EL 6 DE OCTUBRE HABRÁ UN ENCUENTRO DE REFUGIADOS QUE VIVEN EN EL LITORAL

Apoyo en el desarraigo: Santa Fe abraza la integración de migrantes venezolanos

Hay charlas para afrontar el duelo migratorio entre aquellos que huyeron del país caribeño. Además, estudiantes y docentes de la Facultad de Derecho de la UNL dan asesoramiento jurídico en los trámites de migración.

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Hermandad. Venezolanos y argentinos unidos para que la integración sea posible.

 

Tomás Rico

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Hace más de dos años comenzó la ola migratoria de venezolanos que huyen de la crisis social y económica en la que está inmerso el país que gobierna Nicolás Maduro. Diseminados por Argentina, muchos caribeños se instalaron en Santa Fe y otras ciudades de la provincia. Un caso local: Zujhairi Leon, oriunda de Venezuela, llegó a Santa Fe en octubre de 2016 junto a su esposo Alfredo Graham y una hija pequeña. Ella y Alfredo tenían dos trabajos cada uno en su país natal. Vendieron todo lo que tenían y escaparon, porque no podían soportar más la situación.

Ahora, con dos años vividos en la capital santafesina, Zujhairi —Licenciada en Psicología— junto a otros dos compatriotas, comenzaron un proyecto que denominan “Andares, apoyo y contención emocional”, y que consiste en brindar charlas a la comunidad venezolana. “La mejor forma que encontramos para superar el duelo migratorio fue a través de charlas. La primera fue en junio de este año y tuvimos una muy buena asistencia, participaron más de 40 personas. El viernes 20 de septiembre hicimos una en Esperanza, y la idea es llevar las charlas a distintas localidades donde sabemos que hay comunidad venezolana”, comentó Zujhairi. Estos encuentros están pensados para generar un espacio de reflexión ante las posibles consecuencias en la salud psíquica y emocional generadas en casos de migración forzosa.

El duelo migratorio

La venezolana comentó en profundidad de qué se trata el “duelo migratorio”; lo que observa en las personas que participan de los encuentros, y su manera de ayudarlos emocionalmente.

—¿De dónde nace esta idea de ayudar a sus compatriotas?

—La necesidad mía y de mis compañeros de poder abordar toda la parte de contención emocional, surge de la necesidad de hablar con las personas de nuestro país, preguntarles por su familia; de dónde vienen; cómo se sienten acá. Entonces, los encuentros entre venezolanos se volvían una liberación emocional.

—¿Qué percibió al charlar de su “duelo migratorio”?

—Percibí mucha necesidad de hablar, de obtener información a nivel emocional, porque por más de que te digan: “Estás pasando por un proceso de duelo”, la persona no es capaz de identificarlo si uno no se lo explica. Y al no identificarlo se pasa por encima a la persona y es lo que sucedió con muchos venezolanos, que guardan su dolor y su tristeza porque no pueden permitirse eso, ya que sienten que no pueden parar a pensar en lo que les pasa, sino que deben trabajar para comer y enviar lo que puedan a sus familias que quedaron en Venezuela. Las consultas más frecuentes que me hacen, por ejemplo, son cuándo se va superar este duelo, o cómo trabajarlo con sus hijos.

—¿Continúa el éxodo migratorio hacia Santa Fe?

—Siguen llegando, pero no como cuando vine en 2016. Últimamente salir de Venezuela es muy difícil, la situación cada día es peor. Tengo familiares en mi país natal y me dicen que está muy difícil poder comer, salir a trabajar, tener cosas muy básicas. Sabemos que siguen llegando porque alguien te cuenta que un venezolano lo atendió en un bar y le dijo que llegó hace un mes, por ejemplo. Actualmente podríamos estimar que hay al menos 200 venezolanos viviendo en la ciudad, pero no hay una cifra certera porque no tenemos registros oficiales. Tenemos un grupo de entre 15 personas, somos como cuatro familias que nos reunimos a comer nuestra comida típica, a compartir un domingo en familia.

Complicaciones legales

“Cuando el venezolano llega acá, llega muy desinformado sobre qué hacer para poder establecerse de forma legal. Siempre hay errores y dudas en el sistema migratorio (ver Migración y acceso a la justicia). Está la necesidad de que el Departamento de Migraciones tenga una oficina central en la ciudad capital, porque toda la gente que reside en Santa Fe tiene que dirigirse a Rosario y la gente que vive en Entre Ríos, tiene que ir hasta Concepción del Uruguay. Es decir, nos queda lejos y es mucho el gasto para un venezolano que llega a este país, porque con suerte trae para su boleto y no tiene para pagarse un viaje para ir hacerse los documentos”, criticó Zujhairi.

Al mismo tiempo, indicó las diferencias entre sus compatriotas que vienen a vivir a la Argentina. “El venezolano que llega a Santa Fe por lo general no llega solo, a diferencia de los que llegan a Buenos Aires. Los que están llegando últimamente a la ciudad en su mayoría son jóvenes, y vienen porque alguien los trae o son familiares de parientes que ya está establecidos. En esos casos tienen toda la información necesaria porque, su pariente o amigo ya lo ha hecho”.

Un trabajo formal y las dificultades

Es común al visitar alguna gran ciudad argentina —Santa Fe no es la excepción— y encontrarse con trabajadores inmigrantes con empleos informales. En muchas oportunidades, las personas que trabajan “de lo que sea” son médicos, ingenieros, arquitectos, abogados o psicólogos, por caso. Son profesionales formados académicamente en su país de origen.

Sin embargo, en pocos casos pueden volcar sus conocimientos en Argentina ya que se les convierte una odisea validar su título. Es por eso que gana siempre la necesidad inmediata de trabajar “de cualquier cosa” para sobrevivir y, en muchos casos, enviar dinero para los familiares que quedaron en su país.

Zujhairi vive esta complicación en carne propia y tiene seres queridos que pasan por lo mismo. “La mayoría de los venezolanos jóvenes que hemos venido para acá somos profesionales. Algunos consiguen buenos trabajos a pesar de que no trabajan de lo que estudiaron, eso no se puede negar”, indicó.

En su caso, ella es psicóloga y está en el arduo proceso de convalidar su título. “Lo comencé hace un año en el Consejo de Educación y es (un trámite) bastante lento y complicado, más aún porque se trata de la salud mental. Otro problema es que no hay una universidad cerca para que pueda hacer la validación, porque las que se me ofrecen están en Buenos Aires, Córdoba o La Plata”, lamentó y agregó: “En este momento lo que estoy haciendo es de forma voluntaria con las charlas. Conjuntamente trabajo con un equipo de psicólogos con el que trabajaba en Maracaibo: como estamos ‘regados’ por el mundo, ofrecemos asesorías online”.

Un encuentro

“El ají dulce” será la primera gran convocatoria para que los venezolanos residentes en el litoral argentino se encuentren. El evento se hará el domingo 6 de octubre en el predio UNL-ATE entre las 11 y las 16, con el objetivo de construir un espacio familiar común que favorezca el establecimiento de vínculos en un marco de juegos, música y comidas típicas de Venezuela. Desde la organización, que está a cargo de Asoven (asociación de Santa Fe que busca nuclear a todos los venezolanos), la Cruz Roja Argentina Filial Santa Fe, la UNL y la Defensoría del Pueblo, detallaron que si bien la entrada será libre y gratuita, para poder programar todos los aspectos operativos del encuentro, los migrantes del país caribeño que quieran participar deberán confirmar su presencia a través de la redes sociales de “Asoven Venezolanos en el litoral”.

Migración y acceso a la justicia

Un Proyecto de Extensión de Interés Social (Peis), llamado “Migración y Acceso a la Justicia” de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral (FCJyS-UNL), es llevado adelante por un grupo compuesto en su mayoría por estudiantes del último año de Derecho, docentes y graduados, que buscan brindar alfabetización y asesoramiento jurídico a personas migrantes, especialmente a aquellas pertenecientes a la comunidad venezolana que residen en el área metropolitana.

“Surgió a partir del contacto con la comunidad venezolana y no habíamos sido concientes de la cantidad de residentes venezolanos que hay en la ciudad. Generamos el proyecto para dar una respuesta a lo emocional que es de lo que se encarga Andares y el asesoramiento jurídico sobre todo para los trámites de regularización migratoria porque el inconveniente en Santa Fe es que no poseemos una delegación de la Dirección Nacional de Migraciones”, contó Agustina Branca, estudiante de Derecho y una de las coordinadoras del Peis que dirige la doctora Selva Degiorgio.

“Lo que nos propusimos es ser una especie de nexo entre la comunidad venezolana y migraciones, por el lado de que muchas veces pueden tener inconvenientes en los trámites de migración, ya sea porque tienen información errónea o porque desconocen cómo iniciar el trámite. Si bien ahora es virtual y no tienen que ir desde el punto cero a las oficinas de migraciones (Rosario, la más cercana), hay veces que van y les falta documentación”.

Otras instituciones que participan activamente del proyecto son el Inadi (Delegación Santa Fe); la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación- Delegación Santa Fe; y el Ente de Coordinación del Área Metropolitana (Ecam).

La abogada Selva Degiorgio, docente de Derecho Internacional Público y referente del Peis “Migración y Acceso a la Justicia”, analizó la situación de los migrantes venezolanos en la ciudad de Santa Fe. “La mayor angustia es el desarraigo y que le reboten la documentación, ya que les faltan firmas, legalizaciones y no tienen a quién pedirla. La mayoría de los que vienen aquí son profesionales que están trabajando de cualquier cosa hasta conseguir la homologación de sus títulos”, contó Degiorgio.

La doctora ahondó en la problemática de la comunidad en Argentina: “Las personas migrantes y refugiadas son un colectivo que en algunos casos presenta una particular vulnerabilidad. En nuestro país existen instituciones, políticas públicas y derechos consagrados que dan un marco de garantía acorde con los estándares internacionales en materia de migraciones”.

No obstante, “la garantía de los derechos debida por el Estado, debe ser articulada y muchas veces promovida por la acción de las instituciones que lo conforman, y retroalimentarse constantemente con los requerimientos que efectúa la sociedad civil. Esta es la única manera de poder decir que los derechos humanos vigentes en nuestro país son efectivos”, agregó.

“Se detectó —prosiguió Degiorigio— que ante una situación de vulneración de derechos, la comunidad migrante no acude en forma espontánea a solicitar el acompañamiento, contención o apoyo de las instituciones creadas al efecto, debido a que suelen identificar a las mismas con una labor destinada exclusivamente a nacionales argentinos. Entonces, nos encontramos con una brecha entre la comunidad migrante, los organismos de defensa de derechos y el acceso real y efectivo, tanto a los derechos en sí como a las herramientas que facilitarían su ejercicio”.

Una de las causas está relacionada con la propagación de ciertos mitos y prejuicios tanto entre la comunidad receptora como en la migrante, en torno a la criminalización y “demonización” de la migración, especialmente de países limítrofes y de la región.

“Asimismo, la causa reside en la dificultad constatada que suponen los trámites administrativos para regularizar la situación migratoria de quien decide ingresar a Argentina, que en los hechos se traduce en una falta de herramientas para acceder al conocimiento y efectivo goce de los derechos laborales, educativos, a la salud y de la seguridad social que le han sido garantizados a los migrantes, al menos en términos legislativos”, concluyó Degiorgio.

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Charla. Zujhairi Leon disertó en Esperanza en un nuevo encuentro para ayudar a superar el duelo migratorio.

Fotos: Gentileza