Fin de la gira

El Papa denuncia a los “mercaderes de la muerte”

El Santo Padre los acusó de robar “las primicias” de África, que obliga a los jóvenes a emigrar.

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El Papa pide a los sacerdotes de Madagascar no aferrarse a seguridades económicas ni espacios de poder ni gloria humana.

Foto: DPA

 

Redacción El Litoral

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El Papa ha denunciado a los “mercaderes de la muerte” que roban “las primicias” de África y obligan a los jóvenes a emigrar durante la misa que ha celebrado en el monumento a la Virgen de la Paz o Virgen del Gran Poder en Mauricio, un país donde el catolicismo representa solo el 28% de la población.

“¡No nos dejemos robar el rostro joven de la Iglesia y de la sociedad; no dejemos que sean los mercaderes de la muerte quienes roben las primicias de esta tierra!”, ha constatado el Pontífice en la misa en Mauricio adonde ha llegado, tras más de dos horas de viaje procedente de Madagascar, para cerrar su viaje de siete días a África.

“Qué duro es constatar que, a pesar del crecimiento económico que tuvo vuestro país en las últimas décadas, son los jóvenes los que más sufren, ellos son quienes más padecen la desocupación que provoca no sólo un futuro incierto, sino que además les quita la posibilidad de sentirse actores privilegiados de la propia historia común”, ha añadido.

Así, ha lamentado que los jóvenes están obligados a emigrar ante el “futuro incierto que los empuja fuera del camino y les obliga a escribir su vida al margen, dejándolos vulnerables y casi sin puntos de referencia ante las nuevas formas de esclavitud de este siglo XXI”.

El Pontífice ha aprovechado la fiesta del beato Jacques-Desiré Laval, para invitar a “amar a Cristo y a los pobres”, como lo hizo él.

Y ha destacado: “Para vivir el Evangelio, no se puede esperar que todo a nuestro alrededor sea favorable, porque muchas veces las ambiciones del poder y los intereses mundanos juegan en contra nuestra. San Juan Pablo II decía que está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y consumo, hace más difícil la realización de esta donación [de sí] y la formación de esa solidaridad interhumana”.

En este contexto, el Papa ha lamentado que “se vuelve difícil vivir las bienaventuranzas” y que puede llegar incluso a ser “algo mal visto, sospechado, ridiculizado”. Sin embargo ha invitado a los católicos, que son minoría en Mauricio de mayoría hinduista, a no dejar que gane el desaliento. “Sólo los cristianos alegres despiertan el deseo de seguir ese camino”, ha subrayado.

El Papa también ha hecho hincapié en que no debe preocupar el hecho de que de hayan reducido el número de vocaciones religiosas: “Cuando escuchamos el amenazante pronóstico cada vez somos menos, en primer lugar, deberíamos preocuparnos no por la disminución de tal o cual modo de consagración en la Iglesia, sino por las carencias de hombres y mujeres que quieren vivir la felicidad haciendo caminos de santidad, hombres y mujeres que dejen arder su corazón con el anuncio más hermoso y liberador”, ha dicho.

Y ha añadido: “Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida”.

Visita a Madagascar

En Madagacar, antes de partir, el Papa se reunió con sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas en el Collége Saint Michelle de Antananarivo, a los que le pidió derrotar “al mal espíritu en su propio terreno”. “Allí donde nos invite a aferrarnos a seguridades económicas, espacios de poder y de gloria humana, responded con la disponibilidad y la pobreza evangélica que nos lleva a dar la vida por la misión”, aconsejó.

En este sentido, ha alertado de que muchas veces es posible “caer en la tentación” de pasar horas hablando de los “éxitos” o “fracasos”, de la “utilidad” de las acciones, o la “influencia” que puedan tener. Y ello, tal y como ha reflexionado, suele conducir a soñar con planes apostólicos “expansionistas, meticulosos y bien dibujados, pero propios de generales derrotados” que terminan por negar su historia, al igual que la de su pueblo, “que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio y la constancia en el trabajo que cansa”.

El Pontífice también ha pedido huir de los “habriaqueísmos” (centrarse en lo que habría que hacer) a través de la albanza que devuelve el gusto por la misión y por estar con el pueblo, para que la actividad misionera no tenga algunas veces “poco sabor a Evangelio”. Así, en el último discurso previsto en Madagascar, segunda parada de su periplo africano, les ha pedido que no se transformen en “profesionales de lo sagrado”. “Por favor, no nos dejemos robar la alegría misionera”, ha exclamado.

Además, ha instado a vencer el mal en nombre de Jesús a través de pequeñas batallas como enseñar a alabar a Dios o con sencillez el Evangelio y el catecismo; visitar y asistir a un enfermo o brindar el consuelo de la reconciliación. “Es así como, en su nombre, vencen al dar de comer a un niño, al salvar a una madre de la desesperación de estar sola para todo o al procurarle un trabajo a un padre de familia. Es un combate ganador el que se lucha contra la ignorancia brindando educación; también es llevar la presencia de Dios cuando alguien ayuda a que se respete, en su orden y perfección propios, todas las criaturas evitando su uso o explotación; y también los signos de su victoria cuando plantan un árbol, o hacen llegar el agua potable a una familia”, ha resumido.

En definitiva, les ha recordado el sencillo “ve y escucha” lo que, según ha señalado, ni sabios ni profetas ni reyes pueden ver ni escuchar: “la presencia de Dios en pacientes y afligidos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos. Dichosos vosotros y dichosa Iglesia de los pobres y para los pobres‘, ha recalcado.

Esa Iglesia, según ha concluido, es la que vive impregnada del perfume de Dios y vive alegre anunciando la buena noticia a los descartados de la tierra, a aquellos que “son los favoritos de Dios”. Así, a todos los religiosos les ha invitado a seguir siendo, con sus comunidades, signos de la presencia viva de Dios.