidad.

La inspiración no está en un lugar lejano. Yo ahora estaba escribiendo sobre los 50 años de la llegada del hombre a la Luna, y obviamente que no hablo de la Luna y los viajes espaciales desde un lugar técnico; mis chistes tienen que ver con la sensación que a mi me causa leer la nota del diario en el que cuenta que van a celebrar esos 50 años.

—¿Hay algunos temas con los que no te metas o que pongas un límite?

—Creo que no, a mí me gusta hacer humor con todo: temas tabú, enfermedades, aborto, la muerte. A priori creo que no, y soy un gran defensor de la idea de que se puede hacer humor con cualquier cosa. Pero por otro lado nunca me sale hacer humor sobre desaparecidos, dictadura y eso; no sé porqué, tal vez porque me parece muy cercano, muy doloroso, o incluso también requiere una valentía que tal vez no la tenga. Y también pienso que cuando uno se mete con esos temas más delicados el desafío es más grande, porque el chiste tiene que ser muy bueno. Ponerte a hacer chistes con una enfermedad para que sea una pavada, prefiero no hacerlo. Pero en principio sostengo a capa y espada que el humor se debe hacer sobre cualquier asunto.

Formatos

—Hace poco estuviste en Ecuador junto a otros comediantes latinoamericanos. ¿Cómo es ese formato?

—Sí, vengo de Guayaquil de una gira, somos cinco comediantes: Francisco Pinoargotti que es ecuatoriano; Antonio Sanint, un actor y comediante colombiano muy conocido; Juan Pablo López de Chile; y Maxi de la Cruz de Uruguay. Hicimos un espectáculo en el que cada uno hizo un monólogo de unos 20 ó 25 minutos, y la idea nuestra era que la gente que fuera a vernos tuviera un pantallazo de cómo es que está la escena del stand up en Sudamérica.

Yendo a ver un show de una hora y media te llevás una sensación de por dónde está el stand up en Sudamérica después de 15 o diez años de historia que es lo que tiene (depende del país) el stand up, que es un género muy joven. Así que tuvimos que ir adaptando un poco los materiales para que se entendiera todo, y algunas cosas directamente no decirlas: Ecuador es un país muy conservador, y no les divierten los chistes sobre temas más delicados. Entonces todo ese material hubo que guardarlo y hacer cosas más livianas, por decirlo de alguna manera.

Ahora la idea es seguir con la gira: vamos a estar en Estados Unidos, en Orlando, Miami y Nueva York; y también vamos a México y Costa Rica. Muy ansiosos con este proyecto.

—Grabaste especiales para plataformas como Spotify.

—Spotify ahora es una herramienta, que nos permite a los comediantes llegar a un montón de gente. Hicimos cuatro especiales de una hora más o menos, si se meten en Spotify me buscan como Ezequiel Campa y se encuentran con los audios. Hay uno que se grabó en Miami, otro en Rosario y dos en Buenos Aires. Son los mismos contenidos de las funciones, son funciones grabadas: stand up sin público nunca hice, pero debe ser muy triste.

Referentes

—¿Qué comediantes te parecen interesantes hoy en la escena argentina, latinoamericana y anglosajona?

—En la Argentina hay un montón de comediantes que están haciendo un camino muy interesante, de mucho laburo y mucho esfuerzo, de abrir espacios y ciudades en las que no había stand up. Es infinita la lista de colegas que están laburando muy bien. Después me tiene muy sorprendido Chile: empezó un poco más tarde que nosotros en el rubro; voy frecuentemente hace muchos años a presentarme, y la verdad es que en los últimos años creció un montón la comedia. No solamente hay muchos más lugares para presentarse sino que los comediantes están laburando muy bien, haciendo una comedia que acá muchas veces no se ve. Así que si tienen la posibilidad de ver a algún comediante chileno como Juan Pablo López, Sergio Freire, Belén Mora o Bernardita Ruffinelli hay que prestar atención.

De afuera es más fácil tener referentes, porque el género tiene más tiempo, 50 ó 100 años. Te podría nombrar a Louis CK, a Sarah Silverman, María Bamford, Doug Stanhope: hay un montón que me gustan mucho, y uno siempre los está mirando para ver en qué andan.

Actor

—El año pasado hiciste “Elena Santos” en teatro, con Victoria Onetto y Susana Giannone; y hablamos la otra vez cuando estaba por estrenarse la película “Operación final”. ¿Se te complica combinar la faceta de actor con tu trabajo en stand up?

—No, lo que se me complica son los horarios. El laburo es laburo, tampoco es tan importante lo que hacemos. Hay una especie de solemnidad de que le estamos cambiando la vida a la gente, y que es súper trascendente lo que hacemos. Son experiencias, voy haciendo lo que aparece, soy bastante intuitivo, me dejo llevar por mis sensaciones. Si aparece la posibilidad de que me llamen para hacer algo lo hago, y mientras tanto tengo mi carrera como comediante que es mucho más independiente y autónoma. A veces se me pisan los compromisos, pero no pasa nada.

—Pero te gustaría hacer más cine y teatro.

—Sí, más cine sobre todo. La tele está rara.

—¿Hay algún otro proyecto que tengas en vista?

—Ahora estoy recién estrenado, con muchísimas funciones, tengo la energía puesto en eso. Hay un par de cositas para el segundo semestre, como dijo una persona que conocemos, que espero que se concreten. Pero por ahora no hay nada, así que prefiero guardar el secreto.