El jueves 31

“Proust desde el suburbio” en el Instituto Germano

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Marcel Proust, retratado en 1892 por Jacques-Emile Blanche.

Foto: Archivo El Litoral

 

En agosto de 2005, tuvo lugar en la Alianza Francesa de Santa Fe una charla sobre Marcel Proust y su novela “En busca del tiempo perdido”, a cargo del profesor y traductor Silvio Cornú, del fotógrafo Miguel Grattier y del escritor Enrique Butti. El encuentro llevó como nombre “Proust desde el suburbio”, y con el mismo título y los mismos expositores se reeditará ahora con nuevos contenidos y motivos. Tendrá lugar en el Instituto Argentino-Germano, Juan de Garay 2957, el jueves 31, a las 19.30, con entrada libre.

“Irónicamente dicen los expositores- quisimos asociar entonces la idea del refinado Proust y nuestro asentamiento en el mundo actual para aludir, en primer lugar, a algunos prejuicios que todavía hoy impiden a muchos lectores acercarse a la novela de Proust, por ejemplo que se trata de una catarata de millones de palabras asmáticamente emitidas por un personaje que no hace más que preocuparse por los modales y las alianzas sexuales entre la nobleza, la burguesía y la chusma francesa de finales del siglo XIX y principios del XX. Y también quisimos apuntar a la riqueza y libertad de lectura que a principios del siglo XXI ofrece Proust incluso para los lectores de tal lejanía geográfica, social, histórica y lingüística”.

Marcel Proust (Francia, 1871-1922) se ejercitó largamente (con libros como “Contra Sainte-Beuve” y “Jean Santeuil”) antes de lograr, por un lado, ensamblar narrativa y ensayo en una unidad formal totalmente nueva, y por el otro, encontrar la estructura que le consintiera alzar esa novela que los críticos han querido comparar con una catedral gótica. El andamiaje que le permitirá esa construcción tiene que ver con el tema mismo de la novela, que es el tiempo y las posibilidades de apresar y penetrar en el pasado. Pero a diferencia de la filosofía de Henri Bergson (de quien Proust era pariente) la importancia que presta Proust a la memoria se sitúa en principio sobre un plano involuntario. Es por casualidad que el narrador de la novela se encuentra frente a una imagen, un olor, un sonido o una sensación que de repente le trae todo un fragmento del pasado, como si una iluminación o un éxtasis le concediera penetrar lo pretérito con una comprensión y vivacidad únicas. De ahí que Jacques Maritain pudiera aludir a Proust en referencia a la luz interior que necesitó San Agustín para escribir sus memorias, y que André Gide sostuviera que Proust era “un hombre con una mirada infinitamente más sutil y atenta que la nuestra y a través de su obra nos transmite una visión similar mientras lo leemos”.

“En busca del tiempo perdido” es una novela compuesta de siete volúmenes. Dado que el protagonista principal, el narrador, se llama Marcel, y dado que se han reconocido claramente en muchos personajes, la transfiguración de gente real del entorno de Proust (el escritor Bergotte sería Anatole France, la actriz Berma sería Sarah Bernhardt, etc.) se ha querido identificar a ese narrador con Proust, y se han escrito muchas biografías buscando las claves de esa asociación entre la vida y la novela del autor. Anticipándose a esto, Proust había duramente criticado a Sainte - Beuve, un crítico que sostenía que era esencial conocer la biografía de un autor para comprender su obra.

“En busca del tiempo perdido”, como la “Divina Comedia”, de Dante Alighieri, o el “Ulises”, de James Joyce, es una obra inagotable, un mundo en sí misma, capaz de ser leída y releída en innumerables formas a través del tiempo. Un mismo lector encontrará en cada uno de sus siete tomos, episodios y personajes y reflexiones que cambiarán en cada lectura. Y es sobre esta riqueza que se explayarán los tres expositores de esta nueva edición de “Proust desde el suburbio”.