El martes, en Casino Santa Fe

Sobredosis de Soda: “Un viaje en el tiempo”

El más reconocido tributo a Soda Stereo invita a un recorrido aleatorio por todas las épocas de la carrera de la banda de Cerati, Bosio y Alberti. En diálogo con El Litoral, el cantante y guitarrista Mariano Albergoli contó cómo se vive desde adentro esta cita con canciones clásicas.

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Albergoli al frente, escoltado por Ezequiel Pérez Casas (batería), Julio César Di Liscia (bajo y coros); a ellos se suma Rocco Aguado (teclados) como músico invitado. Foto: Gentileza producción

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Este martes 24 de septiembre, en Casino Santa Fe (Dique I, Puerto de Santa Fe) se presentará Sobredosis de Soda, el más destacado tributo a Soda Stereo. Las entradas se pueden comprar desde $250 en el propio Casino (consultas en el stand de atención al cliente) o a través de sistema Tickeyway (con $50 de cargo de servicio) y sus puntos de venta físicos: Credifé (Santa Fe, Rafaela y Esperanza), Nexon Santa Fe (sucursales Aristóbulo del Valle y Peatonal San Martín), Nexon Paraná (Centro), Nexon Santo Tomé y en Terco Tour Paraná.

Antes de la llegada del grupo, El Litoral dialogó con Mariano Albergoli, cantante y guitarrista Mariano Albergoli, referente de una formación que integran Ezequiel Pérez Casas (batería), Julio César Di Liscia (bajo y coros) y Rocco Aguado (teclados, músico invitado).

Recorridos

—Este show se llama “Un viaje en el tiempo”.

—Sí, porque propone desde lo sonoro y desde lo estético (sobre todo la puesta de vestuario) un recorrido aleatorio pero por todas las épocas de la carrera de Soda. Puede haber cosas del primer disco y del último, “Sueño Stereo”; de la gira “Me verás volver”. Va y viene constantemente; no es que nos basamos en una noche determinada. Lo que tiene de lindo es que quien vio el show hace poco viene y se encuentra con una noche diferente: tratamos de que se renueve constantemente la propuesta de canciones y vestuario y el viaje se completa con la puesta en escena de luces y demás que trae al presente. Tratamos de jugar con ese concepto: cómo sería un show de Soda Stereo en 2019.

—Como propuesta arrancaron en 2005. ¿Cuál fue el disparador en ese momento para hacer un tributo así?

—Vino de un lado muy pasional y de amor por Soda. Cuando empieza a dar vuelta la idea por mi cabeza fue en 2003; cuando me empezó a dar ganas de generar un show que justamente a la gente le hiciera sentirse por un ratito de nuevo como si estuviera tocando nuevamente Soda en vivo. Siempre fue un juego: no pretendemos reemplazarlos sino prestando a aquellos que querían escuchar en vivo canciones que no se tocaban más.

Empieza desde ese lado, y los chicos con los que armé la banda son junto a mí fans de Soda. Todo en un plan de disfrute en el cual le ponemos desde el primer día mucho trabajo: queremos que lo que pasa arriba del escenario tenga gran respeto y fidelidad a la trayectoria de Soda. Y para lograr eso obviamente tenés que laburar mucho, no queda otra: Soda es una banda de vanguardia.

Crecimiento

—¿Qué fueron aprendiendo en estos 14 años?

—Desde lo musical, mayor conocimiento. La verdad es que los mejores maestros de música son los discos. En este caso fue también aprender a componer; parece paradójico, porque estamos haciendo una banda que toca canciones de ellos. Pero es muy lindo descubrir ese camino que fueron recorriendo a esos sonidos, arreglos, en los diferentes discos. Aprendimos mucho de lo que es la calidad del audio, a involucrarnos en todo lo que refiere a un show: no es que vamos y tocamos, y nos despreocupamos por el resto, sino que estamos encima de todos los detalles.

Tuvimos que aprender qué es un robot, que es un beam, las consolas de luces. Tuvimos que aprender de todo lo que refiere al audio: desde que empecé hasta hoy aprendí a mejorar mi equipamiento, a darle una mayor calidad, y sirvió también para acercarse al sonido de ellos que era súper refinado. Como músico fue mejor que cualquier academia mundial que se te pueda ocurrir.

—Tuvieron que entender la lógica de cómo funcionan las canciones, y por el otro lado hacer la búsqueda fina del sonido de lo que sonaba en el disco y en el vivo para poder reproducirlo.

—Sí, por eso. Te ponés a ver y decís: “¿Cómo carajo llegaron a este audio, este efecto, este clima?”. Son sonidos súper extraños. A mí de Gustavo (Cerati) me apasiona lo que tiene que ver con las guitarras: la manera de mezclar los sonidos, con la manera de tocarla. Nunca sentís que estaba sobrecargada una canción, estaba todo en su justa medida. Y al mismo tiempo no es fácil eso: mezcla virtuosismo con buen gusto, y al mismo tiempo con que sea una canción popular. Eso no lo logró casi nadie, y es lo que lo hace genuino.

—Tienen también shows donde abordan la carrera solista de Gustavo.

—Sí: justo ahora este sábado (por hoy) vamos a estar presentando un show especial por los diez años de “Fuerza natural”, que tenemos ganas de llevarlo más allá de Capital Federal. “Fuerza natural” tiene una historia, una película tan bien hecha que no te das cuenta de todo el bagaje musical que hay atrás. Es hermoso, es una aventura muy linda y tocar esas canciones es una película apasionante: creo que cualquier músico cuando se pone a interpretar canciones de Cerati se da cuenta de lo que se produce, tanto en el aprendizaje como en el disfrute.

Con los próceres

—¿Tuvieron alguna devolución de algún ex Soda, o de sus allegados?

—En mi caso tuve dos. Una de Gustavo mismo cuando lo conocí en 2009: re buena onda, súper agradecido con el respeto con que se hacía, y bastante curioso por cómo armábamos los shows, las listas, los cambios de vestuario; cómo era todo el bagaje que había alrededor de una banda tributo. Le divertía mucho el lugar diferente que se le daba atención a un show: en el fondo éramos más libres de tocar ciertas canciones que Soda no podría haber hecho, porque tendrían que haber tocado cuatro horas en cada gira; nosotros tocando tan seguido podíamos incluir canciones que ellos habían tocado muy poco. A partir de ahí uno puede dormir tranquilo y darse cuenta de que si Gustavo aprobaba el homenaje lo demás quedaba de lado.

Después me pasó en 2015 una situación azarosa pero muy linda: terminé una noche tocando junto a Zeta Bosio, el Zorrito (Fabián) Von Quintiero y Fernando Samalea unas canciones de Soda. Parecía que estaba en Disney. Charlé un buen rato con Zeta, nos conocía, fue muy generoso desde el lado de ser buena onda con nosotros, y por el tiempo que llevaba la banda. No terminaba de cerrarle a veces una banda tributo, sobre todo las que habían surgido a partir de la enfermedad de Gustavo.

—Ustedes eran de antes de la reunión.

—Claro. Entonces como veníamos de antes estaba esa salvedad. Y la verdad es muy lindo, dijo que por momentos flasheó un poquito y le hacía acordar a su amigo: listo, ya está. Fue una experiencia inolvidable: toqué con uno de mis ídolos. Y la banda, increíble: por edad debo haber escuchado un montón de cosas que tocó Samalea, Charly (García), Fricción, no sólo “Ahí vamos” con Gustavo. Lo mismo con el Zorrito: la época de los Ratones (Paranoicos), Charly. Los miraba y me acordaba de cuando en mi adolescencia se estrenó el “Unplugged” de Charly y me senté a verlo en la tele con mis amigos, pensaba: “Estoy tocando con estos dos monstruos”. Y miraba para el otro lado y estaba Zeta.

Me quedé con la linda sensación de que conocen lo que hacemos y saben del respeto, ¿qué más podemos pedir?