70 años han pasado del hallazgo de las Ruinas de Santa Fe la Vieja

El valor de un hallazgo

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El Dr. Agustín Zapata Gollán durante las excavaciones en la manzana al oeste de la plaza de armas.

Foto: BANCO DE IMÁGENES FLORIAN PAUCKE

Por Ana María Cecchini de Dallo

La historia había hablado: los historiadores Manuel Cervera, Ramón Lassaga, Augusto Fernández Díaz, entre otros, recogieron en los documentos el proceso ocurrido -corriendo el año 1573-, en aquel rincón del río de los Quiloazas, en tierras de Calchines y Mocoretaes, adonde Juan de Garay y sus ochenta mancebos plantaron la ciudad de nombre Santa Fe.

Dos generaciones de santafesinos, murieron y nacieron en ella, vivieron con esperanza cristiana y afrontaron las adversidades que el medio les presentaba: un río que les quitaba terreno, aborígenes rebeldes que la atacaban y asentada en un territorio complejo para transitar, el cual, de tiempo en tiempo, la aislaba de las ciudades “próximas”. Estas vivencias fueron las que instalaron en la dirigencia capitular la idea de mudarla.

Así comenzó la lenta epopeya. Primero fueron las gestiones de autorizaciones, ellas se obtuvieron en 1650, entonces, ya elegido el nuevo emplazamiento, desarmaron sus casas y cargaron: objetos, aberturas, todo lo que era reutilizable, en carros y embarcaciones, a lo largo de 10 años, hasta que, en 1660, comenzó la vida institucional en Santa Fe de la Vera Cruz.

Pasaron los años, 289, y sólo alguna tradición recogida en la zona costera, restos materiales que devolvía el río, unas lomas singulares en el terreno cayastaceño, algunos maestros inquietos, el gobernador Enrique Mosca, que en el aniversario 350 de la fundación promovió el emplazamiento de un monolito allí adonde referían estas señales. Curiosamente en España el plano de Cano y Olmedilla del siglo XVIII, daba cuenta, con bastante precisión de la ubicación y de ambas: Santa Fe y la Vieja Santa Fe.

El imprescindible

Se necesitó un hombre, se requirió de su tesón y de la suspicacia propia de un estudioso que perseveró en el objetivo quien comenzó el trabajo duro de la búsqueda. Agustín Zapata Gollán, desde la Dirección del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de la provincia, puso manos a la obra, combinó tradiciones, lecturas, investigaciones, al modo de aquellos arqueólogos ingleses y alemanes, que sacaron a la luz a Creta, a Troya o rastrearon las antiguas civilizaciones de las que hablaban las crónicas; e intuyó que aquellos montículos de Cayastá, adonde estaba el monolito, era en el sitio preciso. Allí inició su trabajo, en el más alto de los lomos, el que orillaba el río, ayudado por algunos lugareños, a los que convirtió casi en discípulos, entrenándolos en los rudimentos de la arqueología -que en ese tiempo era pura artesanía y trabajo manual. Así logró que vieran nuevamente el sol los viejos muros de San Francisco, la revelación pública de que Santa Fe había recuperado su enclave originario se conoció en El Litoral del 1ª de setiembre de 1949: se han cumplido 70 años.

En la empresa que demandó el reconocimiento del hallazgo intervinieron instituciones de la historia, la Junta Provincial de Estudios Históricos de la Provincia y la Academia Nacional de la Historia, el trabajo del Ing. Víctor Nícoli que fue fundamental para desechar las opiniones que se oponían a la autenticidad de lo descubierto, pero hubo también una movilización de 180 santafesinos que bajo la denominación de “adherentes” a Santa fe la Vieja respaldaron la validez de las ruinas e impulsaron la actual Asociación de Amigos de Santa Fe la Vieja, que sigue apoyando su evolución y difusión. Más tarde el Centro de Estudios Hispanoamericanos y la Asociación de la 1º yerra, participarán de estas acciones.

Un recorrido exitoso

Dos directores han concluido sus gestiones del complejo denominado actualmente Museo Etnográfico y Colonial y Parque arqueológico Ruinas de Santa Fe la Vieja, el descubridor y el Dr Luis María Calvo, hoy desempeña las funciones como Coordinador el Arqueólogo Gabriel Cocco. El complejo depende del Ministerio de Innovación y Cultura.

El camino a recorrer fue llenándose de hitos, la expropiación del predio, la cobertura de los antiguos muros, el Museo de sitio, el Plan de Manejo, la Casa ambientada de Vera Muxica, una intensa tarea de formación de guías didácticas y la provisión de materiales para el estudios de docentes y alumnos, la presentación aspirando a ser Patrimonio de la Humanidad, la osteoteca, las sucesivas protecciones respecto del río cuya amenaza, una y otra vez, hizo peligrar la perdurabilidad de las ruinas, las Estaciones de recorrido, obras de recuperación en el pórtico, plaquetario y servicios, un nuevo Guión museográfico, fruto de la labor interdisciplinaria y generosa de especialistas, el cual, lamentablemente, no ha podido ser concretado para este aniversario.

Hoy se aprestan las ruinas a festejar 70 años de su exhumación, con una apertura limitada del Museo local y sin la actualización anhelada del guión museográfico en el museo de sitio, además de hallarse cerrada la Posta ámbito necesario para el descanso y refrigerio posterior a las visitas.

Pero sus responsables y amigos mantienen los brazos y las mentes dispuestas a continuar bregando por la mejor calidad museográfica y el mayor conocimiento de este bien tan valioso para los santafesinos, en el cual radica el germen de la identidad como tale,s y por el interés que reúne para las ciencias e inspiración para el arte y la literatura.

Se necesitó un hombre, se requirió de su tesón y de la suspicacia propia de un estudioso que perseveró en el objetivo quien comenzó el trabajo duro de la búsqueda. Agustín Zapata Gollán, desde la Dirección del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de la provincia, puso manos a la obra

Hoy se aprestan las ruinas a festejar 70 años de su exhumación, con una apertura limitada del Museo local y sin la actualización anhelada del guión museográfico en el museo de sitio, además de hallarse cerrada la Posta ámbito necesario para el descanso y refrigerio posterior a las visitas.