El inexperto Scaloni está dando algunas buenas señales...

A Lionel lo que es de Lionel

Quedó al frente de la selección favorecido por negativas e internas que apartaron a los que realmente habían acumulado méritos en su foja de servicios. En la cancha, el equipo ha dado respuestas.

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Lionel Scaloni, un hombre que se encontró en un lugar impensado para todos pero que, en poco más de un año, hizo cosas positivas que lo afirmaron en el cargo.

Foto: Gentileza Reuters

 

Enrique Cruz (h)

El mejor entrenador del fútbol argentino es Marcelo Gallardo. Opinión subjetiva, discutible como lo es todo en fútbol. Y con alta dependencia, siempre, del factor resultado. Y Marcelo Gallardo debiera ser el entrenador de la selección, simple y llanamente porque es el mejor. Y uno cree, está convencido, aplica la lógica natural, que el entrenador del equipo que nos representa a todos los argentinos, debe ser el mejor.

Todavía subyacen las dudas respecto de hasta qué punto “no era el tiempo de Gallardo” o hasta qué punto los dirigentes no quisieron o no lo buscaron. Pasan tantas cosas en el fútbol argentino, hay tantas internas bajo una conducción muchísimo menos fuerte que la que existía con Grondona, que no se sabe realmente cuál es toda la verdad. Si Simeone dijo que no, si tampoco Pochettino creyó que este era el momento, si ellos dos no quisieron salir del “ámbito de confort” del fútbol europeo para venir a meterse en el barro de una selección derrotada bajo el influjo del fracaso de Sampaoli en Rusia.

Quedó Scaloni, un inexperto sin chapa ni antecedentes ni foja de servicios suficiente para merecer semejante cargo. Venía del proceso anterior (era el segundo ayudante de campo de Sampaoli detrás de Beccacece). Uno no sabe si eso es bueno o malo. La realidad indica que terminó siendo bueno para lo que se está intentando: una renovación obligada y exigida en un tiempo de transición.

No pienso modificar la postura respecto de los pergaminos que debe tener el entrenador de la selección. Son méritos y valores que se debieran tener siempre en cuenta. Esta fue una excepción. Así lo entendieron también, porque al principio fue un interinato por seis meses, luego ampliado a la Copa América y ahora con visos de transformarse en algo definitivo.

En ese camino, Scaloni ha tenido aciertos que se le deben reconocer. La inexistencia de antecedentes para semejante cargo, el que aspiran a ocupar casi todos los entrenadores del fútbol argentino, contrastó con lo que fue armando. 1) Apareció la renovación; 2) en la Copa América, el equipo fue de menor a mayor, con una frescura futbolística que le permitió terminar en un tercer puesto que se puede tildar de decorosa; 3) se sintió cómodo Messi, se adaptó muy bien al nuevo grupo que lo tiene como líder, referente y espejo (recordar las declaraciones que hicieron todos los jugadores al hablar de él y cómo reaccionó frente a las injusticias arbitrales en los partidos con Brasil y Chile); 4) hubo jugadores que captaron rápidamente la onda y definitivamente forman parte de su nueva base: Paredes, Lautaro Martínez, De Paul, Foyth, entre otros; 5) llamó a algunos “abandonados” (Alario) y a otros que se nota que venía siguiendo (Ocampos y Nicolás González) que le dieron rápidas y positivas respuestas.

No es para tirar manteca al techo ni nada que se le parezca. Es un torneo que terminó mejor de lo que se pensó y empezó (la Copa América) y amistosos que dejaron buenas sensaciones, sobre todo el segundo tiempo con Alemania y el último ante Ecuador. Sólo eso.

Pero hay que ser justos, en este caso con Scaloni. Tenemos un técnico inexperto y al que la propuesta le cayó llovida del cielo. Lo que hizo hasta ahora no está nada mal. Veremos cómo sigue en este momento del fútbol argentino muy particular, que marca el comienzo de una generación, de los últimos esfuerzos de Lionel Messi por lograr lo que tanto ansía y en un escenario que no será nada fácil a partir de marzo.