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Es lo que hay

Hugo Luis Bonomo

“Si el gobernante se impone por sus cualidades y mantiene el orden en armonía con las buenas costumbres, el pueblo sentirá vergüenza de actuar mal y avanzará por el camino de la virtud”. Confucio.

Confucio seguramente era un sabio, pero su pueblo era chino y sentía vergüenza de actuar mal. En nuestro caso, probablemente, el pueblo no sienta vergüenza de actuar mal, y, de esta observación inversa, podemos sacar conclusiones.

Nuestros gobernantes no se imponen por sus cualidades, ni mantienen el orden con las buenas costumbres, porque se acomodan a lo que el pueblo quiere; y el camino de la virtud implica un comportamiento que se ajusta a las normas o leyes morales que, siempre, significa dejar de lado el libre albedrío y actuar respetando los deberes y los derechos de toda la comunidad; acciones elementales e imprescindibles, para vivir en una sociedad organizada.

El camino de la virtud no reporta simpatías a los gobernantes porque su rumbo puede no ser cómodo para los ciudadanos. Reporta una adhesión más importante, de la mayoría, gastar dinero en plazas y paseos, que representan esparcimiento e impactan visualmente.

En nuestra ciudad es fácilmente constatable. Las autoridades, a pesar de irse en unos meses, siguen gastando en publicidad, difundiendo expresiones de personas que están súper contentos y conformes con pasear por lugares que han costado mucho dinero, mientras, a su alrededor, transita el caos y el desorden; producto de la incompetencia de sus autoridades y de los intereses, que no son solidarios, ni comunitarios.

Yo pregunto; ¿si en lugar del marketing político, se reemplazara la propaganda por consejos y difusión de normas que hagan al bien común y lleven al logro de una ciudad organizada?

Pensaríamos que, desaparecidos sus intereses particulares, por fin, actúan en función del bien común. En el plano de lo que debe ser; está bien. Pero aquí; los gobernantes se acomodan a sus intereses. Muchos ciudadanos se comportan de acuerdo a su comodidad, y los malos ejemplos, cómodos, van siendo imitados, cada vez más, por gente que, al final, conforma una sociedad acomodaticia; acomodada a los malos gobernantes y a una comunidad subdesarrollada.

Confucio se hace invisible por lo lejos que estamos de él. Pero nos acercamos un poco más, y Winston Churchill, dijo: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.