De Firmenich al “brujo”, piqueteros y neoliberales

Ignacio Hintermeister

Está lejos de la tragedia del arco que va de Firmenich a López Rega. Pero el peronismo de estos días se repite como farsa en sus vertientes electoralistas, que incluyen al piquetero Juan Grabois y a economistas ortodoxos. Además de Guillermo Nielsen, Carlos Melconian prepara un programa económico (Macri lo rechazó) a pedido de Alberto Fernández. Quien quiera oir que oiga.

Fue el propio Fernández el que advirtió sobre la necesidad de “no escalar la violencia”. Es interesante cómo el candidato del “Frente de Todos” distinguió entre los gremialistas “que entienden” que no hay que salir a la calle... y los piqueteros. A propósito, la palabra “todos” es pretensión de idealismo totalitario.

Entre los piqueteros que se concentraron en la porteña 9 de Julio hay “trotskismo clientelar”, una mutación inoculada por los genes “K” al otrora movimiento revolucionario, que amenaza menos a la República que a las arcas del gobierno por venir. También hay adherentes al “lavagnismo” (Barrios de Pie). Pero el actor central de la estrategia para ganar las calles es hoy Juan Grabois.

Patria Grande es la versión política de la Central de Trabajadores de la Economía Popular que lidera este singular amigo del Papa Francisco, que a su vez viene de reivindicar a “los comunistas que piensan como cristianos”. Socio de Emilio Pérsico, Grabois propone gobierno popular, nacionalización de empresas de servicios, reforma agraria, anulación del acuerdo con el FMI, reforma a la ley de alquileres, soberanía energética, presupuesto a la igualdad de género... la lista sigue. Quien quiera leer, que lea.

Patria Grande tiene candidatos en las listas de los Fernández; pero son pocos, puede especular Alberto; Cristina en cambio viene de plantear un nuevo contrato social, algo que sonó -no gratuitamente- a reforma constitucional. Tanto que Alberto aclaró que “no lo van a convencer”. Tampoco contradijo a su jefa política.

El candidato presidencial negocia con Hugo Moyano un salvataje a Oca a cambio de resignación paritaria; la CGT consiente no salir a la calle mientras espera con una novedosa (tradicional) paciencia peronista al ajuste por venir. La justificación sería en tal caso la herencia del anterior gobierno, según la prospectiva electoral verificable. “No es lo que parece”.

Mientras Cristina viaja una vez más a Cuba, La Cámpora -remedo desteñido de la maravillosa juventud desterrada de la plaza- resigna sus relatos y traga el sapo del candidato que la líder les legó. Máximo tendrá armas legislativas para condicionar a Alberto si resulta presidente; Fernández “tal vez” vea conveniente que algún que otro procesamiento a Cristina no se cierre rápido -al mejor estilo Oyarbide- para mantener el equilibrio entre gobernabilidad e impunidad. Será menos pacífico que por amenazas compensadas.

Macri gastó $ 30 mil millones bajando impuestos y cargas sociales y ahora está dispuesto a erogar otros $ 10 mil millones en la emergencia. Todo para medidas en las que no cree pero que le permitirían llegar a diciembre. Se desfinancian los gobernadores, que siempre podrán ir a negociar con el presidente que viene, si es que logran atravesar la plaza para llegar a una entrevista en Casa Rosada.

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