LLEGA A CASINO SANTA FE

Raúl Lavié: directo a la emoción

El cantante y actor se presenta el martes, a las 21, con un repertorio que transitará por diversos géneros y momentos de su carrera. “Trato de darle al público la posibilidad de disfrutar con las canciones de distintas épocas”, adelantó en una entrevista concedida a El Litoral.

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A sus 82 años, el “Negro” Raúl Lavié se mantiene muy activo en su labor artística, tanto en música como en teatro. Las entradas para su actuación del martes, se pueden conseguir en Tienda Plus del Casino o por sistema Ticketway.

Foto: Gentileza producción

 

Juan Ignacio Novak

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La voz al otro lado del teléfono suena amable, diáfana y alegre. A Raúl Lavié le gusta hablar de su relación con la música popular y de los personajes que construyó a lo largo de los años para el teatro. Eso se nota. Acepta el convite con entusiasmo y durante los casi veinte minutos en que se desarrolla la conversación expresará más de una vez el disfrute que le produce su oficio de artista. Hasta dedicará tiempo a leer unas palabras que escribió en memoria de “Cacho” Castaña, quien falleció el martes pasado a los 77 años.

El “Negro” se presentará este martes, a partir de las 21, en Casino Santa Fe con un espectáculo en el que abordará diversos géneros y que buscará (al igual que hizo en una reciente actuación en Melincué, al sur de la provincia) apelar a la emoción del público a través de un repertorio amplio. “Después de tantos años de estar en contacto con la gente, de ser parte prácticamente de varias generaciones, creo que ésta es una forma de aglutinar un poco lo que la música nos ha dado a través del tiempo. Eso trataré de ofrecerles en este caso a los santafesinos”, contó en diálogo con El Litoral.

—¿Hay alguna canción o canciones que la gente pide y las tiene que interpretar sí o sí?

—Siempre hay distintos temas que la gente me solicita, de acuerdo con la edad. La gente grande me pide los temas clásicos del tango y la gente de mediana edad me pide expresiones más cercanas a su contacto con la música popular. Inclusive, yo les regalo un poco de folclore también. Sobre todo cuando voy a lugares como Santa Fe, en este caso. Lógicamente tocaré temas relacionados con esa región. En fin, habrá un poco de todo. La gente sabe que soy ecléctico. Es una gran diversidad y trato de darle la posibilidad al público de disfrutar con las canciones que conoce de las distintas épocas.

—Supongo que este tipo de formatos más íntimos permite un contacto con la gente que es muy significativo.

—Tener la gente cerca, a metros, es muy interesante para un artista, porque uno puede estar relacionado a través de diferentes formas para generar simpatía, a través de comentarios o historias. Está ese ida y vuelta que es fundamental para un artista.

Personajes

—Recién se definía como un artista ecléctico. Tiene muchas facetas y está afrontando desafíos nuevos cada vez. Me refiero al trabajo que está haciendo en “La jaula de las locas”.

—Trabajo en teatro desde el año 1965, donde me propuse incluir dentro de mi formación artística la actuación. Y a través de los años he logrado hacer muchos personajes disímiles, que me venían muy bien a mi forma de ser, como Zorba, Martín Fierro y el Quijote. Me dieron la posibilidad de tener un extenso muestrario. Y este también es un trabajo actoral que tiene riesgos. Siempre se arriesga con este tipo de cosas. Elaborar un personaje siempre es para un actor como cuando un pintor que está delante de una hoja de papel en blanco. Todo está libre para poder crear a través de uno lo que piensa de ese personaje y convencer con eso al público. Éste es el desafío de siempre: encarar un personaje distinto al que uno es. Es una forma de jugar a hacer teatro que es lo que mí me gusta y me divierte, jugar a asumir roles distintos, darles una voz, un cuerpo y una actitud. Eso es lo que hago en “La jaula de las locas”, que es maravillosa por esa circunstancia.

—Sobre todo en el caso suyo, en el cual está tan asociado a lo varonil.

—A veces hay que enfrentar personajes que no tienen nada que ver con uno. Eso es lo que tiene el teatro. Con la canción pasa exactamente lo mismo. Uno tiene que darle el clima necesario, dejar un mensaje y llegar a la emoción a través de una historia.

—¿Hay algún personaje que prefiera o con el cual se haya sentido más cómodo?

—Es difícil la elección. Si me traen un proyecto en el cual no me siento identificado con el personaje, en la creación y en la posibilidad de sacarle el jugo, no lo hago. Generalmente, acepto todo aquel que me va a dar la posibilidad de hacer un trabajo serio y poner muchas cosas de mi parte. Entonces es muy difícil elegir uno, porque todos tiene su vida propia, como los individuos que uno conoce. Puedo tener infinidad de amigos y cada uno es distinto al otro. Con los personajes que uno hace en el teatro, pasa exactamente lo mismo. De todos esos amigos, es muy difícil elegir al que uno más quiere, al ser amigos tiene que tener el mismo afecto con todos. Cada personaje me ha dejado cosas gratas al haberlos interpretado, así que no podría elegir uno. “El hombre la Mancha” tal vez sea el trabajo que más me ha dado satisfacciones, aunque también está “El violinista en el tejado”, que me ha dado muchas alegrías. Inclusive esta semana me comentaron que posiblemente en octubre del año que viene sea convocado en Israel para ponerle mi cuerpo al personaje de Tevye. Ese sería para mí el honor más grande que me puede conceder un personaje.

“El simpático atorrante”

—Hace pocos días falleció “Cacho” Castaña. ¿Algún recuerdo respecto a esa figura tan trascendente de la música argentina?

—Con Cacho y con muchos otros artistas de nuestra generación he tenido respeto, afecto y cariño. Los artistas populares somos más duraderos que cualquier gobierno o cualquier presidente, en vida o en muerte. Entonces me permití estos días escribir lo que me produjo su partida. Salió un cosa sin intelectualidad detrás, era lo que sentía en ese momento. Te la voy decir: “El barrio está de luto. Se fue el dueño de la noche, el filósofo del café. El que ganaba en todo, en mujeres y en amigos. El simpático atorrante, el de la sonrisa sobradora. El que le jugó a la vida un partido de billar a tres bandas y siempre le ganó. Hoy lloran las glicinas y el farol de la esquina de Gaona y Boyacá se apagó. Y en las volutas del humo de un cigarillo que se quedó flotando sobre los adoquines de la calle sin ganas de irse, se nos fue un Cacho de Buenos Aires”.