Fue la última pelea de Monzón en el Luna Park

Diez segundos memorables para aniquilar a Mundine

Al minuto 22 segundos del séptimo capítulo, el 5 de octubre de 1974 (se cumplieron 45 años), el campeón mundial de boxeo de la categoría mediano, versión Asociación Mundial (AMB), Carlos Monzón (72,565 kilogramos) defendió por última vez su corona en la República Argentina, noqueando al australiano Anthony Williams Mundine (72,335).

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Así revivió El Gráfico la gran pelea de hace 45 años. Fue una de las defensas (no muchas) que hizo Monzón en el legendario Luna Park, un escenario en el que recién tuvo aceptación cuando fue campeón del mundo.

Fotos: Archivo El Litoral

 

Tomás Rodríguez

Monzón había defendido su título por primera vez en Buenos Aires —la faja de esa división la obtuvo el 7 de noviembre de 1970 cuando destronó a Giovanni “Niño Lindo” Benvenutti por K.O. en el duodécimo asalto en Roma— el 25 de septiembre de 1971, cuando lo expuso por segunda vez ante el ex monarca, Emile Griffith (Islas Vírgenes). El árbitro mexicano Ramón Berumen detuvo la desigual lucha en el 14º round. El santafesino había expuesto con éxito su segunda defensa.

El 11 de noviembre de 1972, Monzón pasó un mal momento en su sexta defensa, segunda en el Luna Park, cuando el norteamericano Bennie Briscoe le aplicó un derechazo enmudeciendo el Palacio de los Deportes de Buenos Aires; el campeón quedó sin reacción, tambaleó, abrazó al rival y miró el reloj para saber cuanto faltaba. Luego se recuperó y consiguió una amplia victoria por puntos.

Nocaut espectacular

El secretario de redacción de la revista “El Gráfico”, Ernesto Cherquis Bialo (Robinson), autor del libro “Carlos Monzón: Mi Verdadera Vida”, una recopilación de 18 meses con declaraciones del natural de San Javier, que le contó con amplios detalles y anécdotas su existencia, cuya dos ediciones en nuestro país se agotaron rápidamente, escribió emocionado: “fueron los 10 segundos más memorables que jamás se hayan vivido en el Luna Park”.

“El cross de izquierda de Monzón que choca la mandíbula de Mundine, la caída es lenta hasta arrodillarse; después el referí Isaac Herrera (Panamá) inicia el conteo, el monarca que se da vuelta buscando el rincón de Corrientes y Madero. El público estallando hasta el desenfreno, dando sonido estruendoso al mítico escenario; en tanto, el árbitro sigue contando; el australiano mira sin saber, sin querer nada más, impotente y desde las tribunas el soberano que expresa su alegría, su gratitud, su euforia y no deja de aplaudir la obra de arte del más grande boxeador argentino de todos los tiempos”, escribió Cherquis.

El pupilo de Amilcar Oresta Brusa era considerado el Supercampeón, pasaron Giovanni “Nino” Benvenutti (Italia), Emile Griffith Islas Vírgenes) y el francés Jean Claude Bouttier (dos veces cada uno), Denny Moyer (EE.UU.), Tom Boggs (Dinamarca), Bennie Briscoe (EE.UU.) y ahora Tony Mundine (Australia).

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De paso, nuestro recuerdo para el inolvidable Pedro Oscar Roteta. El queridísimo “Cacho” estuvo en la gran mayoría de las peleas de Carlos Monzón. El Litoral, como siempre, siguiendo a los deportistas de Santa Fe desde hace 101 años, con una costumbre que se mantiene.

La noche de Mantequilla

Recordemos que el 9 de febrero de ese año en París —en la Carpa Ville de Puteaux, Le Defense— patrocinada por el actor, director y empresario cinematográfico, Alain Delon, en su pelea ante José Angel Nápoles, otra vez se paralizaba la República Argentina. Más grande, más fuerte, más desbordante de confianza, Monzón le daba una soberana paliza al cubano radicado en México y le gana por abandono al comienzo del séptimo capítulo. Muchos especialistas la consideran la mejor expresión de su carrera.

El prestigioso entrenador Angelo Dundee le comenta a Brusa al término de la pelea: “Amílcar, si no se lo saco, tu fantástico negrito lo mataba a mi negrito”.

“Monzón vale la plata que cuesta” dice uno de los personajes del mítico cuento “La Noche de Mantequilla”, de Julio Cortázar basado en la exitosa defensa de “Escopeta” Monzón ante el cubano, nacionalizado mexicano. Ese relato se convirtió en uno de los más emblemáticos del boxeo y del propio autor, amante de este deporte.

En el camerino, tras la desigual pelea, “Mantequilla” Nápoles con la humildad de siempre, reveló a los periodistas: “Es imposible ganarle a Monzón. Un campeón con mayúscula, incomparable”. El promotor Delón, con una sonrisa en los labios, enfatizó: “Fue una paliza. Monzón es un gran campeón”.

Sin embargo, el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) al término del festival pugilístico, anunció que le retiraba el título de los medianos a Monzón, por negarse al control antidoping, el pupilo de Brusa continuaba con el de la Asociación (AMB). La unificación aconteció el 26 de junio de 1976 en Montecarlo frente al campeón welter, el colombiano Rodrigo Valdez.

La Mary

Tras esa pelea, Monzón es contratado para coprotagonizar una película de fuerte tono sexual junto con Susana Giménez: “La Mary”, cuyas principales escenas se filman en Dock Sur. El director, el franco-argentino Daniel Tinayre en principio se opone a la actuación del campeón mundial de los medianos, pero lo acepta por su notable fama en la Argentina, América y el el resto del universo por el singular prestigio en el mundo del espectáculo europeo.

El actor Luis Medina Castro dobla su voz en los diálogos. En las alcobas de los sets de filmación —y en las privadas— nace un romance legendario, explosivo, inolvidable, que se prolongará por varios años. Eso también forma parte de esa gran leyenda que tiene nombre y apellido: Carlos Monzón.